viernes, 31 de marzo de 2017

UN PELIGRO PARA LA IGLESIA

El peor no es el enemigo de fuera


El papa Francisco hoy (30 marzo 2017) en una audiencia a los 50 participantes del 138° Capítulo General de la Orden de los Padres Somascos, también conocida como Compañía de los Siervos de los Pobres, advirtió que “el clericalismo es un grave peligro para la Iglesia, uno de los más graves y más fuertes”. Les animó a trabajar “«con los laicos»: que sean ellos los que vayan adelante, los que tengan la valentía de ir adelante, y vosotros sostenedles y ayudadles como sacerdotes, como religiosos”.

Marc Ouellet
No es la primera vez que Francisco se refiere a este peligro real y por eso tengo colgados varios post sobre el tema: Los laicos bautizados (16-02-1017), Lo que hay que reformar-1: el clericalismo (22-06-2016) y otros más, comentando, por ejemplo, la carta al Cardenal Marc Ouellet, Presidente de la Pontificia Comisión para América Latina, en la que habla de la misión de los laicos que es una de las mayores riquezas del Concilio Vaticano II.

El 13 de diciembre de 2016, en la homilía matutina en santa Marta, también decía que “es un mal presente también hoy en la Iglesia y la víctima es el pueblo, que se siente descartado y abusado. El pueblo humilde y pobre que tiene fe en el Señor es víctima de los «intelectuales de la religión»”.

El clericalismo tiene su influencia y fundamento no solo de puertas para adentro, con los bautizados, sino también de puertas para afuera, con el fin de que el clero consiga imponer legalmente privilegios y logre aumentar el poder temporal, si es el caso. El clericalismo es una enfermedad como el militarismo. Nadie dice que no tenga que haber clero ni que no haya militares, pero… ¡en su sitio!

Coronación de Carlomagno
Para los clericales es evidentemente un peligro enorme la nueva cultura que se va abriendo camino al margen del Evangelio o en su contra, en lo que se refiere a lo público o social; lo de todos. Dos mil años de historia no desaparecerán de un plumazo pero como afirmaba san Juan Pablo II, Europa ha dejado de ser “sociedad cristiana” (NMI, 40). Aquello era un cristianismo medieval que, olvidando el Evangelio, mezcló la sociedad civil con la eclesial; confundió el mundo con la Iglesia; se olvidó de que la misión suya es ser fermento y no masa; etc.

Quizá la radical separación de la Iglesia y del Estado que proponen hoy día algun@s, exige a los honrados comprender y nominar sus causas. Son muchos siglos en que la separación buena no ha existido; así por ejemplo, y para no ir más lejos, en la Hispania visigoda, donde se instauró desde san Isidoro de Sevilla y el IV concilio de Toledo, en el 633 dC.

Coronación de Napoleón
Buscar la correcta separación ya lo pedía también Benedicto XVI (DCE, 28), recordando que no es una opinión opinable o una táctica circunstancial, sino que “es un elemento fundamental de la estructura del cristianismo”.

No me extrañaría que Dios quisiera o permitiera ahora que Europa deje de ser “cristiana” en ese aberrante sentido medieval. Del templo de Jerusalén no queda piedra sobre piedra desde el año 70 aunque el pueblo judío sigue existiendo y el templo era su orgullo.

Evangelizar, que es la misión de la Iglesia, es cristianizar una cultura, que no es destruirla y por eso hay que esforzarse por comprender el mundo, sus problemas, sus esperanzas, su evolución. En una situación de gran complejidad como la actual, puede haber una tentación casi imperceptible de no entrar al juego por considerar que está mal planteado de raíz, o que hay mucha corrupción e intereses de parte en el mundo artístico, político, económico, etc… y no hay nada que hacer. Este esforzarse en comprender exige leer y estar al corriente de los cambios, participar en el diálogo cultural, superar las tendencias, eliminar tics, etc.

Cabe evidentemente preguntarse si hay estructuras cristianas y no cristianas, pero seguro que pasa aquí como en otros ámbitos de la humanidad que sabe a ciencia cierta que hay Matemáticas cristianas y no cristianas. Tanto las Matemáticas como las estructuras serán correctas o no, las sostenga o las idee un cristiano o un pagano, porque 2 + 2 son 4 para cristianos y no cristianos. Juan Pablo II ya recordó que “la Iglesia no propone una Filosofía propia ni canoniza una filosofía particular. La expresión Filosofía cristiana no (…) pretende aludir a una Filosofía oficial de la Iglesia puesto que la fe como tal no es una Filosofía” (cfr Fides et ratio), aunque se venga creyendo y afirmando lo contrario desde la Edad Media.

La llamada “cristiandad” o “sociedad cristiana” medieval fue una forma (discutible y mucho) de organizar Europa cuando la Iglesia tuvo como ley fundamental el clericalismo. Y lo triste es que se exportó ese esquema a los cinco continentes. No será fácil poner las cosas en su sitio.

San Cayetano,
cofundador de los teatinos
Los Somascos (recibidos por el papa Francisco) son Clérigos Regulares que es una nueva forma de vida apostólica y religiosa nacida en la Iglesia a mitad del segundo milenio, en el año 1.500, después de la Orden de los Teatinos, en tiempos de la Reforma luterana y de la Contrarreforma tridentina católica.

Su novedad radica en el afán de volver la mirada a los primeros discípulos de Cristo, a los que se comprometieron a llevar una vida de renuncia de los bienes terrenos y del amor humano y profesaron una total disponibilidad para servir a la Iglesia. Algunas de esas características no eran tenidas en cuenta por la generalidad de los discípulos de las primeras generaciones.

Este ideal, que se mantuvo vivo y actualizado a lo largo del primer milenio por los monjes, fue una novedad novedosa aportada por el movimiento espiritual aparecido en aquel momento, que se llamó la "Devotio Moderna". Entonces la Iglesia, con el Concilio de Trento, iniciaba su Contrarreforma, que intentó hacer posible apoyándose en las Órdenes de Clérigos Regulares.

Los Clérigos regulares son sacerdotes y, al mismo tiempo, religiosos pues desean vivificar su sacerdocio con la profesión de los votos y de la Vida Común, que garantizan y estimulan su ansia de perfección y de servicio a las almas.

Con los Somascos son también Clérigos Regulares los Teatinos, los Barnabitas, los Jesuitas, los Camilos, los Clérigos regulares menores y los Clérigos regulares de las escuelas pías (escolapios).

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