Algo sobre la Exhortación
postsinodal La alegría del amor (Amoris
laetitia)
Tres generaciones pero nada machistas pues faltan en la foto los masculinos |
La Exhortación postsinodal Amoris laetitia (AL) de 2016 ha dado (y
viene dando) bastante que hablar pues para algunos precipitados, les parecía en
un primer momento que se abría la mano, se desvirtuaba la doctrina católica; la
de siempre y que creen que debe mantenerse inmóvil, fosilizada, petrificada,
momificada.
Al
empezar el documento se lee: “El camino
sinodal permitió poner sobre la mesa la situación de las familias en el mundo
actual, ampliar nuestra mirada y reavivar nuestra conciencia sobre la
importancia del matrimonio y la familia. Al mismo tiempo, la complejidad de los
temas planteados nos mostró la necesidad de seguir profundizando con
libertad algunas cuestiones doctrinales, morales, espirituales y pastorales”
(AL, 2).
Y en el n. 3: “quiero reafirmar que no todas las discusiones doctrinales, morales o
pastorales deben ser resueltas con intervenciones magisteriales. Naturalmente,
en la Iglesia es necesaria una unidad de doctrina y de praxis, pero ello no
impide que subsistan diferentes maneras de interpretar algunos aspectos
de la doctrina o algunas consecuencias que se derivan de ella. Esto sucederá
hasta que el Espíritu nos lleve a la verdad completa (cf. Jn 16, 13)”. Los subrayados son míos.
Me vienen a la memoria ahora
algunos datos históricos que aprovecho pues la historia enseña mucho, nos
pueden ayudar a reaccionar, a decir: ¡anda! No sabía yo estas cosas.
El papa Francisco en su
reciente viaje a Perú (después de Chile), en el encuentro con los obispos
peruanos, entre otras varias indicaciones claras, concretas y concisas, les
pidió que no oculten la historia. No sé porque se lo dijo a esos pero, como san
Pablo explicaba a los primeros cristianos, las cartas que escribía a una
comunidad, pedía que circulara por las demás (al menos vecinas) pues lo dicho a
unos, vale para todos en el espacio y en el tiempo.
Es “interesante” observar la
historia de los matrimonios llamados clandestinos que, por unas razones u
otras, familiares o políticas o las que fueren, se daban durante el primer milenio
y medio, hasta el Concilio de Trento (1545 - 63). Allí, como cosa novedosa y
nunca vista en el mundo cristiano, fue donde se decretó que la validez (no solo
la licitud) del matrimonio de los bautizados debe ser en la Iglesia. Como
siempre, al final, todo es el dinero (¿qué o cuánto cuesta?), se arbitraron
medidas para recalar dinero pues los de la Reforma luterana (y Cia) se habían
separado de Roma. Era todo el norte europeo y como fueron, son y serán las
comunidades cristianas más ricas, los ingresos en Roma tenían que buscarse por
otro lado ya que de Germania y alrededores ya no llegaría ni un céntimo.
Los padres tridentinos aprobaron
el Decreto titulado De la clandestinidad
que invalida el matrimonio (De la Sesión XXIV, Cap. (I) 'Tametsi', sobre la
reforma del matrimonio).
El Danzinger (Dz) es un libro
fantástico que recopila los decretos y leyes eclesiásticas desde san Pedro, decretados
por papas o concilios, y de lo que recoge de Trento (las mayúsculas y
subrayados son cosecha mía) se lee:
Aun
cuando no debe dudarse que los matrimonios clandestinos, realizados por
libre consentimiento de los contrayentes, son ratos y verdaderos
matrimonios, mientras la Iglesia no los invalidó (O SEA QUE LA IGLESIA
PRACTICA(BA) EL DIVORCIO) , y, por ende, con razón deben ser condenados,
como el santo Concilio por anatema los condena, aquellos que niegan que sean
verdaderos y ratos matrimonios, así como los que afirman falsamente que son
nulos los matrimonios contraídos por hijos de familia sin el consentimiento de
sus padres y que los padres pueden hacer válidos o inválidos; sin embargo, por
justísimas causas, siempre los detestó y prohibió la Iglesia de Dios (Dz 990).
Dos siglos después, el papa Benedicto XIV (1740 ‑ 58) se refirió a la misma normativa con el documento De los matrimonios clandestinos en Bélgica [y Holanda] (De la Declaración Matrimonia, quae in locis, de 4 de noviembre de 1741) y que recoge el Danzinger:
Los
matrimonios que suelen contraerse… ora entre herejes por ambas partes, ora
entre varón hereje por una parte y mujer católica por otra o viceversa, sin
guardarse la forma prescrita por el Concilio Tridentino, por mucho tiempo se
ha disputado si han de tenerse o no por válidos... (Dz 1.452)
(…) aunque Su Santidad no ignora que otras veces en casos
particulares y atendidas las circunstancias entonces expuestas la sagrada
Congregación del Concilio respondió por su invalidez; sin embargo, teniendo
igualmente averiguado que nada ha sido todavía definido de modo general y
universal por la Sede Apostólica sobre tales matrimonios… pensado maduramente
el negocio y cuidadosamente pesados los momentos todos o importancia de las
razones por una y otra parte, declaró y estableció que los matrimonios hasta
ahora contraídos entre herejes en dichas Provincias Unidas de Bélgica y los que
en adelante se contraigan, aunque en la celebración no se guarde la
forma prescrita por el Tridentino, han de ser tenidos por válidos, con
tal de que no se opusiere ningún otro impedimento canónico… (Dz 1.454). PARECE
QUE FUERA ESTE PAPA EL ACTUAL FRANCISCO.
Algunas décadas después, el papa Pío VI (1775‑99) contradecía a Benedicto XIV con otro Decreto titulado De los matrimonios mixtos en Bélgica (Del rescripto de Pío VI al Card. de Franckenberg, arzobispo de Malinas, y a los obispos de Bélgica, de 13 de julio de 1782).
El texto legislativo de Pío
VI dice: Por ello no debemos apartarnos de la sentencia uniforme de nuestros
predecesores y de la disciplina eclesiástica, que no aprueban los matrimonios
entre ambas partes heréticas o entre una parte católica y herética otra, y eso
mucho menos en el caso en que sea menester de dispensa en algún grado... (Dz
1.496).
Todos los primos como hermanos |
Un grupo de 26 líderes
religiosos en Estados Unidos, en diciembre de 2010 expresaron su apoyo al matrimonio natural conformado por un
hombre y una mujer, a través de una carta abierta titulada "La Protección del Matrimonio: Un compromiso
compartido".
Líderes anglicanos,
bautistas, católicos, evangélicos, judíos, luteranos, sikhs, entre otros,
firmaban este compromiso en el que se lee: "el matrimonio es la permanente y fiel unión de
un hombre y una mujer. Como tal, el matrimonio es la base
natural de la familia. El matrimonio es una institución fundamental orientada
al bien de toda la sociedad, no solo de las comunidades religiosas".
También Mons. Timothy Dolan, uno
de los papables en el Cónclave de 2013, en 2010 fue elegido Presidente de la
Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB), y firmante del
compromiso, señaló al respecto que "el
amplio consenso reflejado en esta carta es claro: la ley del matrimonio no tiene que ver con imponer la religión a
nadie, sino con la protección del bien común para todos".
En Amoris
laetitie, Francisco dice que “tenemos
que ser humildes y realistas, para reconocer que a veces nuestro modo de
presentar las convicciones cristianas, y la forma de tratar a las personas, han
ayudado a provocar lo que hoy lamentamos, por lo cual nos corresponde una
saludable reacción de autocrítica. Por otra parte, con frecuencia presentamos
el matrimonio de tal manera que su fin unitivo, el llamado a crecer en el amor
y el ideal de ayuda mutua, quedó opacado por un acento casi excluyente en el
deber de la procreación” (AL, 36).
“Tenemos dificultad para
presentar al matrimonio más como un camino dinámico de desarrollo y realización
que como un peso a soportar toda la vida. También nos cuesta dejar espacio a la
conciencia de los fieles, que (…) pueden desarrollar su propio discernimiento
ante situaciones donde se rompen todos los esquemas. Estamos llamados a formar
las conciencias, pero no a pretender sustituirlas” (AL, 37).
No hay comentarios:
Publicar un comentario