miércoles, 30 de noviembre de 2016

ADVIENTO, TIEMPO DE ESPERA

Algunas claves de la nueva evangelización



Cuatro domingos antes de Navidad empieza el tiempo litúrgico llamado Adviento, tiempo de preparación para celebrar el nacimiento de Cristo Jesús en Belén. Tiempo de espera a que se realicen las promesas recibidas muchos siglos antes; puede que, contando para atrás, nuestros primeros padres vivieron un millón de años antes que Jesús.

Los hombres (no todos) esperamos las promesas divinas pero también es cierto que Dios está esperando a que los hombres hagan las cosas previstas. Es muy duro saber que un día el Señor, en la oración, le dijo a la santa de Ávila: "Teresa, yo quise, pero los hombres no han querido".

El Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización, creado por Benedicto XVI en junio de 2010 pretende alentar el proceso de la Nueva Evangelización, especialmente en Europa y Estados Unidos, lugares de antigua tradición cristiana y en donde ahora se vive un proceso de profunda secularización.

El concepto de Nueva Evangelización surgió durante la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano realizada en Puebla (México).

Benedicto XVI en el Sínodo de obispos
sobre la nueva evangelización
Esta tarea, para algunos, parece especialmente importante en esos países de antigua tradición cristiana, donde se ha ido perdiendo la fe y se han dejado envolver por un ambiente secularista, en el que se quiere excluir a Dios de la vida de las personas, marginar a la Iglesia de la actividad pública y vivir en una gran indiferencia religiosa. 

¿Sueñan con recomponer la Cristiandad medieval?, ¿no quieren o no pueden enterarse que no es lo que Dios quiere ni la Iglesia actual busca?, pero los desobedientes, retrógrados e inmovilistas, como los fariseos, los saduceos, los ancianos del Senado y los sacerdotes del templo de Jerusalén, no han faltado nunca. Y creo que nunca faltarán aunque habría que encontrar la fórmula de conseguir que no metan mano en el mundo ni en la Iglesia.

En 1947 Pío XII, en la canonización de san Nicolás de Flüe, clamaba ante los peregrinos suizos que honraban a su compatriota: "cantamos la gloria de los santos de la Edad Media, de aquellos santos que han realizado en sí mismos, en la unidad de la religión y de la vida (…) ¿Cuál será prácticamente la solución … en medio de este desconcierto de los más altos valores espirituales y morales? ¿La vuelta a la Edad Media? Nadie ha soñado con eso: pero sí la vuelta a aquella síntesis de la religión y la vida. Ésta de ningún modo fue un monopolio de la Edad Media…".

Un texto legislativo de Carlomagno, del año 785 se lee: "todo sajón no bautizado que intente disimular entre sus compatriotas y se niegue a que le administren el bautismo, será entregado a la muerte". San Remigio, obispo de Reims, había escrito: "al rey Clodoveo, la Iglesia no puede negarle nada".

Bartolomé de Las Casas se levantó contra la metodología de la evangelización del continente americano porque se hizo desde el poder temporal tachándola de no cristiana sino islámica: “ésa es –exclama– la religión de Mohamed". Y le opuso a Ginés de Sepúlveda, teólogo y adversario suyo, su frase célebre de que vale más un indio pagano y vivo, que cristiano y muerto.
Ginés de Sepúlveda decía que "san Agustín asegura que es mayor mal que perezca un alma sin bautismo, que el hecho de que sean degollados innumerables hombres, aun inocentes".

En otro momento, respondiendo a Sepúlveda, Las Casas hace dos afirmaciones sobre la evangelización:
        a) El respeto a la conciencia: "como los idólatras estimen y aprendan ser aquellos ídolos el verdadero Dios... síguese que son obligados a defender su Dios o sus dioses como nosotros los cristianos lo somos a defender nuestro verdadero Dios y la cristiana religión".
        b) "Y como la Iglesia no tenga más poder que tuvo Jesucristo en cuanto hombre, si se entrometiese a castigar los delitos de los gentiles haría a Dios injuria usurpándole el juicio que El reservó para Sí en el día del juicio".

Si mis cuentas no están equivocadas, entre Europa y USA no suman el número de habitantes, por ejemplo, de la India o de China. ¿Por qué no preocupan también esas muchedumbres, muchos miles de millones de Asia y África, que no han perdido la fe pues nunca la tuvieron. Nunca construyeron una sociedad cristiana pero no puede negarse que todas las civilizaciones han identificado la política con la religión. Y los cristianos no quieren ser menos.

En 2007 Benedicto XVI compuso una oración a la advocación china de la Virgen: "Virgen Santísima, Madre del Verbo Encarnado y Madre nuestra, venerada con el título de "Auxilio de los cristianos" en el Santuario de Sheshan (…) venimos ante ti para implorar tu protección. Mira al Pueblo de Dios (…) que sea siempre fermento de convivencia armónica entre todos los ciudadanos (…) Madre de China y de Asia, ruega por nosotros ahora y siempre. Amén".

        En el aniversario del fallecimiento de Mateo Ricci, en 1610 con 58 años, jesuita misionero en China, Benedicto XVI, escribió una carta a los que en 2010 conmemoraban el 4º centenario. En ella recuerda que el P. Ricci estaba "dotado de una fe profunda y de un extraordinario ingenio cultural y científico (…) Su ejemplo sigue siendo hoy modelo (…) nos sentimos impresionados por su capacidad, innovadora y peculiar, de acercarse con pleno respeto a las tradiciones culturales y espirituales chinas (…) buscar una armonía posible entre la noble y milenaria civilización china y la novedad cristiana, que es fermento de liberación y de renovación auténtica dentro de todas las sociedades, porque el Evangelio es un mensaje universal de salvación, destinado a todos los seres humanos, sea cual sea el contexto cultural o religioso al que pertenezcan. Ricci murió en Pekín tras trabajar allí 23 años y es el único extranjero que el gobierno chino permitió ser allí enterrado.

       Juan Pablo II canonizó en 2000 a 120 mártires en China, Agustín Zhao Rong y los otros 119 compañeros, mártires durante las persecuciones habidas entre 1648 y 1930, incluidos los de la revolución de los “bóxers”, movimiento patriótico xenófobo para la lucha contra la religión extranjera y el invasor, en la que hubo 30.000 católicos asesinados. Ciertamente que los europeos iban identificándose como cristianos, y no pocos diplomáticos y empresarios abusaron sembrando cizaña y –so capa de cristianizar- crearon una red comercial para el tráfico de droga (opio), hasta entonces, desconocido en la sociedad china. De los 120 mártires, 87 son chinos y 72 laicos.
También hoy día los católicos fieles a Roma siguen brutalmente perseguidos a pesar del aparente aperturismo político del régimen posterior a Mao Tsé-tung.
En 2006 se construyeron 3 templos dedicados al Sdo Corazón de Jesús, aparte de otro a Teresa de Lisieux y un quinto a san José.

        Kiko Argüello, Iniciador del Camino Neocatecumenal, al presentar en Madrid su libro autobiográfico “Anotaciones”, contestando preguntas de los presentes, manifestó que tienen pensado para antes de una década haber formado y enviado a China 20.000 (veinte mil) sacerdotes, aunque eso no es nada para los 300.000 (tres cientos mil) templos en aquella inmensa nación.

Se pide que la Nueva Evangelización no sea llevar un mensaje nuevo, distinto al de siempre, pues predicamos el mismo Jesucristo que es el mismo ayer, hoy y siempre. Se dice que la novedad está en el corazón de quien anuncia el Evangelio. Pero choca ver y oír que lo que algunos buscan y realizan en la vida real es recuperar la incorrecta situación medieval de una sociedad cristiana donde imperasen las leyes católicas. Eso es un atentado flagrante del Evangelio pero Jesucristo no se extraña de nada y tenía claro que poco caso le iban a hacer sus discípulos a partir de un momento concreto en que se pringaron con la mundanidad; se enjoyaron como los paganos y se volvieron locos por imitar esas costumbres, usos y modas de los demás.

La evangelización prevista en los evangelios no busca que los jerarcas tengan las riendas del poder temporal o civil o como quiera llamarse.

Adviento, tiempo de espera; los hombres esperaban que ocurriera la venida prometida del Deseado de las naciones (no una sola). Ahora a seguir esperando su segunda y definitiva. Nosotros esperamos y Dios también hace su adviento esperándonos a que pongamos patas a lo que quiere y nos ha enseñado al encarnarse, o sea hacerse hombre y tomar alma y cuerpo humano desde que fue concebido en el seno de María de Nazaret.

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