Francisco la da por
abolida en la Iglesia universal
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| Juana de Arco ejecutada en la hoguera |
Hoy,
8 de agosto, se celebra a santo Domingo de Guzmán (†1221 con 51 años), fundador
de los “dominicos". Era canónigo en Osma-Soria y acompañando a su obispo por
Europa (para buscar novia a un príncipe hispano) se le ocurrió la idea de
fundar lo que veía necesario pues a su paso por Languedoc “se deprimió” viendo
la labor de los cátaros o albigenses, herejes cristianos, y que los misioneros
iban en carruajes elegantes, con secretarios y ayudantes, se alojaban en los
mejores hoteles, etc.
Al
regreso del viaje, horrorizado, le contó a su obispo sus planes y de paso le
comentó que “a éstos, o por las buenas o
por las malas”. El pueblo a los dominicos los llamaron “los perros del Señor” (Domini canes) por
su estilo predicador y además su emblema es una estrella y un perro con una
antorcha en la boca.
Domingo
no mató a nadie pero “facilitó” que sus discípulos, a lo largo de los siglos,
hicieran con la Inquisición sus homicidios, genocidios y cosas así. La española
fue creada por los “reyes católicos” en 1478, cuando ya existía por otros
países de la Cristiandad desde 1184 con Lucio III a nivel diocesano pero con
Gregorio IX en 1231 se centralizó y se constituyó la Inquisición pontificia,
dependiente directamente del Papa y en manos de las nuevas Órdenes de los
frailes mendicantes. En 1542 con Pablo III se inició la Inquisición romana con
la llamada Congregación vaticana del Santo Oficio hasta que Pablo VI en 1965 la
reformó pasando a ser la Congregación de la Doctrina de la Fe.
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| Pío XI |
Se
sabe que de 1796 con Pío VI hasta
1870 con Pío IX, el Vaticano logró
el record de 527 ejecuciones, entre ahorcamientos y decapitaciones. En 1929 Pío XI, después de recuperar un reino temporal, el Estado - Ciudad del Vaticano, introdujo la pena de muerte para quien intentara el homicidio
del Papa y que estuvo vigente hasta 1969. Juan Pablo
II derogó la
pena de muerte el 12-F-2001 para el Vaticano y en 2018 lo hace Francisco para la Iglesia universal.
Según el informe anual de ejecuciones judiciales de Amnistía Internacional, en
2017 la abolieron Guinea y Mongolia pero ese año se registraron 993 ejecuciones.
Según
AI, hay 56 países que todavía tienen la pena de muerte en su legislación. La
cosa, en la Historia de la humanidad, viene de lejos pues ya Caín se sintió
impulsado a matar a su hermano Abel para “hacer justicia” y “poner las cosas en
sitio”. A
parte de los datos civiles, no conviene olvidar o negar los hechos de la
Historia del cristianismo que estuvo siglos justificando la pena de muerte
aunque el 5º mandamiento de la Ley de Dios, los del Sinaí entregados a Moisés,
dice: No matarás.
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| El Emperador Teodosio con san Ambrosio que tenían sus más y sus menos. |
Al
empezar el segundo milenio, con las invasiones de los almorávides y almohades,
en ciertos sectores cristianos se iba extendiendo el sentimiento anti-judío que
fue creciendo desde la primera Cruzada (1095) donde una turba de 30.000
personas, en su marcha por Europa hacia Bizancio, arrasó las juderías de Spira,
Worms, Maguncia, Tréveris, Colonia, Praga, Ratisbona, etc.
Otro
botón de muestra es el que relata Menéndez-Pidal en “Historia de los
heterodoxos españoles” (libro III, epílogo, CSIC, Madrid 1963, pp 467-469): Viçent
(el dominico valenciano Ferrer) se convirtió en “escudo y defensa de los
infelices hebreos valencianos”. En cambio el
arcediano de Écija, Ferrán Martínez, provisor de la Iglesia de Sevilla, desde
1376 exaltaba los ánimos con sus incendiarias prédicas y logró que en 1391 el
sentimiento popular antisemita explotara en la aljama de Sevilla, la segunda
más grande del reino de Castilla, después de la de Toledo. El odio antisemita
del pueblo la destruyó, asesinando a unas 4.000 personas.
De
Sevilla saltó la violencia a Alcalá de Guadaira, Carmona, Écija Santa Olalla y
Fregenal así como a Madrid y a ciudades de la Corona de Aragón (Barcelona y
Valencia). La situación de los judíos en el resto de la cristiana Europa no era más cómoda pues el
rey Eduardo I los había expulsado de Inglaterra en 1290 y Francia hizo lo mismo
en 1306 y 1394, excepto en Provenza, el Delfinado y Avignon. En Germania, entre
1347 y 1354, fueron exterminadas 350 comunidades judías con violentos ataques,
conocidos con el nombre de “pogroms”. Muchos emigraron a Polonia en donde
tenían un Estatuto favorable de acogida, y de ahí pasaron a Rusia, conservando
en parte la lengua alemana.
Por el contrario, unas décadas después de atacar el antisemitismo que rebrotaba, el rabino de Bonn, Ephraim, dedicó un vibrante homenaje a Bernardo de Claraval (†1153 con 63 años), monje
reformador del Císter, que fue glosado por Benedicto XVI (21-X-2009) y recordó este evento de su vida.
En octubre de 2017, con ocasión del XXV aniversario de la
Promulgación del Catecismo de la Iglesia Católica, el Papa argentino
manifestaba que “sólo una mirada
superficial puede ver el «depósito de la fe» como algo estático. La
Palabra de Dios no puede ser conservada con naftalina (…) que
proteger de la polilla (…) no se puede conservar la doctrina sin hacerla
progresar, ni se la puede atar a una lectura rígida e inmutable sin humillar la
acción del Espíritu Santo (…) Dios, que muchas
veces y en diversos modos habló en otros tiempos a los padres (Hb 1, 1), «habla
sin intermisión con la Esposa de su amado Hijo» (Dei Verbum, 8). Estamos
llamados a hacer nuestra esta «voz» (…) para que nuestra vida eclesial progrese
con el mismo entusiasmo de los comienzos, hacia esos horizontes nuevos a los
que el Señor nos quiere llevar”.
En esa ocasión citó a san Juan XXIII quien, en el discurso de apertura del Concilio Vaticano
II (11-X-1962), había dicho: "ante todo es necesario que la Iglesia no se aparte del
sacro patrimonio de la verdad, recibido
de los padres; pero, al mismo tiempo, debe mirar a lo presente, a las nuevas condiciones y formas de vida introducidas en el mundo actual, que
han abierto nuevos caminos para el apostolado católico (...) Deber nuestro
-continuaba el Papa Roncali- no es sólo
estudiar ese precioso tesoro, como si únicamente nos preocupara su antigüedad,
sino dedicarnos también, con diligencia y sin temor, a la labor que exige
nuestro tiempo, prosiguiendo el camino que desde hace veinte siglos recorre la
Iglesia".
También en este caso de abolir la pena de muerte se puede
perfectamente decir lo que Rino Fisichella, Presidente del Consejo
Pontificio para la Nueva Evangelización, afirmaba con ocasión de celebrarse los
25 años de la Encíclica de san Juan Pablo II "Veritatis Splendor" del
6-VIII-1993, diciendo que "no existe ningún pretexto para desafiar el
magisterio del papa Francisco a la luz del magisterio anterior"
por eso añade que “quien critica al Papa no es fiel a
la Tradición católica".



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