Algunas claves de la nueva evangelización
Cuatro domingos antes de Navidad empieza el tiempo litúrgico
llamado Adviento, tiempo de preparación para celebrar el nacimiento de Cristo
Jesús en Belén. Tiempo de espera a que se realicen las promesas recibidas
muchos siglos antes; puede que, contando para atrás, nuestros primeros padres
vivieron un millón de años antes que Jesús.
Los hombres (no todos) esperamos las promesas divinas pero también es cierto que Dios está esperando a que los hombres hagan las cosas previstas. Es muy duro saber que un día el Señor, en la oración, le dijo a la santa de Ávila: "Teresa, yo quise, pero los hombres no han querido".
El Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización, creado
por Benedicto XVI en junio de 2010 pretende alentar el proceso de la Nueva
Evangelización, especialmente en Europa y Estados Unidos, lugares de antigua
tradición cristiana y en donde ahora se vive un proceso de profunda
secularización.
El concepto de Nueva Evangelización surgió durante la III
Conferencia General del Episcopado Latinoamericano realizada en Puebla (México).
Benedicto XVI en el Sínodo de obispos sobre la nueva evangelización |
Esta tarea, para algunos, parece especialmente importante en
esos países de antigua tradición cristiana, donde se ha ido perdiendo la fe y
se han dejado envolver por un ambiente secularista, en el que se quiere excluir
a Dios de la vida de las personas, marginar a la Iglesia de la actividad
pública y vivir en una gran indiferencia religiosa.
¿Sueñan con recomponer la
Cristiandad medieval?, ¿no quieren o no pueden enterarse que no es lo que Dios
quiere ni la Iglesia actual busca?, pero los desobedientes, retrógrados e
inmovilistas, como los fariseos, los saduceos, los ancianos del Senado y los
sacerdotes del templo de Jerusalén, no han faltado nunca. Y creo que nunca
faltarán aunque habría que encontrar la fórmula de conseguir que no metan mano
en el mundo ni en la Iglesia.
En 1947 Pío XII, en la canonización
de san Nicolás
de Flüe, clamaba ante los peregrinos suizos que
honraban a su compatriota: "cantamos la gloria de los santos de la Edad
Media, de aquellos santos que han realizado en sí mismos, en la unidad de la
religión y de la vida (…) ¿Cuál será prácticamente la solución … en medio de
este desconcierto de los más altos valores espirituales y morales? ¿La vuelta a
la Edad Media? Nadie ha soñado con eso: pero sí la vuelta a aquella síntesis de
la religión y la vida. Ésta de ningún modo fue un monopolio de la Edad
Media…".
Un texto
legislativo de Carlomagno, del año 785 se lee: "todo sajón no bautizado
que intente disimular entre sus compatriotas y se niegue a que le administren
el bautismo, será entregado a la muerte". San Remigio, obispo de Reims,
había escrito: "al rey Clodoveo, la Iglesia no puede negarle nada".
Bartolomé
de Las Casas se levantó contra la metodología de la evangelización del
continente americano porque se hizo desde el poder temporal tachándola de no
cristiana sino islámica: “ésa es
–exclama– la religión de Mohamed".
Y le opuso a Ginés de Sepúlveda, teólogo y adversario suyo, su frase célebre de
que vale más un indio pagano y vivo, que
cristiano y muerto.
Ginés
de Sepúlveda decía que "san Agustín
asegura que es mayor mal que perezca un alma sin bautismo, que el hecho de que
sean degollados innumerables hombres, aun inocentes".
a) El respeto a la conciencia: "como los idólatras estimen y aprendan ser
aquellos ídolos el verdadero Dios... síguese que son obligados a defender su
Dios o sus dioses como nosotros los cristianos lo somos a defender nuestro
verdadero Dios y la cristiana religión".
b)
"Y como la Iglesia no tenga más poder que
tuvo Jesucristo en cuanto hombre, si se entrometiese a castigar los delitos de los gentiles haría a Dios
injuria usurpándole el juicio que El reservó para Sí en el día del juicio".
Si mis cuentas no están equivocadas, entre Europa y USA no
suman el número de habitantes, por ejemplo, de la India o de China. ¿Por qué no
preocupan también esas muchedumbres, muchos miles de millones de Asia y África,
que no han perdido la fe pues nunca la tuvieron. Nunca construyeron una
sociedad cristiana pero no puede negarse que todas las civilizaciones han
identificado la política con la religión. Y los cristianos no quieren ser
menos.
En 2007 Benedicto XVI compuso una oración a la advocación china de la Virgen: "Virgen Santísima, Madre del Verbo Encarnado
y Madre nuestra, venerada con el título de "Auxilio de los cristianos"
en el Santuario de Sheshan (…) venimos ante ti para implorar tu protección.
Mira al Pueblo de Dios (…) que sea siempre fermento de convivencia armónica
entre todos los ciudadanos (…) Madre de China y de Asia, ruega por nosotros
ahora y siempre. Amén".
En el aniversario del fallecimiento de
Mateo Ricci, en 1610 con 58 años, jesuita misionero en China, Benedicto XVI, escribió una carta a los que en 2010 conmemoraban el 4º
centenario. En ella recuerda que el P. Ricci estaba "dotado de una fe
profunda y de un extraordinario ingenio cultural y científico (…) Su ejemplo
sigue siendo hoy modelo (…) nos sentimos impresionados por su capacidad, innovadora
y peculiar, de acercarse con pleno respeto a las tradiciones culturales y espirituales
chinas (…) buscar una armonía posible entre la noble y milenaria civilización china y la novedad cristiana, que
es fermento de liberación y de renovación auténtica dentro de todas las
sociedades, porque el Evangelio es un mensaje universal de salvación, destinado
a todos los seres humanos, sea cual sea el contexto cultural o religioso al que
pertenezcan. Ricci murió en Pekín tras trabajar allí 23 años y es el único
extranjero que el gobierno chino permitió ser allí enterrado.
Juan Pablo II canonizó en 2000 a 120
mártires en China, Agustín Zhao Rong y los
otros 119 compañeros, mártires durante las persecuciones habidas entre
1648 y 1930, incluidos los de la revolución de los “bóxers”, movimiento
patriótico xenófobo para la lucha contra la religión extranjera y el invasor,
en la que hubo 30.000 católicos asesinados. Ciertamente que los europeos iban
identificándose como cristianos, y no pocos diplomáticos y empresarios abusaron
sembrando cizaña y –so capa de cristianizar- crearon una red comercial para el
tráfico de droga (opio), hasta entonces, desconocido en la sociedad china. De
los 120 mártires, 87 son chinos y 72 laicos.
También
hoy día los católicos fieles a Roma siguen brutalmente perseguidos a pesar del
aparente aperturismo político del régimen posterior a Mao Tsé-tung.
En 2006 se construyeron
3 templos dedicados al Sdo Corazón de Jesús, aparte de otro a Teresa de Lisieux
y un quinto a san José.
Kiko Argüello, Iniciador del Camino
Neocatecumenal, al presentar en Madrid su libro autobiográfico “Anotaciones”,
contestando preguntas de los presentes, manifestó que tienen pensado para antes
de una década haber formado y enviado a China 20.000 (veinte mil) sacerdotes,
aunque eso no es nada para los 300.000 (tres cientos mil) templos en aquella
inmensa nación.
Se pide que la Nueva Evangelización no sea llevar un mensaje
nuevo, distinto al de siempre, pues predicamos el mismo Jesucristo que es el
mismo ayer, hoy y siempre. Se dice que la novedad está en el corazón de quien
anuncia el Evangelio. Pero choca ver y oír que lo que algunos buscan y realizan
en la vida real es recuperar la incorrecta situación medieval de una sociedad
cristiana donde imperasen las leyes católicas. Eso es un atentado flagrante del
Evangelio pero Jesucristo no se extraña de nada y tenía claro que poco caso le
iban a hacer sus discípulos a partir de un momento concreto en que se pringaron
con la mundanidad; se enjoyaron como los paganos y se volvieron locos por
imitar esas costumbres, usos y modas de los demás.
La evangelización prevista en los evangelios no busca que los
jerarcas tengan las riendas del poder temporal o civil o como quiera llamarse.
Adviento, tiempo de espera; los hombres esperaban que ocurriera
la venida prometida del Deseado de las naciones (no una sola). Ahora a seguir
esperando su segunda y definitiva. Nosotros esperamos y Dios también hace su adviento esperándonos a que
pongamos patas a lo que quiere y nos ha enseñado al encarnarse, o sea hacerse hombre y tomar alma
y cuerpo humano desde que fue concebido en el seno de María de Nazaret.
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