No es solución
suprimir la obligatoriedad del celibato
Leo en RD, 24 agosto, ante el inmediato viaje
del Papa a Irlanda, que Josemari Lorenzo Amelibia afirma que” La bomba de la pederastia abolirá en breve la ley del
celibato sacerdotal”. No
tengo tal opinión pues la pederastia es una epidemia en todos los colectivos
del mundo mundial y en todas las épocas de la Historia humana y no es solamente
un pecado de los curas y alguna monja que otra. Está presente en el mundo
deportivo, en el cinematográfico, en el musical, en el escolar, el familiar, etc.
La
desaparición jurídica del celibato sacerdotal obligatorio no es un deseo visceral de estos
momentos sino una realidad eclesial que se viene discutiendo, “dialogando” y criticando
a lo largo de unos cuantos siglos; supongo que también es estudiado y es rezado. La obligatoriedad es una medida disciplinar
que impusieron los eclesiásticos jerarcas tras monopolizar el Pueblo de Dios,
echar a la papelera a todos los otros bautizados, tan Iglesia como ellos.
No
se ataca el celibato en sí que se sabe es un “don” de Dios, pero como enseña Cristo, es discrecional y por se pide que sea opcional. En un post del 12-III-2010 describo algo
de la Historia del celibato en el Antiguo Testamento, en la milicia romana y en
la Iglesia occidental, la absorbida por Roma y el testimonio de unos cuantos santos obispos
casados, hasta el siglo VII. Los últimos Papas han recordado frecuentemente que
el celibato -como enseña el propio Cristo- es un don estupendo (divino) y que
no es un mandato sino una opción, por tanto no puede extrañar la propuesta de
que sea opcional y se espere que se haga vida real lo de Cristo.
El
celibato sacerdotal es impuesto hacia el siglo IV-V cuando empiezan a ser
mayoría los obispos-abades y se crearon las diócesis en el territorio de sus monasterios. Son monjes que tienen votos (algunos solemnes) de castidad y siendo obispos se
empeñaron en hacer de su diócesis un monasterio, exigiendo a los curas el voto de castidad para el celibato. El voto de pobreza nunca se pudo imponer.
Pero algunos monjes, con todos sus votos a veces solemnes, tenían una conducta contraria a la
ley del celibato. Por poner un ejemplo, cuando el cardenal Cisneros (+1517 con 81 años) decretó en
toda la península ibérica la reforma de la Iglesia, aunque solo se entendía de las
Órdenes religiosas y que inició Teresa de Jesús, en la provincia eclesiástica
andaluza hubo unos 400 franciscanos que prefirieron emigrar al norte de África,
cada uno con su chica, antes que quedarse reformados y sin pareja.
Los que imponen la obligatoriedad afirman que es necesario para estar “ful-times”
dedicados a su tarea lo cual hace reír, sino llorar, pues en la sociedad,
en el mundo académico, sanitario, político, etc., la mayoría da ejemplo de dedicación
absoluta y casi exclusiva estando casad@s y con una familia la que
atender, a la que servir, con la que disfrutar. no es incompatible ser una persona responsable con estar casado, quizá con hijos y nietos a los que atender.
Aparte
de la excusa de la dedicación de los curas a la tarea pastoral, surgió pronto
(silgo IV) la triquiñuela teológica de justificar esa medida disciplinar con la
errónea idea blasfema de que el acto conyugal es en sí mismo pecado grave. Tal
nefasta afirmación la hizo incluso el papa Gregorio Magno, el que impuso el canto
gregoriano y otras reformas en la Iglesia.
Luego la excusa abrazó el dinero
pues un cura sin mujer ni familia sale más barato; mucho más barato; con menos
de la mitad. La riqueza de la Iglesia romana sufrió una crisis con la
separación de su hermana Ortodoxa, la rica oriental. Cuando se decretó el
“celibato”, entendido al principio en el abstenerse de la unión conyugal por
parte del clero, la Iglesia se hizo cargo de los gastos para que ella tuviera
otra vivienda y se pudiera mantener. Luego, cinco siglos después, se separó la
cristiandad europea del norte con la super-rica Alemania y, entre otras cosas,
había que recortar gastos.
En
un post del 2-VI-2014 escribí algo sobre “¿unos sí y otros no?” con ocasión de
que Benedicto XVI abría la
puerta a los anglicanos, cristianos occidentales, que se pasaban a la Iglesia
católica con sus curas casados.
Sigo opinando como entonces que
el matrimonio, tanto para los sacerdotes como para los laicos, no es la panacea
que arregle definitivamente las conductas inmorales que tanto gusta de exhibir
alguna prensa mundial. El matrimonio no soluciona ni el adulterio ni la pederastia ni
cualquier otra conducta inmoral que solamente puede corregirse, en cualquier
estado, con el esfuerzo personal y con la gracia de Dios, buscada y
correspondida.
Algun@s sant@s han vivido el
celibato optativo, no obligatorio, aunque
no tod@s por correcta rectitud de inteligencia: así Casimiro (†1484 a los 26 años), príncipe, Patrono de Polonia y Lituania, hijo de Isabel, hija del Emperador de Austria. Fue regente mientras su padre
estaba en Lituania y vivió el celibato, la atención a los pobres y demás
virtudes cristianas. Está enterrado en Vilna. Austregisilo
o Austrillo (†634 con 83 años), sirvió en la corte de Gontrán
antes de ser sacerdote y ya vivía el celibato; entraba en cólera cuando le
proponían una fiel esposa y no es de alabar que la proximidad de las
mujeres le provocaba desasosiego. Luego fue obispo de Bourges. Petronila o Petrina (s I), virgen y mártir que un autor
anónimo del s V/VI la sitúa en Roma e hija espiritual de san Pedro. Se le
declaró el joven Flaco y ella estuvo 3 días de retiro pidiendo al Señor luces
pues no quería romper su propósito de celibato apostólico. Era de aquella
legión de mujeres vírgenes de los primeros siglos de cristianismo que el
Concilio Vaticano II pretende recuperar. La Santa Sede, el pasado 5 julio,
publicó un nuevo documento (“Esposa imagen de la Iglesia”) para actualizar la
vida y la formación de las vírgenes consagradas. Ya son más de 5.000 en todo el
mundo, más de 200 en España y todas ellas no son ni monjas ni solteronas.
En
los inicios del cristianismo, cuando la virginidad de la mujer era un valor de
libertad en una sociedad que sólo concebía para ella la vía del matrimonio,
mujeres como las cuatro hijas del diácono Felipe, que eran vírgenes y
profetizaban (Hechos de los Apóstoles 21, 8-10), portaban toda la novedad del
mensaje evangélico. Esta
forma de consagración comenzó a crecer y paulatinamente se fue
institucionalizado, al punto de hacerse una ceremonia pública y solemne
presidida por el propio obispo.
Benedicto XVI (Aud Gral, 21-XI-2007) habló de Afraates (+350), llamado "el sabio persa",
obispo, el escritor más antiguo de la Iglesia siria cuyas comunidades aún no habían entrado en contacto con
corrientes culturales diversas, sino que las formas eremíticas en el desierto,
en las cuevas y el monaquismo desempeñaron un papel de vital importancia en el
desarrollo del pensamiento teológico y espiritual.
El celibato se vive por razones
religiosas como en el hinduismo y en el budismo, por razones filosóficas como
el griego Platón o por razones sociales como hacen algunos/as líderes. En el mundo antiguo
era algo inducido u obligatorio para los esclavos y para los soldados del
Imperio romano. En el judaísmo bíblico el celibato se veía como una maldición
divina, idea que pasaría al islamismo.
No se trata de quitar la
obligatoriedad del celibato sacerdotal como solución terapéutica para curar la
pederastia sino por vivir en congruencia con el Evangelio y reconocer que tal
praxis de la obligatoriedad está fundamentada en el error intelectual del
maniqueísmo acerca de la naturaleza humana y de su dimensión sexual, dada por
el Creador al ser humano.
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