domingo, 26 de agosto de 2018

¿LA PEDERASTIA, UNA BOMBA?

No es solución suprimir la obligatoriedad del celibato


Leo en RD, 24 agosto, ante el inmediato viaje del Papa a Irlanda, que Josemari Lorenzo Amelibia afirma que” La bomba de la pederastia abolirá en breve la ley del celibato sacerdotal”No tengo tal opinión pues la pederastia es una epidemia en todos los colectivos del mundo mundial y en todas las épocas de la Historia humana y no es solamente un pecado de los curas y alguna monja que otra. Está presente en el mundo deportivo, en el cinematográfico, en el musical, en el escolar, el familiar, etc.

La desaparición jurídica del celibato sacerdotal obligatorio no es un deseo visceral de estos momentos sino una realidad eclesial que se viene discutiendo, “dialogando” y criticando a lo largo de unos cuantos siglos; supongo que también es estudiado y es rezado. La obligatoriedad es una medida disciplinar que impusieron los eclesiásticos jerarcas tras monopolizar el Pueblo de Dios, echar a la papelera a todos los otros bautizados, tan Iglesia como ellos.

No se ataca el celibato en sí que se sabe es un “don” de Dios, pero como enseña Cristo, es discrecional y por se pide que sea opcional. En un post del 12-III-2010 describo algo de la Historia del celibato en el Antiguo Testamento, en la milicia romana y en la Iglesia occidental, la absorbida por Roma y el testimonio de unos cuantos santos obispos casados, hasta el siglo VII. Los últimos Papas han recordado frecuentemente que el celibato -como enseña el propio Cristo- es un don estupendo (divino) y que no es un mandato sino una opción, por tanto no puede extrañar la propuesta de que sea opcional y se espere que se haga vida real lo de Cristo.

El celibato sacerdotal es impuesto hacia el siglo IV-V cuando empiezan a ser mayoría los obispos-abades y se crearon las diócesis en el territorio de sus monasterios. Son monjes que tienen votos (algunos solemnes) de castidad y siendo obispos se empeñaron en hacer de su diócesis un monasterio, exigiendo a los curas el voto de castidad para el celibato. El voto de pobreza nunca se pudo imponer.

Pero algunos monjes, con todos sus votos a veces solemnes, tenían una conducta contraria a la ley del celibato. Por poner un ejemplo, cuando el cardenal Cisneros (+1517 con 81 añosdecretó en toda la península ibérica la reforma de la Iglesia, aunque solo se entendía de las Órdenes religiosas y que inició Teresa de Jesús, en la provincia eclesiástica andaluza hubo unos 400 franciscanos que prefirieron emigrar al norte de África, cada uno con su chica, antes que quedarse reformados y sin pareja.

Los que imponen la obligatoriedad afirman que es necesario para estar “ful-times” dedicados a su tarea lo cual hace reír, sino llorar, pues en la sociedad, en el mundo académico, sanitario, político, etc., la mayoría da ejemplo de dedicación absoluta y casi exclusiva estando casad@s y con una familia la que atender, a la que servir, con la que disfrutar. no es incompatible ser una persona responsable con estar casado, quizá con hijos y nietos a los que atender.

Aparte de la excusa de la dedicación de los curas a la tarea pastoral, surgió pronto (silgo IV) la triquiñuela teológica de justificar esa medida disciplinar con la errónea idea blasfema de que el acto conyugal es en sí mismo pecado grave. Tal nefasta afirmación la hizo incluso el papa Gregorio Magno, el que impuso el canto gregoriano y otras reformas en la Iglesia.

Luego la excusa abrazó el dinero pues un cura sin mujer ni familia sale más barato; mucho más barato; con menos de la mitad. La riqueza de la Iglesia romana sufrió una crisis con la separación de su hermana Ortodoxa, la rica oriental. Cuando se decretó el “celibato”, entendido al principio en el abstenerse de la unión conyugal por parte del clero, la Iglesia se hizo cargo de los gastos para que ella tuviera otra vivienda y se pudiera mantener. Luego, cinco siglos después, se separó la cristiandad europea del norte con la super-rica Alemania y, entre otras cosas, había que recortar gastos.

En un post del 2-VI-2014 escribí algo sobre “¿unos sí y otros no?” con ocasión de que Benedicto XVI abría la puerta a los anglicanos, cristianos occidentales, que se pasaban a la Iglesia católica con sus curas casados.

Sigo opinando como entonces que el matrimonio, tanto para los sacerdotes como para los laicos, no es la panacea que arregle definitivamente las conductas inmorales que tanto gusta de exhibir alguna prensa mundial. El matrimonio no soluciona ni el adulterio ni la pederastia ni cualquier otra conducta inmoral que solamente puede corregirse, en cualquier estado, con el esfuerzo personal y con la gracia de Dios, buscada y correspondida.

Algun@s sant@s han vivido el celibato optativo, no obligatorio, aunque no tod@s por correcta rectitud de inteligencia: así Casimiro (†1484 a los 26 años), príncipe, Patrono de Polonia y Lituania, hijo de Isabel, hija del Emperador de Austria. Fue regente mientras su padre estaba en Lituania y vivió el celibato, la atención a los pobres y demás virtudes cristianas. Está enterrado en Vilna. Austregisilo o Austrillo (†634 con 83 años), sirvió en la corte de Gontrán antes de ser sacerdote y ya vivía el celibato; entraba en cólera cuando le proponían una fiel esposa y no es de alabar que la proximidad de las mujeres le provocaba desasosiego. Luego fue obispo de Bourges. Petronila o Petrina (s I), virgen y mártir que un autor anónimo del s V/VI la sitúa en Roma e hija espiritual de san Pedro. Se le declaró el joven Flaco y ella estuvo 3 días de retiro pidiendo al Señor luces pues no quería romper su propósito de celibato apostólico. Era de aquella legión de mujeres vírgenes de los primeros siglos de cristianismo que el Concilio Vaticano II pretende recuperar. La Santa Sede, el pasado 5 julio, publicó un nuevo documento (“Esposa imagen de la Iglesia”) para actualizar la vida y la formación de las vírgenes consagradas. Ya son más de 5.000 en todo el mundo, más de 200 en España y todas ellas no son ni monjas ni solteronas.

En los inicios del cristianismo, cuando la virginidad de la mujer era un valor de libertad en una sociedad que sólo concebía para ella la vía del matrimonio, mujeres como las cuatro hijas del diácono Felipe, que eran vírgenes y profetizaban (Hechos de los Apóstoles 21, 8-10), portaban toda la novedad del mensaje evangélico. Esta forma de consagración comenzó a crecer y paulatinamente se fue institucionalizado, al punto de hacerse una ceremonia pública y solemne presidida por el propio obispo.

Benedicto XVI (Aud Gral, 21-XI-2007) habló de Afraates (+350), llamado "el sabio persa", obispo, el escritor más antiguo de la Iglesia siria cuyas comunidades aún no habían entrado en contacto con corrientes culturales diversas, sino que las formas eremíticas en el desierto, en las cuevas y el monaquismo desempeñaron un papel de vital importancia en el desarrollo del pensamiento teológico y espiritual.

El celibato se vive por razones religiosas como en el hinduismo y en el budismo, por razones filosóficas como el griego Platón o por razones sociales como hacen algunos/as líderes. En el mundo antiguo era algo inducido u obligatorio para los esclavos y para los soldados del Imperio romano. En el judaísmo bíblico el celibato se veía como una maldición divina, idea que pasaría al islamismo.

No se trata de quitar la obligatoriedad del celibato sacerdotal como solución terapéutica para curar la pederastia sino por vivir en congruencia con el Evangelio y reconocer que tal praxis de la obligatoriedad está fundamentada en el error intelectual del maniqueísmo acerca de la naturaleza humana y de su dimensión sexual, dada por el Creador al ser humano.

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