jueves, 2 de marzo de 2017

ESTRUCTURAS ECONÓMICO – POLÍTICAS

Ni capitalismo ni socialismo salvajes.


Lo que el actual papa Francisco viene enseñando también en estos “detalles” de la doctrina social de la Iglesia, es más de lo mismo con respecto a sus antecesores, sobre todo los del siglo XX. No puede ser de otra manera pues los principios (sólo los principios) son inalterables. Por eso no hay que extrañarse o sorprenderse por lo que en la encíclica ecológica “Laudato Si” (LS) de mayo de 2015 nos dice tanto de ecología como de economía. No inventa; recuerda que es la actitud correcta de la pastoral.

En esta Cuaresma Francisco pide en su mensaje meditar sobre el dinero y examinar su uso y en LS recordaba al papa polaco: Hace varias décadas que el papa hoy san Juan Pablo II enseñaba que “La Iglesia reconoce la justa función de los beneficios, como índice de la buena marcha de la empresa (...) sin embargo no son el único índice (...) Es posible que los balances económicos sean correctos y que al mismo tiempo los hombres, que constituyen el patrimonio más valioso de la empresa, sean humillados y ofendidos en su dignidad. Queda mostrado cuán inaceptable es la afirmación de que la derrota del socialismo deje al capitalismo como único modelo de organización económica” (Centesimus annus, 35).


Benedicto XVI, en septiembre de 2007, glosando la parábola evangélica del administrador injusto (Lc 16,9), ya habló acerca del uso del dinero y de los bienes materiales. Recordó que el dinero no es en sí injusto y su uso correcto conlleva la mentalidad de no usar los bienes sólo para el propio interés sino también para atender a las necesidades de los pobres. El lucro en su justa medida es naturalmente lícito pues es causa de progreso pero no hay que olvidar la equitativa distribución de los bienes –solidaridad- que no se contraponen entre sí.
El capitalismo, recordando la Centesimus annus de Juan Pablo II –sigue diciendo el papa Ratzinger-, no es el único modelo válido del sistema económico.
Digo yo que la equitativa distribución de la riqueza no puede ser monopolio del socialismo que, al menos por ahora, parece que de verdad rompió con el comunismo y defiende la economía de mercado (justa) y la propiedad privada porque “es de cajón”.

Como hay continuidad en el magisterio, la encíclica verde recuerda que ya san Juan Pablo II había advertido que el ser humano parece «no percibir otros significados de su ambiente natural, sino solamente aquellos que sirven a los fines de un uso inmediato y consumo» (Redemptor hominis, 15) (…) Toda pretensión de cuidar y mejorar el mundo supone cambios profundos en «los estilos de vida, los modelos de producción y de consumo, las estructuras consolidadas de poder que rigen hoy la sociedad» (Centesimus annus, 58)” (LS, 5).

Mi predecesor Benedicto XVI –sigue diciendo Francisco- renovó la invitación a «eliminar las causas estructurales de las disfunciones de la economía mundial» (Discurso al Cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, 8-I-2007) (LS, 6).


Conocemos bien la imposibilidad de sostener el actual nivel de consumo de los países más desarrollados y de los sectores más ricos de las sociedades, donde el hábito de gastar y tirar alcanza niveles inauditos (LS, 27).
No sé yo si esos malos hábitos son monopolio de los capitalistas o también los tienen los socialistas.

Llama la atención la debilidad de la reacción política internacional. El sometimiento de la política ante la tecnología y las finanzas se muestra en el fracaso de las Cumbres mundiales sobre medio ambiente (LS, 54).

Los poderes económicos continúan justificando el actual sistema mundial, donde priman una especulación y una búsqueda de la renta financiera que tienden a ignorar todo contexto y los efectos sobre la dignidad humana y el medio ambiente (…) el poder conectado con las finanzas es el que más se resiste (…) y los diseños políticos no suelen tener amplitud de miras (LS, 56 y 57).
No sé si la apatía o resistencia (oídos sordos) de los gobernantes es solo de los capitalistas o también de los socialistas ya una vez sentados en el sillón del poder.

El principio de la subordinación de la propiedad privada al destino universal de los bienes y, por tanto, el derecho universal a su uso –sigo con LS- es una «regla de oro» del comportamiento social y el «primer principio de todo el ordenamiento ético-social» (…) La tradición cristiana nunca reconoció como absoluto o intocable el derecho a la propiedad privada y subrayó la función social de cualquier forma de propiedad privada. San Juan Pablo II recordó con mucho énfasis esta doctrina (LS, 93).
Aquí está, creo yo, la clave tanto para el capitalismo como para el socialismo. Ni todo es propiedad privada, ni todo ha de ser propiedad pública y por ello guerra a lo privado para negarle sus derechos.

El paradigma tecnocrático también tiende a ejercer su dominio sobre la economía y la política (…) Las finanzas ahogan a la economía real (LS, 109).

La política no debe someterse a la economía y ésta no debe someterse a los dictámenes y al paradigma eficientista de la tecnocracia (…) la economía real (…) hace posible que se diversifique y mejore la producción, que las empresas funcionen adecuadamente, que las pequeñas y medianas empresas se desarrollen y creen empleo (LS, 189).

El principio de maximización de la ganancia (…) es una distorsión conceptual de la economía (LS, 195).

Entiendo que las estructuras económicas pueden ser de rango internacional, nacional, autonómico, local y personal. La verdad verdadera sirve para iluminar cualquiera de ellos.

¡Qué bien vendría que en los planes educativos hubiera un asignatura que enseñara a los jóvenes a desarrollar la mentalidad económica y a la vez ayudarles a formarse una buena mentalidad jurídica. Ambas me parecen imprescindibles para andar por esta vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario