Se deplora todo tipo de laicismo ideológico o separación hostil
Ha sido desgarrador el
“grito” del papa Francisco, ¿qué te ha
pasado, Europa?, al recibir el premio Carlomagno que aceptó recoger por la
presencia de los “mandamases” o líderes europeos. Era el pasado viernes 6 de
mayo, ante muchos cientos de asistentes y además los
tres presidentes de las instituciones de la UE —Martin Schulz, Donald Tusk y
Jean-Claude Juncker— y la mujer más poderosa del continente, la canciller
Angela Merkel.
El discurso del papa era un
mensaje directo y severo aunque con un tono muy positivo pues fue refiriendo
sus penas y dolores diciendo que sueño
con… , al estilo de Martin Luther King. Cada
sueño era un varapalo pues lamenta que Europa se atrinchere, levante muros para
evitar la entrada de los que emigran de la pobreza absoluta, de la carencia
total, por culpa de los egoísmos de sus conciudadanos que quieren “arreglar”
los problemas con las armas y la destrucción.
Esta
cerrazón y anti solidaridad por no dar posada al peregrino es la actitud
contraria a la que se venía hablando y escribiendo en este siglo XXI pues del
dicho al hecho hay un trecho. Así, del 6 al 9 de mayo de 2010, tuvo lugar el 5º
Encuentro Continental Europeo-Mediterráneo del Foro Internacional de la Acción
Católica (FIAC) celebrado en el Santuario de la Divina Misericordia de Cracovia
y Chezstochowa. El día 9 es precisamente el día de
Europa y ese año era el 60° aniversario de la Declaración de Schuman, en
Cracovia, en la fiesta litúrgica de San Estanislao, patrono de Polonia. Polonia
es la nación hipercatólica que a no pocos deslumbra y quisieran lo mismo para
el resto.
Los cuatro
anteriores encuentros se habían realizado en Cirkewwa (Malta) en 1996, en Iasi
(Rumanía) en 1998, Sarajevo (Bosnia Herzegovina) en 2003 y Madrid (España) en
2007, con el deseo de caminar juntos en Europa, respirando con dos pulmones
desde el Atlántico hasta los Urales, siguiendo la escuela de Juan Pablo II.
En
ese 5º Encuentro profundizaron y evidenciaron la responsabilidad de Europa en
el mundo y continuar construyendo un continente fraterno, abierto, acogedor,
solidario y en paz.
¿En
qué han quedado esos propósitos e ilusiones “políticas”? que se contrastan más
que nunca con la actual conducta de la mayoría de países europeos, sobre todo
de los que “llevan la voz cantante”.
Benedicto
XVI el 26 de septiembre de 2009 recordó en Praga que "Europa es más que
un continente. ¡Es una casa! (…) Respetando plenamente la distinción entre la
esfera política y la religiosa - distinción que garantiza la libertad de los
ciudadanos de expresar el propio credo religioso y de vivir en sintonía con
éste - deseo remarcar el rol insustituible del cristianismo en la formación de
la conciencia de cada generación y para la promoción de un consenso ético
fundamental, al servicio de cada persona que llama a este continente
"casa". El papa emérito, tras su visita pastoral a Francia,
asumió el término inventado por Sarkozy de la llamada “sana laicidad”.
Lo
del rol insustituible tiene su miga pues como escribió san Juan Pablo II, ya se
ha terminado la llamada “sociedad cristiana” que siempre se ha llamado la
Cristiandad y que no pocos añoran aunque dice la Escritura que “quien piense que tiempos pasados fueron
mejores, es un necio”. En Santiago de Compostela en 1982 gritó: “Yo,
Sucesor de Pedro en la Sede de Roma (…) y Pastor de la Iglesia universal, desde
Santiago, te lanzo, vieja Europa, un grito lleno de amor: Vuelve a encontrarte.
Sé tú misma. Descubre tus orígenes. Aviva tus raíces. Revive aquellos valores
auténticos que hicieron gloriosa tu historia y benéfica tu presencia en los
demás continentes. Reconstruye tu unidad espiritual, en un clima de pleno
respeto a las otras religiones y a las genuinas libertades. Da al César lo que
es del César y a Dios lo que es de Dios. No te enorgullezcas por tus conquistas
hasta olvidar sus posibles consecuencias negativas".
Al
papa polaco Wojtyla le preocupaba mucho el cristianismo europeo y, entre otras
cosas, convocó dos sínodos extraordinarios de obispos para tratar precisamente
de este continente. De los otros, América, África y Asia, solo uno. Tras el
segundo sínodo, escribió la exhortación apostólica Ecclesia in Europa, en junio de 2003, donde se lee:
Múltiples son
las raíces ideales que han favorecido que el poder político esté sujeto a la
ley y al respeto de los derechos de la persona y de los pueblos: el espíritu de
la Grecia antigua y de la romanidad, las aportaciones de los pueblos celtas,
germanos, eslavos, ugrofineses, de la cultura hebrea y del mundo islámico, que
han encontrado en la tradición judeocristiana una fuerza capaz de armonizarlas,
consolidarlas y promoverlas. Muchos de los grandes paradigmas de referencia
antes indicados hunden sus raíces últimas en la fe trinitaria.
La
unidad espiritual reclamada para Europa es y ha de ser siempre fruto de la voluntad
de todo cristiano y sólo un eslabón de una cadena pues hay que añorar la unidad
espiritual de todo el planeta contando con Asia, África, América(s) y Oceanía.
Esa es la voluntad de Dios pero el Evangelio, como demuestra la historia, puede
desvirtuarse, olvidarse, darle un tijeretazo, etc.
El papa Wojtyla seguía diciendo: La Iglesia no pide volver a formas de
Estado confesional. Al mismo tiempo, deplora todo tipo de laicismo ideológico o
separación hostil entre las instituciones civiles y las confesiones religiosas. Sería buenísimo equilibrar las cosas y antes
arreglar el clericalismo en la Iglesia y no estar solo dando mandobles al
laicismo de la sociedad civil.
Francisco, recién elegido
Sucesor de Pedro, el 7 de julio de 2013, recordó que todo cristian@ debe
involucrarse en la política aunque sea demasiado sucia. Era un encuentro en el
aula Pablo VI con alumnos y exalumnos de colegios jesuitas italianos y
albaneses.
De nuevo, el 16 de septiembre de ese mismo año, en la
homilía de la Misa matutina en santa Marta, volvía una vez más a recordar que un buen católico debe entrometerse en la
política. La política -dice la Doctrina Social de la Iglesia- es una de las
formas más elevadas de la caridad, porque sirve al bien común. No puedo lavarme
las manos, ¿eh? ¡Todos tenemos que dar algo! Hay la costumbre de solo hablar
mal de los gobernantes y sobre las cosas que no van bien: ves las noticias en
la televisión y los apalean, apalean ; lees el periódico y lo mismo …. ¡siempre
lo malo, siempre en contra!.
Pero es que ayer martes 17 de abril de
este 2016, mientras se dirigía a la Conferencia episcopal
italiana, que son un montón de jerarcas, el doble que en España, respondía a la
vez a una entrevista al diario francés Le Croix diciendo que "Un Estado debe ser laico. Los estados
confesionales terminan mal. Esto va contra la Historia. Cada uno debe
tener la libertad de expresar su propia fe, y
si una mujer musulmana quiere llevar el
velo, debe poder llevarlo. De
la misma manera que si un católico quiere ponerse una cruz”. Para el Papa, "las
personas deben ser libres de profesar su fe en el corazón de sus propias
culturas y no en los márgenes".
Por esto a Francia le hace una reprimenda con ternura paterna y la acusa
de exagerar con el laicismo, que lleva a
considerar las religiones como subculturas en lugar de culturas a título pleno
y con sus derechos. Temo que este enfoque, un comprensible patrimonio de la
Ilustración, sigue existiendo. Francia necesita dar un paso hacia adelante sobre
este tema para aceptar el hecho de que la apertura a la trascendencia es un
derecho para todos.
Me imagino que de estas cosas
irá hablando también con su grupo asesor de cardenales para aplicarlo a lo que
está directamente en sus manos que es la estructura actual de Estado Vaticano.
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