viernes, 1 de septiembre de 2017

ESPIRITUALIDAD ECOLÓGICA

Por el cuidado de la casa común



Cada 1 de septiembre se celebra la Jornada Mundial de oración por el cuidado de la casa común, instituida en 2015 por el papa Francisco y el Patriarca Ortodoxo de Constantinopla Bartolomé. «Como cristianos, queremos ofrecer nuestra contribución para superar la crisis ecológica que está viviendo la humanidad», escribe el Papa en la carta dirigida a los presidentes de los Consejos pontificios para la promoción de la Unidad de los cristianos y de Justicia y Paz.

Y añadía: "La Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación, que se celebrará anualmente, ofrecerá a cada creyente y a las comunidades una valiosa oportunidad de renovar la adhesión personal a la propia vocación de custodios de la creación, elevando a Dios una acción de gracias por la maravillosa obra que Él ha confiado a nuestro cuidado, invocando su ayuda para la protección de la creación y su misericordia por los pecados cometidos contra el mundo en el que vivimos".

En ese renovar la adhesión personal a la propia vocación de cada ser humano, sin distingos de raza, color, religión ni época de la historia, ayuda mucho, pero que mucho, releer la encíclica “Alabado sea” (AS) –en su momento llamada encíclica verde-  que el papa Francisco escribió en Pentecostés de 2015.

Quiero proponer a los cristianos algunas líneas de espiritualidad ecológica (…) donde la espiritualidad no está desconectada del propio cuerpo ni de la naturaleza o de las realidades de este mundo, sino que se vive con ellas y en ellas, en comunión con todo lo que nos rodea (AS 216).

Crece una sincera y dolorosa preocupación por lo que está ocurriendo con nuestro planeta (...) y que ya no podemos esconder debajo de la alfombra (AS 19). Podemos ser testigos mudos de gravísimas inequidades cuando se pretende obtener importantes beneficios haciendo pagar al resto de la humanidad, presente y futura, los altísimos costos de la degradación ambiental (AS 36).

Tenemos que reconocer que algunos cristianos (…) suelen burlarse de las preocupaciones por el medio ambiente. Otros son pasivos (…) y se vuelven incoherentes. Les hace falta entonces una conversión ecológica (…) Vivir la vocación de ser protectores de la obra de Dios es parte esencial de una existencia virtuosa, no consiste en algo opcional (AS 217). Los creyentes podemos reconocer que (…) hemos sido infieles al tesoro de sabiduría que debíamos custodiar (AS 200).

La tecnología que, ligada a las finanzas, pretende ser la única solución de los problemas (AS 20). El sistema industrial (…) no ha desarrollado la capacidad de absorber y reutilizar residuos y desechos (AS 22)

Hay un consenso científico muy consistente que indica que nos encontramos ante un preocupante calentamiento del sistema climático (…) La humanidad está llamada a tomar conciencia de la necesidad de realizar cambios de estilos de vida, de producción y de consumo, para combatir este calentamiento o, al menos, las causas humanas que lo producen o acentúan (As 23).

Conocemos bien la imposibilidad de sostener el actual nivel de consumo de los países más desarrollados y de los sectores más ricos de las sociedades, donde el hábito de gastar y tirar alcanza niveles inauditos (AS 27).

Es muy noble asumir el deber de cuidar la creación con pequeñas acciones cotidianas, y es maravilloso que la educación sea capaz de motivarlas (…) reutilizar algo en lugar de desecharlo rápidamente, a partir de profundas motivaciones, puede ser un acto de amor que exprese nuestra propia dignidad (AS 211).

Junto con la importancia de los pequeños gestos cotidianos, el amor social nos mueve a pensar en grandes estrategias que detengan eficazmente la degradación ambiental y alienten una cultura del cuidado que impregne toda la sociedad (AS 231).

Procurar que las soluciones se propongan desde una perspectiva global y no sólo en defensa de los intereses de algunos países (AS 164). El marco político e institucional no existe sólo para evitar malas prácticas, sino también para alentar las mejores prácticas, para estimular la creatividad que busca nuevos caminos, para facilitar las iniciativas personales y colectivas (AS 177).

Prestar atención a la belleza y amarla nos ayuda a salir del pragmatismo utilitarista (AS 215).

Es insostenible el comportamiento de aquellos que consumen y destruyen más y más, mientras otros todavía no pueden vivir de acuerdo con su dignidad humana (AS 193).

La espiritualidad cristiana propone un crecimiento con sobriedad y una capacidad de gozar con poco. Es un retorno a la simplicidad (…) sin apegarnos a lo que tenemos ni entristecernos por lo que no poseemos (AS 222).

Francisco acaba la “encíclica verde” invocando la «intercesión de la Madre de Dios María Santísima y de san Francisco de Asís, cuyo Cántico de las Criaturas mueve a tantos hombres y mujeres de buena voluntad a vivir alabando al Creador y respetando la creación».

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