Por el cuidado de la casa común
Cada
1 de septiembre se celebra la Jornada
Mundial de oración por el cuidado de la casa común, instituida en 2015 por
el papa Francisco y el Patriarca Ortodoxo de Constantinopla Bartolomé. «Como
cristianos, queremos ofrecer nuestra contribución para
superar la crisis ecológica que está viviendo la humanidad», escribe el Papa en la carta
dirigida a los presidentes de los Consejos pontificios para la promoción de la
Unidad de los cristianos y de Justicia y Paz.
Y añadía: "La Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación, que se
celebrará anualmente, ofrecerá a cada creyente y a las comunidades una valiosa
oportunidad de renovar la adhesión personal a la propia vocación de custodios
de la creación, elevando a Dios una acción de gracias por la maravillosa
obra que Él ha confiado a nuestro cuidado, invocando su ayuda para la
protección de la creación y su misericordia por los pecados cometidos contra el
mundo en el que vivimos".
En ese renovar la adhesión personal
a la propia vocación de cada ser humano, sin distingos de raza, color, religión
ni época de la historia, ayuda mucho, pero que mucho, releer la encíclica “Alabado sea” (AS) –en su momento llamada
encíclica verde- que el papa Francisco
escribió en Pentecostés de 2015.
Quiero proponer a los cristianos
algunas líneas de espiritualidad ecológica (…) donde la espiritualidad no está
desconectada del propio cuerpo ni de la naturaleza o de las realidades de este
mundo, sino que se vive con ellas y en ellas, en comunión con todo lo que nos
rodea (AS 216).
Crece una sincera y dolorosa preocupación por lo que está
ocurriendo con nuestro planeta (...) y que ya no podemos esconder debajo de la
alfombra (AS 19). Podemos ser testigos mudos de gravísimas inequidades cuando
se pretende obtener importantes beneficios haciendo pagar al resto de la
humanidad, presente y futura, los altísimos costos de la degradación ambiental
(AS 36).
Tenemos que reconocer que algunos
cristianos (…) suelen burlarse de las preocupaciones por el medio ambiente.
Otros son pasivos (…) y se vuelven incoherentes. Les hace falta entonces una conversión ecológica (…) Vivir la vocación de ser
protectores de la obra de Dios es parte esencial de una existencia virtuosa, no
consiste en algo opcional (AS 217). Los creyentes podemos reconocer que (…) hemos sido infieles al
tesoro de sabiduría que debíamos custodiar (AS 200).
La tecnología que, ligada a las finanzas, pretende ser la única
solución de los problemas (AS 20). El sistema industrial (…) no ha desarrollado
la capacidad de absorber y reutilizar residuos y desechos (AS 22)
Hay un consenso científico muy consistente que indica que nos
encontramos ante un preocupante calentamiento del sistema climático (…) La
humanidad está llamada a tomar conciencia de la necesidad de realizar cambios
de estilos de vida, de producción y de consumo, para combatir este
calentamiento o, al menos, las causas humanas que lo producen o acentúan (As
23).
Conocemos bien la imposibilidad de sostener el actual nivel de
consumo de los países más desarrollados y de los sectores más ricos de las
sociedades, donde el hábito de gastar y tirar alcanza niveles inauditos (AS 27).
Es muy noble asumir el deber de cuidar
la creación con pequeñas acciones cotidianas, y es maravilloso que la educación
sea capaz de motivarlas (…) reutilizar algo en lugar de desecharlo rápidamente,
a partir de profundas motivaciones, puede ser un acto de amor que exprese
nuestra propia dignidad (AS 211).
Junto con la importancia de los
pequeños gestos cotidianos, el amor social nos mueve a pensar en grandes
estrategias que detengan eficazmente la degradación ambiental y alienten una cultura del cuidado que impregne toda la sociedad (AS 231).
Procurar que las soluciones se propongan desde una perspectiva
global y no sólo en defensa de los intereses de algunos países (AS 164). El
marco político e institucional no existe sólo para evitar malas prácticas, sino
también para alentar las mejores prácticas, para estimular la creatividad que
busca nuevos caminos, para facilitar las iniciativas personales y colectivas
(AS 177).
Prestar atención a la belleza y amarla
nos ayuda a salir del pragmatismo utilitarista (AS 215).
Es insostenible el comportamiento de aquellos que consumen y
destruyen más y más, mientras otros todavía no pueden vivir de acuerdo con su
dignidad humana (AS 193).
La espiritualidad cristiana propone un
crecimiento con sobriedad y una capacidad de gozar con poco. Es un retorno a la
simplicidad (…) sin apegarnos a lo que tenemos ni entristecernos por lo que no
poseemos (AS 222).
Francisco acaba la
“encíclica verde” invocando la «intercesión
de la Madre de Dios María Santísima y de san Francisco de Asís, cuyo Cántico de
las Criaturas mueve a tantos hombres y mujeres de buena voluntad a vivir
alabando al Creador y respetando la creación».
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