sábado, 7 de enero de 2017

JESÚS ES BAUTIZADO EN EL JORDÁN.

El agua bautismal en el Nuevo Testamento


Cada año, el domingo siguiente a “reyes” se conmemora el bautismo de Jesús en el Jordán a donde fue, estrenando su llamada vida pública, al encuentro de su primo Juan el bautista.

El agua –creada por el Creador y no surgida de la mano del hombre- es el elemento básico para la vida y es lo que se busca en otros planetas para encontrar justificar que los humanos no estamos solos en este cosmos. 

El agua es básica y desconcertante pues es necesaria para la vida pero, a la vez, es causa de muchas muertes. El agua es tan básica en la vida natural como en la sobrenatural, de la que también participa el hombre. El agua bautismal simplemente debe de ser agua natural. No vale una “gaseosa” o cosas así aunque tengan mucho % de agua. Sólo vale aquella que cualquier persona de cualquier raza, religión o civilización, diga que es agua.

El papa Francisco visitó el lugar que
la tradición dice que fue bautizado Jesús
“En el último día, el más solemne de la fiesta, estaba allí Jesús y clamó: "Si alguno tiene sed, venga a mí, y beba quien cree en mí. Como dice la Escritura, brotarán de su seno ríos de agua viva". Dijo esto del Espíritu que iban a recibir los que creyeran en él” (Jn 7,37-39).

“Decía Juan bautista: Yo os bautizo con agua para la conversión, pero el que viene después de mí (…) os bautizará en el Espíritu Santo y en fuego” (Mt 3, 11 y también Mc 1, 8, Lc 3, 16 y Jn 1, 26-33).

“Inmediatamente después de ser bautizado, Jesús salió del agua; y he aquí que se le abrieron los Cielos, y vio al Espíritu de Dios que descendía en forma de paloma y venía sobre él (Mt 2, 16 y también Mc 1, 10).

Jesús, cuando fue al Jordán para ser bautizado por Juan, parece que lo hizo en un bautismo general, un día corriente, sin excepciones, sin saltarse la cola. Como dirá san Pablo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de categoría de Dios, pasó como uno de tantos, vivió como un hombre cualquiera, sin parafernalia ni aparato ni privilegio alguno.

Todo bautizado, como Cristo, tiene que vivir sin hacer alarde alguno, tampoco de ser católico, ni los laicos, ni los obispos, cardenales o papas. Qué bueno sería que estuviera arraigada la limpieza evangélica en la vida de cada miembro del Pueblo de Dios y en las estructuras de la Iglesia.

El propio Jesús enseña que sus discípulos han de ser bautizados y luego les encarga que bauticen con agua.

Jesús hablando con Nicodemo
que fue a verle de noche
“Jesús contestó a Nicodemo: En verdad, en verdad te digo que si uno no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios (Jn 3, 5).

“Mientras estaba a la mesa con ellos (…) Juan bautizó con agua; vosotros, en cambio, seréis bautizados en el Espíritu Santo dentro de pocos días” (Act 1, 4-5).

“Mientras iban por el camino llegaron a un lugar donde había agua, y dijo el eunuco: Aquí hay agua, ¿qué impide que yo sea bautizado?” (Act 8, 36).


“Quedaron atónitos los fieles provenientes de la circuncisión que habían acompañado a Pedro, porque también sobre los gentiles se derramaba el don del Espíritu Santo (…) Entonces habló Pedro: ¿Podrá alguien negar el agua para no bautizar a éstos que han recibido el Espíritu Santo igual que nosotros?” (Act 10, 45-47).

“Éste es el que vino por el agua y por la sangre: Jesucristo (…) son tres los que dan testimonio: el Espíritu, el agua y la sangre, y los tres coinciden en lo mismo” (1Jn 5,6-8).

“Pues el Cordero, que está en medio del trono, será su pastor, que los conducirá a las fuentes de las aguas de la vida (Apoc 7, 17).

“Vino uno de los siete ángeles que tenían las siete copas y me habló diciendo (…) Las aguas que has visto, donde la ramera se sienta, son pueblos y muchedumbres, naciones y lenguas” (Apoc 17, 1.15).

“El Espíritu y la esposa dicen: ¡Ven!  (…) el que quiera que tome gratis el agua de la vida” (Apoc 22, 17).

“En otro tiempo incrédulos, cuando en los días de Noé (…) unos pocos -ocho personas- fueron salvados a través del agua. Esto era figura del bautismo, que ahora os salva” (1Pt 3, 20-21).

“¿Acaso mana de una fuente agua dulce y amarga por el mismo caño? O puede, hermanos míos, la higuera producir aceitunas o la vid higos? Tampoco una fuente salada puede producir agua dulce” (Snt 3, 11-12).

El 9 de enero pasado colgué un post sobre el bautismo de Jesús dedicado a la descentralización y a la colegialidad eclesial.

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