miércoles, 18 de mayo de 2016

EUROPA, EUROPA

Se deplora todo tipo de laicismo ideológico o separación hostil 


Ha sido desgarrador el “grito” del papa Francisco, ¿qué te ha pasado, Europa?, al recibir el premio Carlomagno que aceptó recoger por la presencia de los “mandamases” o líderes europeos. Era el pasado viernes 6 de mayo, ante muchos cientos de asistentes y además los tres presidentes de las instituciones de la UE —Martin Schulz, Donald Tusk y Jean-Claude Juncker— y la mujer más poderosa del continente, la canciller Angela Merkel.

El discurso del papa era un mensaje directo y severo aunque con un tono muy positivo pues fue refiriendo sus penas y dolores diciendo que sueño con… , al estilo de Martin Luther King. Cada sueño era un varapalo pues lamenta que Europa se atrinchere, levante muros para evitar la entrada de los que emigran de la pobreza absoluta, de la carencia total, por culpa de los egoísmos de sus conciudadanos que quieren “arreglar” los problemas con las armas y la destrucción.

Esta cerrazón y anti solidaridad por no dar posada al peregrino es la actitud contraria a la que se venía hablando y escribiendo en este siglo XXI pues del dicho al hecho hay un trecho. Así, del 6 al 9 de mayo de 2010, tuvo lugar el 5º Encuentro Continental Europeo-Mediterráneo del Foro Internacional de la Acción Católica (FIAC) celebrado en el Santuario de la Divina Misericordia de Cracovia y Chezstochowa. El día 9 es precisamente el día de Europa y ese año era el 60° aniversario de la Declaración de Schuman, en Cracovia, en la fiesta litúrgica de San Estanislao, patrono de Polonia. Polonia es la nación hipercatólica que a no pocos deslumbra y quisieran lo mismo para el resto.

Los cuatro anteriores encuentros se habían realizado en Cirkewwa (Malta) en 1996, en Iasi (Rumanía) en 1998, Sarajevo (Bosnia Herzegovina) en 2003 y Madrid (España) en 2007, con el deseo de caminar juntos en Europa, respirando con dos pulmones desde el Atlántico hasta los Urales, siguiendo la escuela de Juan Pablo II.

En ese 5º Encuentro profundizaron y evidenciaron la responsabilidad de Europa en el mundo y continuar construyendo un continente fraterno, abierto, acogedor, solidario y en paz.

¿En qué han quedado esos propósitos e ilusiones “políticas”? que se contrastan más que nunca con la actual conducta de la mayoría de países europeos, sobre todo de los que “llevan la voz cantante”.

Benedicto XVI el 26 de septiembre de 2009 recordó en Praga que "Europa es más que un continente. ¡Es una casa! (…) Respetando plenamente la distinción entre la esfera política y la religiosa - distinción que garantiza la libertad de los ciudadanos de expresar el propio credo religioso y de vivir en sintonía con éste - deseo remarcar el rol insustituible del cristianismo en la formación de la conciencia de cada generación y para la promoción de un consenso ético fundamental, al servicio de cada persona que llama a este continente "casa". El papa emérito, tras su visita pastoral a Francia, asumió el término inventado por Sarkozy de la llamada “sana laicidad”.

Lo del rol insustituible tiene su miga pues como escribió san Juan Pablo II, ya se ha terminado la llamada “sociedad cristiana” que siempre se ha llamado la Cristiandad y que no pocos añoran aunque dice la Escritura que “quien piense que tiempos pasados fueron mejores, es un necio”. En Santiago de Compostela en 1982 gritó: “Yo, Sucesor de Pedro en la Sede de Roma (…) y Pastor de la Iglesia universal, desde Santiago, te lanzo, vieja Europa, un grito lleno de amor: Vuelve a encontrarte. Sé tú misma. Descubre tus orígenes. Aviva tus raíces. Revive aquellos valores auténticos que hicieron gloriosa tu historia y benéfica tu presencia en los demás continentes. Reconstruye tu unidad espiritual, en un clima de pleno respeto a las otras religiones y a las genuinas libertades. Da al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. No te enorgullezcas por tus conquistas hasta olvidar sus posibles consecuencias negativas".

Al papa polaco Wojtyla le preocupaba mucho el cristianismo europeo y, entre otras cosas, convocó dos sínodos extraordinarios de obispos para tratar precisamente de este continente. De los otros, América, África y Asia, solo uno. Tras el segundo sínodo, escribió la exhortación apostólica Ecclesia in Europa, en junio de 2003, donde se lee:
Múltiples son las raíces ideales que han favorecido que el poder político esté sujeto a la ley y al respeto de los derechos de la persona y de los pueblos: el espíritu de la Grecia antigua y de la romanidad, las aportaciones de los pueblos celtas, germanos, eslavos, ugrofineses, de la cultura hebrea y del mundo islámico, que han encontrado en la tradición judeocristiana una fuerza capaz de armonizarlas, consolidarlas y promoverlas. Muchos de los grandes paradigmas de referencia antes indicados hunden sus raíces últimas en la fe trinitaria.

La unidad espiritual reclamada para Europa es y ha de ser siempre fruto de la voluntad de todo cristiano y sólo un eslabón de una cadena pues hay que añorar la unidad espiritual de todo el planeta contando con Asia, África, América(s) y Oceanía. Esa es la voluntad de Dios pero el Evangelio, como demuestra la historia, puede desvirtuarse, olvidarse, darle un tijeretazo, etc.

El papa Wojtyla seguía diciendo: La Iglesia no pide volver a formas de Estado confesional. Al mismo tiempo, deplora todo tipo de laicismo ideológico o separación hostil entre las instituciones civiles y las confesiones religiosas. Sería buenísimo equilibrar las cosas y antes arreglar el clericalismo en la Iglesia y no estar solo dando mandobles al laicismo de la sociedad civil.

Francisco, recién elegido Sucesor de Pedro, el 7 de julio de 2013, recordó que todo cristian@ debe involucrarse en la política aunque sea demasiado sucia. Era un encuentro en el aula Pablo VI con alumnos y exalumnos de colegios jesuitas italianos y albaneses.

De nuevo, el 16 de septiembre de ese mismo año, en la homilía de la Misa matutina en santa Marta, volvía una vez más a recordar que un buen católico debe entrometerse en la política. La política -dice la Doctrina Social de la Iglesia- es una de las formas más elevadas de la caridad, porque sirve al bien común. No puedo lavarme las manos, ¿eh? ¡Todos tenemos que dar algo! Hay la costumbre de solo hablar mal de los gobernantes y sobre las cosas que no van bien: ves las noticias en la televisión y los apalean, apalean ; lees el periódico y lo mismo …. ¡siempre lo malo, siempre en contra!.

Pero es que ayer martes 17 de abril de este 2016, mientras se dirigía a la Conferencia episcopal italiana, que son un montón de jerarcas, el doble que en España, respondía a la vez a una entrevista al diario francés Le Croix diciendo que "Un Estado debe ser laico. Los estados confesionales terminan mal. Esto va contra la Historia. Cada uno debe tener la libertad de expresar su propia fe, y si una mujer musulmana quiere llevar el velo, debe poder llevarlo. De la misma manera que si un católico quiere ponerse una cruz”. Para el Papa, "las personas deben ser libres de profesar su fe en el corazón de sus propias culturas y no en los márgenes".

Por esto a Francia le hace una reprimenda con ternura paterna y la acusa de exagerar con el laicismo, que lleva a considerar las religiones como subculturas en lugar de culturas a título pleno y con sus derechos. Temo que este enfoque, un comprensible patrimonio de la Ilustración, sigue existiendo. Francia necesita dar un paso hacia adelante sobre este tema para aceptar el hecho de que la apertura a la trascendencia es un derecho para todos.

Me imagino que de estas cosas irá hablando también con su grupo asesor de cardenales para aplicarlo a lo que está directamente en sus manos que es la estructura actual de Estado Vaticano.

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