Actos
ecuménicos recientes del papa Francisco
Como cada
año, del 18 al 25 de enero, fiesta de la conversión de Saulo se celebra la
Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, una iniciativa ecuménica. Ahora
es en el hemisferio norte; los del sur lo hacen en torno a Pentecostés desde la
propuesta en 1908 del reverendo Paul Watson.
Francisco,
como todos los papas anteriores del siglo XX, tiene cada mes una intención
particular en su oración y que da a conocer a todo el orbe cristiano para que
le acompañen en esa oración. Este enero es pedir que se restablezca la plena
comunión eclesial, tanto entre católicos y los otros cristianos, como dentro
del mismo ámbito católico.
Fue en 1820 que el reverendo James Haldane
Stewart publicó «Consejos para la unión general de los cristianos con vistas a
una efusión del Espíritu». En 1894 León XIII animó a vivir el octavario y en
1966 una Comisión del Consejo Mundial de las Iglesias y el Secretariado para la
Unidad de los Cristianos (actualmente Pontificio Consejo para la Promoción de
la Unidad de los Cristianos) de la Iglesia católica decidieron preparar un
texto de oración cada año.
Benedicto XVI en la sinagoga |
El 17 de enero de 2010, Benedicto XVI visitó la sinagoga judía de Roma; no es un acto ecuménico sino inter-religioso, pero era la víspera del Octavario. La 3ª sinagoga visitada por él después de la de Colonia en 2005 y la de New York en 2008. Ese día es la celebración judía del Mo’èd de Plomo, una fiesta específica de los judíos de Roma. Se trata de la conmemoración de un milagro que tuvo lugar en 1793, en el mes judío de Shevat (enero), cuando un incendio, seguramente provocado, prendió las puertas del ghetto judío de Roma. De repente el cielo se oscureció “como el plomo” (de ahí el nombre de la fiesta) y comenzó una lluvia torrencial que extinguió las llamas, salvando la vida de los habitantes.
El año que
terminó hace unos días, 2016, fue de mucha intensidad ecuménica por parte del
papa Francisco, empeñado (cómo no) en cumplir la voluntad del mismo Cristo. La
unidad de los discípulos es también necesaria para que el mundo crea.
En una entrevista
en noviembre pasado a l’Avvenir, prensa de los obispos italianos, manifestó que
de siempre el obispo de Roma está llamado a buscar la unidad de los cristianos
e hizo un sencillo balance del 2016. Recordó el
encuentro con el Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, y con el
Arzobispo de Atenas y de toda Grecia, Jerónimo II, en la isla griega de Lesbos
para reunirse con los refugiados, y aseguró que “nos sentíamos uno solo”.
De su encuentro en
Georgia con el Patriarca Elías, dijo, “la
sintonía espiritual que tuve con él fue profunda”.
También se refirió al encuentro
con el Patriarca Kirill, Patriarca de Moscú y de todas las Rusias y con el
Patriarca copto Twadros. Además, recordó el gesto de amistad que el Patriarca
Daniel de Rumanía tuvo con él.
“Con los hermanos ortodoxos estamos en camino, somos hermanos
–dijo-, nos amamos, nos preocupamos cada
uno por el otro, vienen a estudiar con nosotros”.
Benedicto XVI y el pastor luterano |
Estuvo en
Lund, Suecia, a finales de octubre, aceptando la invitación para asistir a la
conmemoración del 500 aniversario de la Reforma luterana y los 50 del inicio
del diálogo entre luteranos y católicos. En noviembre, en esa entrevista destacó la necesidad de “regresar a la esencia de la fe para
redescubrir la naturaleza de lo que nos une. Mi antecesor, Benedicto XVI,
acudió a Erfurt, donde habló de esto con mucho cuidado y mucha claridad”.
El papa Francisco en la sinagoga |
Para
quien tiende a fruncir el ceño, recuerde también a Juan Pablo II en su viaje
pastoral a Dinamarca en junio de 1989. Hizo un discurso en la residencia del
obispo luterano de Roskilde, con ocasión del 500 aniversario del nacimiento de
Lutero. “Hoy ante todo –dijo el
papa Wojtyla- necesitamos una valoración
nueva y común de muchos interrogantes que han surgido de Lutero y de su mensaje.
Por este motivo he podido afirmar en el curso del 500 aniversario del
nacimiento de Martín Lutero: "En la práctica, los esfuerzos científicos de
los investigadores evangélicos y de los católicos, que han logrado resultados
excelentes, han conducido a un panorama pleno y diferenciado de la personalidad
de Lutero y a una complicada conexión de los acontecimientos históricos en la
sociedad, en la política y en la Iglesia de la primera mitad del siglo XVI. De
todos modos, lo que ha salido a la luz de modo convincente es la
profunda religiosidad de Lutero”.
En
su viaje a Alemania en 1996, tras la reunificación de las dos Alemanias, en la
catedral de Paderborn donde saludó a los
participantes en la celebración del 450 aniversario de la muerte de Lutero y dijo
que Lutero, en su
intención inicial, llamaba a la reforma de la Iglesia por el arrepentimiento y la
renovación en la vida de cada individuo. La
separación incluye que el fracaso en la Iglesia Católica, que ya Adriano VI se
había quejado por los intereses políticos y económicos que movían la
“movida”. Todos somos culpables y todos
estamos invitados al arrepentimiento.
En el último noviembre
recibió a los participantes de la sesión plenaria del Pontificio Consejo para
la Promoción de la Unidad de los Cristianos y afirmó que esta unidad deseada
por Jesús “es una de mis principales
preocupaciones”. Y recordó que “la
unidad no es uniformidad. La unidad de los cristianos no implica un ecumenismo
de ‘marcha atrás’ en virtud del cual se deba renegar de la propia historia de
fe; ni tampoco se puede tolerar el proselitismo, que envenena el camino
ecuménico”.
Esta
prioridad del papa Francisco es como en Juan Pablo II que manifestó desde el
principio de su pontificado en su primera encíclica Redemptor hominis pues es una clara indicación del Concilio
Vaticano II. Luego en mayo de 1995 escribió su encíclica ecuménica Ut unum sint (UUS) y la carta apostólica
de ese mismo mes sobre los santos orientales Cirilo y Metodio, proclamados
entonces co-patronos de Europa junto con el patrono único y occidental (san
Benito) que había hasta entonces. Soñaba el papa Wojtyla con que Europa
respirara con los dos pulmones: Oriente y Occidente.
En
UUS escribió: “además de las divergencias
doctrinales que hay que resolver, los cristianos no pueden minusvalorar el peso
de las incomprensiones ancestrales, de los malentendidos y prejuicios, la
inercia, la indiferencia y un insuficiente conocimiento recíproco. Por este
motivo debe basarse en la conversión de los corazones y en la oración que
llevará incluso a la purificación de la memoria histórica”.
“Con el Concilio Vaticano II, la Iglesia
católica se ha comprometido de modo irreversible a recorrer el camino de la
acción ecuménica. La Iglesia católica reconoce y confiesa las debilidades de
sus hijos, consciente de que sus pecados constituyen otras tantas traiciones y
obstáculos a la realización del designio del Salvador.
(…)«Yo he rogado por ti para
que tu fe no desfallezca». La
conversión de Pedro y de sus sucesores se apoya en la oración misma del
Redentor en la cual la Iglesia participa constantemente. Pido encarecidamente
que participen de esta oración los fieles de la Iglesia católica y todos los
cristianos. Junto conmigo, rueguen todos por esta conversión”.
También Juan Pablo II escribió en la
encíclica sobre la misión del Redentor, en 1990: “Desde el comienzo de mi pontificado he tomado la decisión de viajar
hasta los últimos confines de la tierra para poner de manifiesto a Cristo. El
impulso misionero (…) inspira también el ecumenismo: «Que todos sean
uno... para que el mundo crea que tú me has enviado» (Jn 17, 21).
(…)
Grandes obstáculos son también las divisiones pasadas y presentes entre los
cristianos (…) los antitestimonios de fieles que en su vida no siguen el
ejemplo de Cristo”.
A primeros
de octubre el papa Francisco tuvo un encuentro con los miembros de la Comisión Internacional Anglicano-Católica
durante las vísperas celebradas en la iglesia de los santos
Andrea y Gregorio al Celio en Roma, donde también participó el arzobispo de
Canterbury y Primado de la Comunión Anglicana, Justin Welby. Era para
conmemorar el 50° aniversario del encuentro entre el Beato Pablo VI y el
entonces arzobispo de Canterbury, Michael Ramsey; y la institución del Centro
Anglicano de Roma.
En el acto se dio además
una declaración común firmada por el Papa Francisco y Justin Welby que destaca
el largo camino emprendido con “grandes progresos”. Sin embargo, reconocía que
“la ordenación de mujeres y más recientes
cuestiones relativas a la sexualidad humana” han generado “nuevos desacuerdos
entre nosotros (…) Estos son hoy algunos aspectos problemáticos que constituyen
serios obstáculos para la plena unidad”.
En el
Octavario de 2011 Benedicto XVI explicaba el sentido del octavario y en
concreto en aquella ocasión pedía que sirviera para que todos los cristianos
redescubrieran los valores dela unidad de la primera comunidad cristiana en
Jerusalén en tiempos apostólicos, hace más de 2000 años.
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