jueves, 16 de febrero de 2017

LOS LAICOS BAUTIZADOS



Del 13 al 18 de febrero de este 2017 está teniendo lugar en Roma un congreso internacional que lleva por título “Laicado y Misión” para profundizar el papel del laicado en la evangelización y buscar sugerencias y propuestas concretas para que las diócesis orienten y acompañen a los laicos que se sientan llamados a la misión.

No dudo que cada día haya más laic@s llamados a la misión, llamados en sentido jurídico, con el derecho canónico en la mano. Pero me interesan también, y mucho más, el otro 98% que no serán nunca llamados jurídicamente.

El congreso lo organiza la entidad vaticana de las Obras Misionales Pontificias (OMP) en el Centro Internacional de Animación Misionera (CIAM).

Los expertos constatan hoy día que se está registrando una nueva realidad en la vida misionera de la Iglesia pues la misión ad gentes no es algo exclusivo de los sacerdotes y consagrados, sino que cada vez más laicos están siendo llamados a evangelizar por todo el mundo. ¡qué pensarán los primeros cristianos que evangelizaron en todos los territorios del Imperio romano sin ser llamados, ni esperando ser legalizados por la autoridad competente que en aquel tiempo no existía como ahora, y viéndonos con un rigorismo y apego enfermizo a la ley canónica.

También evangelizan aquellos cristian@s que llevan el Evangelio en su trabajo, en sus hogares, en sus lugares de descanso y diversión, en la política y en el arte, en el deporte, etc. Y esa tarea es un deber bautismal, no un mandato jerárquico.

Cardenal Ouellet
El papa Francisco escribió una carta al cardenal Marc Ouellet en marzo de 2016 en la que le recordaba que “Los laicos son protagonistas de la Iglesia y del mundo, a los que nosotros estamos llamados a servir, y no de los cuales tenemos que servirnos. Mirar al Pueblo de Dios es reconocer que todos ingresamos a la Iglesia como laicos”. con esta afirmación se defiende el pleno derecho de los laicos a trabajar a favor de la Iglesia, y no como agentes de segunda línea.

Ese derecho – deber (como le gustaría decir a Juan Pablo II) a trabajar es en la Iglesia y a favor de ella, tanto para actuar a nivel misionero o evangelizador, como para formar parte de las estructuras eclesiales vaticanas, diocesanas y parroquiales.

No es verdader@ cristian@ solamente quien tiene concedido un “ministerio laical” perpetuo concedido por el obispado correspondiente, o temporal concedido por un sacerdote para un caso concreto. Y así hace las lecturas en Misa, o es el salmista o es miembro del coro parroquial, o es del equipo de labor social para atender cáritas (parroquial o diocesana), o para formar parte del equipo de catequistas o de los que visitan enfermos, etc.

Pensar únicamente en cosas "dentro de la Iglesia o en la parroquia" es mantener la actitud reduccionista que –desgraciadamente- se implantó hace muchos siglos y por la que el 98% de los bautizados están marginados, desechados, olvidados, arrinconados... claro que la mayoría de éstos (en el paro) están sin chistar porque es más cómodo proclamar que la santidad y el apostolado es cosa de un élite, de escogidos, de superdotados. La llamada universal a la santidad que proclamó el Vaticano II (1963-65) es la esencia de ese último Concilio y recupera algo del Evangelio que estaba en el baúl de los recuerdos.

En abril de 2016 colgué un post titulado “El Pueblo de Dios, los laicos y el clericalismo” donde recordaba que en Evangelii gaudium del 24-XI-2013, el papa Francisco escribía para toda la Iglesia: la evangelización es tarea de todo el pueblo de Dios (cfr EG 11 - 134), y que “los laicos son simplemente la inmensa mayoría del Pueblo de Dios” (EG 102).

Y en aquel momento comenté el encuentro en aquel abril de la Comisión para América Latina y el Caribe, asamblea donde se debatió sobre "la participación pública del laicado en la vida de nuestros pueblos". En América latina también se tiene que pelear duro contra el defecto fosilizado del clericalismo, al que tanto se refiere el papa Francisco quien no esconde que es cáncer en la Iglesia con metástasis incluida, digo yo. Habrá algun@s laic@s que participen activamente en la política local, estatal o internacional, pero -otra vez lo mismo- ¿qué pasa con ese 98% restante?

En diciembre de 2009 me referí a “La hora de los laicos” que es como se define el momento actual a la luz de lo que el Espíritu Santo pidió a las Iglesias en el Concilio Vaticano II. Su luz incluye el proceso de la descentralización de la Iglesia que no es simple noción geográfica.

Que cada discípulo de Cristo es Iglesia, esté donde esté, aunque esté él o ella sol@, lo recordada el papa Wojtyla también al subrayar la primacía del “perfil mariano” de la Iglesia frente al “perfil petrino”, pues es prioritaria la condición de discípulo -que es la de la Virgen Santísima-  sobre la del poder y de la autoridad jerárquica del Papa y de los obispos. La Iglesia no es sino la comunidad de discípulos y a posteriori surge la estructura para servir a sus miembros. El Catecismo de la Iglesia católica lo recoge en el n. 737: “María nos precede a todos en la santidad... Por eso la dimensión mariana de la Iglesia precede a su dimensión petrina” (Mulieris dignitatem, 27).

El Código de Derecho Canónico regula la función de los laicos dentro de la Iglesia, reconociendo su capacidad para formar parte de consejos (c 228), para cooperar en la potestad de régimen (c 129), para enseñar ciencias sagradas (cc 230-231), para ser catequistas (cc 776 y 1064), para ser ecónomos de diócesis y para administrar bienes eclesiales (cc 494 y 1282), para colaborar en el poder judicial como jueces diocesanos, auditores de causas, defensores del vínculo (cc 1421, 1424, 1428 y 1434), etc. Dios quiera que no sea letra muerta.

Pero... siempre pero, ¿cuándo el Código reconocerá el derecho - deber de cada bautizado sin olvidarse de ese "resto" del 98%?

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