Ayer
domingo 20 de noviembre de 2016, solemnidad de Cristo rey del universo, se
clausuraba el año jubilar de la misericordia que decretó Francisco del 8 de
diciembre de 2015, solemnidad de la Inmaculada Concepción.
Ahora
quizá alguien se pregunte ¿Cuándo y sobre qué será el próximo año jubilar?
Que éste no caiga en el baúl de los recuerdos como puede ocurrir con el gran jubileo del 2000, con el año jubilar de la eucaristía del 2005 que convocó Juan Pablo II, o el de la fe o el paulino convocados por Benedicto XVI. No se trata de decir “a otra cosa mariposa” y por eso el papa Francisco nos escribe la Carta apostólica “Misericordia et misera” que es presentada a los fieles hoy, lunes, al día siguiente de la clausura de la puerta santa en san Pedro. En ella dice que la misericordia no puede ser un paréntesis en la vida de la Iglesia, sino que constituye su misma existencia (n. 1).
Que éste no caiga en el baúl de los recuerdos como puede ocurrir con el gran jubileo del 2000, con el año jubilar de la eucaristía del 2005 que convocó Juan Pablo II, o el de la fe o el paulino convocados por Benedicto XVI. No se trata de decir “a otra cosa mariposa” y por eso el papa Francisco nos escribe la Carta apostólica “Misericordia et misera” que es presentada a los fieles hoy, lunes, al día siguiente de la clausura de la puerta santa en san Pedro. En ella dice que la misericordia no puede ser un paréntesis en la vida de la Iglesia, sino que constituye su misma existencia (n. 1).
“Misericordia et misera” -dice la carta
en su inicio- son las dos palabras que san Agustín usa para comentar el
encuentro entre Jesús y la adúltera (cf. Jn 8,1-11).
En
la bula de convocación del año jubilar escribía el papa Francisco: “Para una fecunda historia, todavía por
construir (…) ¡Cómo deseo que los años por venir estén impregnados de
misericordia para poder ir al encuentro de cada persona llevando la bondad y la
ternura de Dios!” (n 5).
Desde la inauguración del año jubilar, en la
solemnidad de la Inmaculada, se tiene contabilizado que en Roma, junto al papa,
han participado 13.302.689 a primeros de agosto. En la primera quincena de ese
mes (de las vacaciones) la cifra de participantes fue de 899.588 en apenas 15
días. Para el día de la clausura la cifra es muy grande o muy pequeña, depende
el punto de vista pues los que han vivido el año jubilar en el planeta son millones que no han podido ir a Roma..
Francisco
escribió en la bula de convocación del Año Extraordinario de la Misericordia: “Misericordia: es la ley fundamental que
habita en el corazón de cada persona cuando mira con ojos sinceros al hermano
que encuentra en el camino de la vida. Misericordia: es la vía que une Dios y
el hombre, porque abre el corazón a la esperanza de ser amados para siempre no
obstante el límite de nuestro pecado” (n 2).
Puede
ser fácil mantener la tensión de la misericordia cada día de la vida puesto que
la pedimos rezando y la consideramos o recordamos a diario en las oraciones
litúrgicas y en la lectura de la Biblia, sabiendo -como dijo un obispo francés
en el llamado postconcilio-, que rezamos lo que creemos y creemos lo que
rezamos. A esto la carta Misericordia et
Misera le dedica unos cuanto números.
En
el acto penitencial del inicio de la Eucaristía, se reza invoquemos con esperanza la misericordia de Dios, o bien reconozcamos que estamos necesitados de la
misericordia del Padre. Como respuesta a cualquiera de las fórmulas
utilizadas, se reza Dios todopoderoso
tenga misericordia de nosotros.
Cuando se reza el Gloria se dice
dos veces ten misericordia de nosotros
(miserere nobis) o “ten piedad” que
es lo mismo.
En las plegarias eucarísticas se
reza: Acuérdate también de nuestros hermanos que
durmieron con la esperanza de la resurrección, y de todos los que han muerto en
tu misericordia (…) Ten misericordia de todos nosotros (PE 2).
Reúne en torno a ti,
Padre misericordioso, a todos tus hijos dispersos por el mundo (PE 3).
En
todas las plegarias V se reza Señor,
Padre de misericordia y en la V-b añadimos Danos entrañas de misericordia ante toda miseria humana.
En
el prefacio de la plegaria I de la reconciliación, se reza Tú, Dios de bondad y misericordia ofreces siempre tu perdón. Más
adelante se pide por nuestros hermanos
difuntos que confiamos a tu misericordia.
En
el rito de la comunión rezamos Concédenos
la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia… o en dos
de las tres invocaciones al Cordero de Dios que en el texto original latino es miserere nobis, ten misericordia de nosotros,
aunque también suele traducirse por “ten piedad de nosotros”.
Leyendo
en el Nuevo Testamento a Pedro, el primer papa, parece que estemos leyendo a
Francisco pues, por ejemplo, en su primera carta escribía:
Bendito
sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su gran misericordia nos
ha engendrado de nuevo -mediante la resurrección de Jesucristo de entre los
muertos- a una esperanza viva (1, 3). Ahora sois pueblo de Dios (…) ahora habéis alcanzado misericordia"
(2, 10). Amaos como hermanos, sed
misericordiosos y humildes, no devolváis mal por mal (3, 8-9).
En
los salmos, las referencias a la misericordia son constantes:
Misericordia, Señor, que desfallezco (…)
sálvame por tu misericordia. (Salmo 6).
Porque yo confío en tu misericordia (Salmo
12).
Dios mío (…) Muestra las maravillas de tu
misericordia (Salmo 16).
Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida (Salmo 22).
Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas (…) acuérdate
de mí con misericordia (…) Las sendas del Señor son misericordia y lealtad (Ps
24).
Así con 33 salmos más.
En
Laudes de la Liturgia de las Horas se reza el cántico Benedictus de Zacarías, el padre del bautista (Lucas 1, 68-79): Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque
ha visitado y redimido a su pueblo (…) realizando la misericordia que tuvo con
nuestros padres (…) Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos
visitará el sol que nace de lo alto.
En
Vísperas se reza el cántico del Magnificat
u oración de María al visitar a su parienta Isabel, diciendo: Su misericordia llega a sus fieles de
generación en generación (…) Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de su
misericordia -como lo había prometido a nuestros padres- (Lucas 1, 46-55).
O
sea que las referencias son tantas y tan habituales que es fácil no dejar caer
la misericordia en saco roto o en el baúl de los recuerdos. La misericordia
para siempre.
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