Se deplora todo tipo de laicismo ideológico o separación hostil

El discurso del papa era un
mensaje directo y severo aunque con un tono muy positivo pues fue refiriendo
sus penas y dolores diciendo que sueño
con… , al estilo de Martin Luther King. Cada
sueño era un varapalo pues lamenta que Europa se atrinchere, levante muros para
evitar la entrada de los que emigran de la pobreza absoluta, de la carencia
total, por culpa de los egoísmos de sus conciudadanos que quieren “arreglar”
los problemas con las armas y la destrucción.
Esta
cerrazón y anti solidaridad por no dar posada al peregrino es la actitud
contraria a la que se venía hablando y escribiendo en este siglo XXI pues del
dicho al hecho hay un trecho. Así, del 6 al 9 de mayo de 2010, tuvo lugar el 5º
Encuentro Continental Europeo-Mediterráneo del Foro Internacional de la Acción
Católica (FIAC) celebrado en el Santuario de la Divina Misericordia de Cracovia
y Chezstochowa. El día 9 es precisamente el día de
Europa y ese año era el 60° aniversario de la Declaración de Schuman, en
Cracovia, en la fiesta litúrgica de San Estanislao, patrono de Polonia. Polonia
es la nación hipercatólica que a no pocos deslumbra y quisieran lo mismo para
el resto.
Los cuatro
anteriores encuentros se habían realizado en Cirkewwa (Malta) en 1996, en Iasi
(Rumanía) en 1998, Sarajevo (Bosnia Herzegovina) en 2003 y Madrid (España) en
2007, con el deseo de caminar juntos en Europa, respirando con dos pulmones
desde el Atlántico hasta los Urales, siguiendo la escuela de Juan Pablo II.
En
ese 5º Encuentro profundizaron y evidenciaron la responsabilidad de Europa en
el mundo y continuar construyendo un continente fraterno, abierto, acogedor,
solidario y en paz.
¿En
qué han quedado esos propósitos e ilusiones “políticas”? que se contrastan más
que nunca con la actual conducta de la mayoría de países europeos, sobre todo
de los que “llevan la voz cantante”.


Al
papa polaco Wojtyla le preocupaba mucho el cristianismo europeo y, entre otras
cosas, convocó dos sínodos extraordinarios de obispos para tratar precisamente
de este continente. De los otros, América, África y Asia, solo uno. Tras el
segundo sínodo, escribió la exhortación apostólica Ecclesia in Europa, en junio de 2003, donde se lee:
Múltiples son
las raíces ideales que han favorecido que el poder político esté sujeto a la
ley y al respeto de los derechos de la persona y de los pueblos: el espíritu de
la Grecia antigua y de la romanidad, las aportaciones de los pueblos celtas,
germanos, eslavos, ugrofineses, de la cultura hebrea y del mundo islámico, que
han encontrado en la tradición judeocristiana una fuerza capaz de armonizarlas,
consolidarlas y promoverlas. Muchos de los grandes paradigmas de referencia
antes indicados hunden sus raíces últimas en la fe trinitaria.
La
unidad espiritual reclamada para Europa es y ha de ser siempre fruto de la voluntad
de todo cristiano y sólo un eslabón de una cadena pues hay que añorar la unidad
espiritual de todo el planeta contando con Asia, África, América(s) y Oceanía.
Esa es la voluntad de Dios pero el Evangelio, como demuestra la historia, puede
desvirtuarse, olvidarse, darle un tijeretazo, etc.
El papa Wojtyla seguía diciendo: La Iglesia no pide volver a formas de
Estado confesional. Al mismo tiempo, deplora todo tipo de laicismo ideológico o
separación hostil entre las instituciones civiles y las confesiones religiosas. Sería buenísimo equilibrar las cosas y antes
arreglar el clericalismo en la Iglesia y no estar solo dando mandobles al
laicismo de la sociedad civil.

De nuevo, el 16 de septiembre de ese mismo año, en la
homilía de la Misa matutina en santa Marta, volvía una vez más a recordar que un buen católico debe entrometerse en la
política. La política -dice la Doctrina Social de la Iglesia- es una de las
formas más elevadas de la caridad, porque sirve al bien común. No puedo lavarme
las manos, ¿eh? ¡Todos tenemos que dar algo! Hay la costumbre de solo hablar
mal de los gobernantes y sobre las cosas que no van bien: ves las noticias en
la televisión y los apalean, apalean ; lees el periódico y lo mismo …. ¡siempre
lo malo, siempre en contra!.

Por esto a Francia le hace una reprimenda con ternura paterna y la acusa
de exagerar con el laicismo, que lleva a
considerar las religiones como subculturas en lugar de culturas a título pleno
y con sus derechos. Temo que este enfoque, un comprensible patrimonio de la
Ilustración, sigue existiendo. Francia necesita dar un paso hacia adelante sobre
este tema para aceptar el hecho de que la apertura a la trascendencia es un
derecho para todos.
Me imagino que de estas cosas
irá hablando también con su grupo asesor de cardenales para aplicarlo a lo que
está directamente en sus manos que es la estructura actual de Estado Vaticano.
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