domingo, 23 de julio de 2017

SOBRE EL TRANS-HUMANISMO

Sin miedo al progreso


El trans - humanismo es un movimiento cultural e intelectual internacional que tiene como eventual objetivo transformar la condición humana mediante el desarrollo y fabricación de tecnología ampliamente disponible, que mejore las capacidades humanas, tanto a nivel físico como psicológico o intelectual.

Buscar mejorar o desarrollar cualquier cosa, también el homínido sapiens sapiens, no solamente hay que tolerarlo sino, al revés, colaborar cada uno de acuerdo con sus capacidades y talentos. El progreso de la humanidad es tarea de todos y no solamente de unos pocos.

Pero como siempre, ronda el peligro de degradar el uso y caer en el abuso, por exceso, así como en el inmovilismo físico y mental, por defecto.

Por eso los pensadores trans-humanistas estudian los posibles beneficios y peligros de las nuevas tecnologías que podrían superar las limitaciones humanas fundamentales. Especulan sosteniendo que los seres humanos pueden llegar a ser capaces de transformarse en seres con extensas capacidades, merecedores de la etiqueta “posthumano”.

El significado contemporáneo del término trans-humanismo fue forjado por uno de los primeros profesores de futurología, Fereidoun M. Esfandiary, alrededor de 1960, cuando comenzó a identificar a las personas que adoptan tecnologías, estilos de vida y visiones del mundo transicionales.

Influenciado por trabajos y obras primarias de ciencia ficción, la visión trans-humanista de una futura humanidad diferente ha atraído a muchos partidarios y detractores de una amplia gama de perspectivas. Francis Fukuyama lo valora como «la idea más peligrosa del mundo», mientras que Ronald Bailey considera que es un «movimiento que personifica las más audaces, valientes, imaginativas e idealistas aspiraciones de la humanidad».

Algunos autores consideran que la humanidad ya es actualmente trans-humana, porque los progresos médicos en los últimos siglos han alterado de manera significativa nuestra especie. 

Yo me pregunto que si no puede considerarse ya un cambio trans-humano el que se produjo hace muchos siglos con los homínidos Cromagnon, Neandertal y Homo sapiens.

Si esos homínidos fueran especies distintas no se podrían haber cruzado pero los datos actuales científicos parecen concluir que si se cruzaron pues nosotros, los sapiens, tenemos un % de genes de ellos. Sapiens y Neandertal se cruzaron durante unos 40 ó 60 mil años aunque es reciente la tesis de que ocurrió durante unos 100 mil años.

O bien, me pregunto si no es un trans-humanismo el paso del hombre de la edad de piedra a la de hierro y luego a la de bronce. Y no me cuesta nada “ver” los cenizos de entonces que pondrían el grito en el cielo y clamaban: ¡a dónde vamos a llegar! Descubrir con el fuego el poder moldear el hierro es fantástico aunque no cabe duda de que alguno podrá utilizar el hierro para fabricar espadas en vez de arados.

Se dice que el trans-humanismo viene detrás del post-humanismo que buscaba progresar deshaciéndose del humanismo medieval heredado y construido con una religión concreta y creando entonces una cultura que excluye las demás y elimina a quien piense diferente.

Erasmo de Rotherdam
Yo me pregunto, ¿cómo sería el humanismo que en el siglo XVI echaron en falta Thomas Moore, Luis Vives, Erasmo y tantos otros y que dio pie al Renacimiento? ¿Por qué echaron en falta el humanismo o la cultura greco-romana para restaurar los valores humanos? Creo que la respuesta es obvia y demuestra que uno puede pasarse (abusar) con lo sobrenatural y despreciar lo natural. Creo que no puede dejar indiferente a ningún creyente y practicante lo que escribió el papa emérito Benedicto XVI, tan comedido en sus enseñanzas, en la Encíclica “Dios es amor” en la que nos dice que “hoy se reprocha a veces al cristianismo del pasado haber sido adversario de la corporeidad y, de hecho, siempre se han dado tendencias de este tipo” (DCE, 5).

Por tanto parece muy acertado y correcto querer “descristianizar” la cultura occidental europea (o sea la Cristiandad) que durante siglos se estuvo imponiendo no solo en Europa, incluyendo los pueblos “bárbaros” al norte del Imperio romano, sino por todo el planeta, arrasando culturas y pueblos aborígenes de los otros continentes no europeos. Los creyentes misioneros que han sabido hacer bien la evangelización con la inculturación perfecta, son las excepciones que las ha habido pero lamentablemente pueden contarse con los dedos de las manos. Se ha ido implantando esa cultura monopolizante que inventaron eclesiásticos, dejando el Evangelio en el congelador.

La idea de los trans-humanizadores es eliminar las diferencias en todos los campos de la vida: varones y mujeres; ricos y pobres; sabios e ignorantes, creyentes y no creyentes (en lo que sea), etc… Me pregunto si no es lamentable el haber contribuido a llegar a la situación actual en la que no todos los hombres son iguales, que el varón es superior a la mujer y ella es su esclava. No es de recibo mirar para otro lado cuando unos pocos ricachones (y ladrones la mayoría de ellos) degradan a los demás humanos, organizando las cosas para que sean millones los que se mueren a diario de hambre. Etc.

Al aplicar el trans-humanismo que pide borrar las diferencias, cabe caer en la trampa del abuso sobre la masculinidad y la feminidad. Borrar las diferencias, para poner las cosas como Dios quiere, no es llamar al pan frush y al vino frolo.

Es necesario reconocer que todas las culturas existentes son buenas pero ninguna es perfecta; en todas y en cada una está el trigo mezclado con la cizaña. Será un error morrocotudo el pasarse por el extremo que absolutiza la bondad de cada cultura y que exige que las culturas no se mezclen y que no se enriquezcan mutuamente; que se “respeten”. Se ha perdido la noción de la verdadera tolerancia.

Habría que valorar eso de que antaño las culturas se mezclaban y se enriquecían mutuamente viendo lo que pasó con la llamada conquista del nuevo mundo con los católicos españoles y portugueses, o lo que hicieron los anglicanos por esos mundos de Dios en Norteamérica, en la India, etc…
Genghis Khan
¿Qué hizo Atila cuando arrasó toda Europa o Genghis Khan quien desde Mongolia arrasó gran parte de China, la India y puso sus pies en el Mediterráneo?

Es muy fuerte la actual gran esperanza de muchos/as aborígenes latinoamericanos  han puesto con el papa Francisco que viene reconociendo el dolor que sufren esas personas por la voracidad de unos pocos desalmados. Su mensaje circula desde México hasta la Patagonia. El papa, en su visita a Chiapas -como tantas veces y en tantos lugares hiciera en su día el anterior papa Juan Pablo II-, pidió perdón por el maltrato que vienen recibiendo en sus tierras, en sus culturas  y en sus personas.

Es lamentable que los dominicos tuvieran una época sombría con la Inquisición arrastrados por el orgullo de pensar que eran los dueños de la verdad. Luego solo algunos de la Universidad de Salamanca se implicaron en la defensa de la dignidad de los indios nativos del nuevo continente y yendo a contracorriente, se plantearan estudiar si los indígenas del nuevo mundo eran seres humanos o no. Los negros del África subsahariana eran considerados –sin ninguna duda- inhumanos, unos animales irracionales más.

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