domingo, 15 de enero de 2017

A POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS

Actos ecuménicos recientes del papa Francisco



Como cada año, del 18 al 25 de enero, fiesta de la conversión de Saulo se celebra la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, una iniciativa ecuménica. Ahora es en el hemisferio norte; los del sur lo hacen en torno a Pentecostés desde la propuesta en 1908 del reverendo Paul Watson.

Francisco, como todos los papas anteriores del siglo XX, tiene cada mes una intención particular en su oración y que da a conocer a todo el orbe cristiano para que le acompañen en esa oración. Este enero es pedir que se restablezca la plena comunión eclesial, tanto entre católicos y los otros cristianos, como dentro del mismo ámbito católico.

Fue en 1820 que el reverendo James Haldane Stewart publicó «Consejos para la unión general de los cristianos con vistas a una efusión del Espíritu». En 1894 León XIII animó a vivir el octavario y en 1966 una Comisión del Consejo Mundial de las Iglesias y el Secretariado para la Unidad de los Cristianos (actualmente Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos) de la Iglesia católica decidieron preparar un texto de oración cada año.

Benedicto XVI en la sinagoga




El 17 de enero de 2010, Benedicto XVI visitó la sinagoga judía de Roma; no es un acto ecuménico sino inter-religioso, pero era la víspera del Octavario. La 3ª sinagoga visitada por él después de la de Colonia en 2005 y la de New York en 2008. Ese día es la celebración judía del Mo’èd de Plomo, una fiesta específica de los judíos de Roma. Se trata de la conmemoración de un milagro que tuvo lugar en 1793, en el mes judío de Shevat (enero), cuando un incendio, seguramente provocado, prendió las puertas del ghetto judío de Roma. De repente el cielo se oscureció “como el plomo” (de ahí el nombre de la fiesta) y comenzó una lluvia torrencial que extinguió las llamas, salvando la vida de los habitantes.

El año que terminó hace unos días, 2016, fue de mucha intensidad ecuménica por parte del papa Francisco, empeñado (cómo no) en cumplir la voluntad del mismo Cristo. La unidad de los discípulos es también necesaria para que el mundo crea.

En una entrevista en noviembre pasado a l’Avvenir, prensa de los obispos italianos, manifestó que de siempre el obispo de Roma está llamado a buscar la unidad de los cristianos e hizo un sencillo balance del 2016. Recordó el encuentro con el Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, y con el Arzobispo de Atenas y de toda Grecia, Jerónimo II, en la isla griega de Lesbos para reunirse con los refugiados, y aseguró que “nos sentíamos uno solo”.
De su encuentro en Georgia con el Patriarca Elías, dijo, “la sintonía espiritual que tuve con él fue profunda”.
También se refirió al encuentro con el Patriarca Kirill, Patriarca de Moscú y de todas las Rusias y con el Patriarca copto Twadros. Además, recordó el gesto de amistad que el Patriarca Daniel de Rumanía tuvo con él.
Con los hermanos ortodoxos estamos en camino, somos hermanos –dijo-, nos amamos, nos preocupamos cada uno por el otro, vienen a estudiar con nosotros”.

Benedicto XVI y el pastor luterano
Estuvo en Lund, Suecia, a finales de octubre, aceptando la invitación para asistir a la conmemoración del 500 aniversario de la Reforma luterana y los 50 del inicio del diálogo entre luteranos y católicos. En noviembre, en esa entrevista destacó la necesidad de “regresar a la esencia de la fe para redescubrir la naturaleza de lo que nos une. Mi antecesor, Benedicto XVI, acudió a Erfurt, donde habló de esto con mucho cuidado y mucha claridad”.

El papa Francisco en la sinagoga
Para quien tiende a fruncir el ceño, recuerde también a Juan Pablo II en su viaje pastoral a Dinamarca en junio de 1989. Hizo un discurso en la residencia del obispo luterano de Roskilde, con ocasión del 500 aniversario del nacimiento de Lutero. “Hoy ante todo –dijo el papa Wojtyla- necesitamos una valoración nueva y común de muchos interrogantes que han surgido de Lutero y de su mensaje. Por este motivo he podido afirmar en el curso del 500 aniversario del nacimiento de Martín Lutero: "En la práctica, los esfuerzos científicos de los investigadores evangélicos y de los católicos, que han logrado resultados excelentes, han conducido a un panorama pleno y diferenciado de la personalidad de Lutero y a una complicada conexión de los acontecimientos históricos en la sociedad, en la política y en la Iglesia de la primera mitad del siglo XVI. De todos modos, lo que ha salido a la luz de modo convincente es la profunda religiosidad de Lutero”.

En su viaje a Alemania en 1996, tras la reunificación de las dos Alemanias, en la catedral de Paderborn donde saludó a los participantes en la celebración del 450 aniversario de la muerte de Lutero y dijo que Lutero, en su intención inicial, llamaba a la reforma de la Iglesia por el arrepentimiento y la renovación en la vida de cada individuo. La separación incluye que el fracaso en la Iglesia Católica, que ya Adriano VI se había quejado por los intereses políticos y económicos que movían la “movida”. Todos somos culpables y todos estamos invitados al arrepentimiento.

En el último noviembre recibió a los participantes de la sesión plenaria del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos y afirmó que esta unidad deseada por Jesús “es una de mis principales preocupaciones”. Y recordó que “la unidad no es uniformidad. La unidad de los cristianos no implica un ecumenismo de ‘marcha atrás’ en virtud del cual se deba renegar de la propia historia de fe; ni tampoco se puede tolerar el proselitismo, que envenena el camino ecuménico”.

Esta prioridad del papa Francisco es como en Juan Pablo II que manifestó desde el principio de su pontificado en su primera encíclica Redemptor hominis pues es una clara indicación del Concilio Vaticano II. Luego en mayo de 1995 escribió su encíclica ecuménica Ut unum sint (UUS) y la carta apostólica de ese mismo mes sobre los santos orientales Cirilo y Metodio, proclamados entonces co-patronos de Europa junto con el patrono único y occidental (san Benito) que había hasta entonces. Soñaba el papa Wojtyla con que Europa respirara con los dos pulmones: Oriente y Occidente.

En UUS escribió: “además de las divergencias doctrinales que hay que resolver, los cristianos no pueden minusvalorar el peso de las incomprensiones ancestrales, de los malentendidos y prejuicios, la inercia, la indiferencia y un insuficiente conocimiento recíproco. Por este motivo debe basarse en la conversión de los corazones y en la oración que llevará incluso a la purificación de la memoria histórica”.

Con el Concilio Vaticano II, la Iglesia católica se ha comprometido de modo irreversible a recorrer el camino de la acción ecuménica. La Iglesia católica reconoce y confiesa las debilidades de sus hijos, consciente de que sus pecados constituyen otras tantas traiciones y obstáculos a la realización del designio del Salvador.
(…)«Yo he rogado por ti para que tu fe no desfallezca». La conversión de Pedro y de sus sucesores se apoya en la oración misma del Redentor en la cual la Iglesia participa constantemente. Pido encarecidamente que participen de esta oración los fieles de la Iglesia católica y todos los cristianos. Junto conmigo, rueguen todos por esta conversión”.

También Juan Pablo II escribió en la encíclica sobre la misión del Redentor, en 1990: “Desde el comienzo de mi pontificado he tomado la decisión de viajar hasta los últimos confines de la tierra para poner de manifiesto a Cristo. El impulso misionero (…) inspira también el ecumenismo: «Que todos sean uno... para que el mundo crea que tú me has enviado» (Jn 17, 21).
(…) Grandes obstáculos son también las divisiones pasadas y presentes entre los cristianos (…) los antitestimonios de fieles que en su vida no siguen el ejemplo de Cristo”.

A primeros de octubre el papa Francisco tuvo un encuentro con los miembros de la Comisión Internacional Anglicano-Católica durante las vísperas celebradas en la iglesia de los santos Andrea y Gregorio al Celio en Roma, donde también participó el arzobispo de Canterbury y Primado de la Comunión Anglicana, Justin Welby. Era para conmemorar el 50° aniversario del encuentro entre el Beato Pablo VI y el entonces arzobispo de Canterbury, Michael Ramsey; y la institución del Centro Anglicano de Roma.

En el acto se dio además una declaración común firmada por el Papa Francisco y Justin Welby que destaca el largo camino emprendido con “grandes progresos”. Sin embargo, reconocía que “la ordenación de mujeres y más recientes cuestiones relativas a la sexualidad humana” han generado “nuevos desacuerdos entre nosotros (…) Estos son hoy algunos aspectos problemáticos que constituyen serios obstáculos para la plena unidad”.

En el Octavario de 2011 Benedicto XVI explicaba el sentido del octavario y en concreto en aquella ocasión pedía que sirviera para que todos los cristianos redescubrieran los valores dela unidad de la primera comunidad cristiana en Jerusalén en tiempos apostólicos, hace más de 2000 años.

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