jueves, 16 de noviembre de 2017

CIENCIA Y FE SIN CONFLICTOS

La Ciencia y la Fe se complementan



Cada 15 de noviembre el santoral celebra a san Alberto “magno” (+1280 con 74 años), dominico que era geógrafo, astrónomo, físico, químico y teólogo y supo compaginar la armonía entre la Ciencia y la Fe, convencido de que todo el cosmos es obra de Dios y cualquier criatura, por insignificante que sea, esconde la sabiduría, el poder y la bondad divinas.

El papa emérito Benedicto XVI glosando su vida y su obra (Aud Gral 100324) comentó que Alberto enseñó la armonía entre la ciencia y la fe, aunque alguna vez en la historia se han dado desencuentros, y por su apertura de mente, inició la acogida del pensamiento de Aristóteles, filosofía pagana pre-cristiana, lo cual fue una auténtica revolución.

A sus 70 años, se enteró que en la universidad de París, en acto póstumo, a impulso del obispo Esteban Tempier, se iban a condenar las tesis tomistas y a quemar las obras del aquinate. Entonces  emprendió el largo viaje para defender la memoria de su discípulo y servir a la verdad.

El afán científico crece siglo tras siglo y en estos últimos tiempos es difícil encontrar a alguien que no haya oído hablar de la teoría del Big Bang cuyo padre fue el sacerdote católico belga Georges Lemaître (1894 – 1966), pero también otros muchos han aportado su granito o puñado de arena.

Einstein y Lemaître
Ahora sabemos que si se llevan las ecuaciones de Einstein a su conclusión lógica, muestran que el Universo ha tenido un comienzo singular. Esto es lo que antes había afirmado Lemaître en 1931, que el Universo había tenido origen en una gran explosión. Si el universo se expande a un ritmo determinado, se puede invertir esta expansión y calcular aproximadamente cuándo se inició la expansión y así también podemos calcular su edad.

Lemaître que no veía ningún conflicto entre sus descubrimientos científicos y su fe; sino que se complementan armoniosamente, en 1935, al recibir una distinción de manos del rey Leopoldo III de Bélgica, afirmó: “La ciencia es bella, merece ser amada por ella misma, pues es reflejo del pensamiento creador de Dios”.

Antes, en febrero de 1933, en una entrevista en el New York Times Magazine confesaba: “Yo me interesaba por la verdad desde el punto de vista de la salvación y desde el punto de vista de la certeza científica. Me parecía que los dos caminos conducen a la verdad, y decidí seguir ambos. Nada en mi vida profesional, ni en lo que he encontrado en la ciencia y en la religión, me ha inducido jamás a cambiar de opinión”.

Lemaître jamás utilizó la ciencia en beneficio de la fe haciendo decir a la ciencia algo más de lo que es capaz.

La Fe no entra en colisión con la Ciencia pues ambas se sitúan en niveles distintos. Está claro que Dios no actúa en el plano de las casualidades creadas sino en el trascendente y respeta las causas segundas. Lemaître lo comprendía bien y delimitaba bien ambos campos. La Ciencia puede apuntar hacia la solución sin acabar de resolverla. Quizás por esto no estaría de acuerdo del todo con Einstein, cuando en una conferencia en el Instituto Tecnológico de California, el 7 de mayo de 1933, en la que describió el Universo en expansión, el físico alemán se levantó a la conclusión, aplaudió y dijo “Esta es la explicación más hermosa y satisfactoria de la creación que haya escuchado jamás”.

Palabras que el profesor belga encontraría matizables y así lo hizo el 10 de septiembre de 1936 en el VI Congreso Católico de Malinas, dedicado a “La cultura católica y las ciencias positivas”: “El científico cristiano (…) tiene los mismos medios que su colega no creyente. También tiene la misma libertad de espíritu, al menos si la idea que se hace de las verdades religiosas está a la altura de su formación científica. Sabe que todo ha sido hecho por Dios, pero sabe también que Dios no sustituye a sus creaturas (…) La revelación divina no nos ha enseñado lo que éramos capaces de descubrir por nosotros mismos, al menos cuando esas verdades naturales no son indispensables para comprender la verdad sobrenatural.
Por tanto, el científico cristiano va hacia adelante libremente, con la seguridad de que su investigación no puede entrar en conflicto con su fe (…) pero el creyente tiene la ventaja de saber que el enigma tiene solución, que la escritura subyacente es al fin y al cabo la obra de un Ser inteligente (…) En cierto sentido, el científico prescinde de su fe en su trabajo, no porque esa fe pudiera entorpecer su investigación, sino porque no se relaciona directamente con su actividad científica”.

Lo que es no es defendible es deducir de la ciencia una “fe”, como la visión naturalista, donde el Universo se explique a sí mismo como en alguna ocasión ha declarado Hawking al sostener que “El universo podría ser auto-contenido y completamente determinado por las leyes de la ciencia"; incluso ha hablado de una “auto-creación” intentando englobar el Big Bang en una teoría más amplia que evite la singularidad inicial.

Benedicto XVI con Hawking
Benedicto XVI, en un encuentro en abril de 2006, dijo: “Me parece casi increíble que coincidan una invención del intelecto humano y la estructura del Universo: la matemática inventada por nosotros nos da realmente acceso a la naturaleza del Universo y nos permite utilizarlo (…) Creo que esta coincidencia entre lo que nosotros hemos pensado y el modo como se realiza y se comporta la naturaleza son un enigma y un gran desafío (…) El conocimiento cada vez más preciso del Universo, que huye de todo reduccionismo, nos habla patentemente de un Logos Creador que por la fe sabemos que es Amor”.

El papa Francisco el 28 de noviembre de 2016 tuvo un encuentro con Stephen Hawking que participaba el 2 de diciembre en Roma, en el homenaje preparado en la Academia de Bélgica en honor del presbítero Lemaître.

Hawking  se vio cara a cara con Francisco días después de que el astrofísico británico asegurará que preguntarse sobre “qué había antes del Big Bang” carece de sentido, debido a que “es como cuestionarse qué hay al sur del Polo Sur”.

Hawking participó en el encuentro ‘Ciencia y sostenibilidad’, organizado por la Pontificia Academia de las Ciencias y que se celebró hasta el 29 de noviembre en la Casina Pío IV del Vaticano.

El Papa latinoamericano considera a Dios como un Padre de misericordia infinita, más grande del Universo que ha creado, el mismo que estudia Hawking desde hace décadas y que considera surgió de la nada y sin intervención divina.

Hawking consideró que “el descubrimiento de la expansión del Universo” ha sido uno de los descubrimientos “intelectuales más importantes” de los últimos tiempos.

“El mensaje de la ciencia es que somos hijos de una lógica y no del caos”, dijo el físico nuclear italiano Antonino Zichichi y colega de Hawking a Radio Vaticano.


Specola vaticana
Anteriormente el papa Francisco –citando a Juan Pablo II- había alentado a mejorar el diálogo entre la ciencia y la fe pues se debe alentar y progresar en profundidad y amplitud. Así que pidió a la Iglesia que se promueva la auténtica ciencia ante los 36 participantes en el Simposio internacional de la Specola vaticana que tuvo lugar en septiembre de 2015 y estuvo organizado con ocasión del octogésimo aniversario de fundación del observatorio astronómico vaticano de Castel Gandolfo, que cuenta hoy con un nuevo director: el jesuita Guy Joseph Consolmagno, miembro de la Specola y presidente de la Vatican Observatory Foundation.

La idea de la compatibilidad entre la ciencia y la fe ya está anunciada en la Biblia: las cosas buenas que están ala vista, fascinados por su hermosura. por la magnitud y belleza de las criaturas, se percibe por analogía el que les dio el ser. su apariencia los subyuga porque es bueno lo que ven (cf Sab 13, 1-9)

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