Es importante e
histórico el abrazo del papa Francisco al gran imán de la mezquita de Al-Azhar,
el jeque Ahmed Al Tayed, máxima autoridad del
islam sunnita en el mundo, en su visita al Sucesor de Pedro, hoy lunes 23 de
mayo de 2016.
Es un encuentro
promovido por el Vaticano para reanudar el diálogo interrumpido –ya hace 10
años- por ellos con ocasión de las controvertidas palabras sobre el Islam de
Benedicto XVI en 2006 en Ratisbona. Esas relaciones llegaron incluso a romperse
en 2011, cuando la Universidad de El Cairo reaccionó con vigor a unas nuevas
afirmaciones del papa emérito tras un atentado contra una iglesia copta
ortodoxa de Alejandría.
El
diálogo se reanudó poco a poco con la llegada de Francisco, con el envío de emisarios mutuos y en
marzo de 2014, un representante de la mezquita, Mahmud Azab, había participado
en una iniciativa interconfesional para inaugurar una red de lucha contra todas
las formas de esclavitud modernas.
Benedicto XVI, ya recordé en
mi post del 14-11-09, en su viaje apostólico a Turquía en otoño de 2006, dijo:
“Aquí hago mías las palabras de mi inmediato predecesor, el Papa Juan Pablo
II, de venerada memoria, el cual dijo, durante su visita en 1979: «Me pregunto
si no será urgente, precisamente hoy en que los cristianos y musulmanes han
entrado en un nuevo período de la historia, reconocer y desarrollar los
vínculos espirituales que nos unen, a fin de defender y promover juntos la
justicia social, los valores morales, la paz y la libertad»".
Una colaboración mutua efectivamente
más urgente en la práctica pues en Occidente viven muchos más millones de
musulmanes que budistas. Pero por mentalidad será más complicado aunque no hay
que tirar la toalla.
Los cristianos y sobre todo
los católicos hemos de incorporar cuanto antes la indicación del Concilio
Vaticano II en la declaración Nostra aetate que dice que se “inaugura
una nueva era” que supone “la necesidad de superar los prejuicios, las
incomprensiones, la indiferencia y el lenguaje de hostilidad y desprecio del
pasado”.
En España el Comisión
islámica nacional está visitando todas las CCAA para pedir y lograr que en las
escuelas se pueda optar por clases de religión islámica para quien libremente
lo solicite. El responsable de la
Comisión Islámica de España (CIE) y presidente de la Unión de Comunidades
Islámicas de España (UCIDE), Riay
Tatary, comenzó la ronda de consultas por la Comunidad de Madrid este pasado 17
de mayo.
Durante siglos, desde que se
fundó el Islam (siglo VII), hubo una influencia positiva cultural y científica
del mundo islámico sobre el europeo cristiano. Nadie negará aunque puede
silenciarse el aporte inmenso científico y filosófico de ellos que solemos
llamar “árabes”. Hoy hay una clara xenofobia hacia ellos, especialmente por la
vestimenta de las mujeres y porque a ellos se les considera poco civilizados y
sucios.
Entre lo negativo de lo
islámico heredado (o imitado) por la Iglesia, está la deseada armonía entre las
dos espadas que siempre fue un sueño y cuyas dificultades y diferencias se
agravaron con los dramáticos enfrentamientos del siglo XIII entre papas y los Hohenstaufen.
Sería Bonifacio VIII (1302) quien resolvería el conflicto por la vía fácil de
coger las dos espadas y, por fin, lograr la teocracia como en cada nación o
estado islámico.
Durante muchos
siglos del Medievo la Iglesia ha vivido la actual aventura del recién creado
Califato o Estado Islámico, conocido por las siglas EI (ISSI en inglés). Hoy día
los gobiernos europeos y norteamericanos tienen el discurso político de
lamentar su violencia pero como “ganan mucha pasta” con la venta de armamentos,
no les interesa nada intentar una solución definitiva.
Ya escribí en
noviembre de 2011 que el islamismo parecía aletargado durante la segunda mitad
del segundo milenio, desde el mil quinientos al dos mil. Algunos (ilusos)
creían que Lepanto fue el freno divino al expansionismo musulmán, que se dio a
lo largo de casi un milenio; en concreto durante nueve siglos, desde el siglo
VII al XVI; casi la mitad de la era cristiana. El jesuita Cardenal Martini
(qepd), Arzobispo de Milán, en su día observaba que el enfrentamiento habido en
las décadas anteriores entre católicos y marxistas, se trasladaría hacia los
musulmanes.
Ojalá se imponga
la cordura, el sentido común y la sinceridad por ambas partes. Ojalá los
musulmanes moderados, equilibrados, honrados, que son la inmensa mayoría, denuncien
públicamente esos actos terroristas como algo de unos desequilibrados mentales
que usan la bandera de esa religión musulmana para matar en nombre de Dios
(Alá). Y sin perder su identidad por presiones externas, logren sembrar también
la paz y la concordia con toda la humanidad, trabajándolo con las demás
religiones del mundo.
Los sunnitas son la rama islámica en la que el jefe supremo de la
comunidad debe salir de la dinastía de los príncipes árabes Omeyas y aceptan entender
e interpretar el Corán a través de la tradición oral (sunna) y del trabajo
intelectual. Son como los protestantes norteamericanos que se sienten
libres (ni papa ni rey/reina) y por eso son más abiertos y más fáciles para el
diálogo que el otro grupo, los chiitas, que se llevan a matar desde el
principio.
Los chiítas afirman que el carisma de gobierno y la asistencia
divina para enriquecer la ley está en los descendientes de Alí y Fátima, hija
del Profeta. Cuando los últimos descendientes de Alí desaparecieron, se habló
de ellos como del Oculto (Mahdi) que un día aparecería para restaurar el Islam.
De vez en cuando surgen personajes que quieren ser reconocidos como Mahdíes,
propicios a actitudes intransigentes. Ya en el siglo XI, como consecuencia de
las Cruzadas, el fanatismo generó una de las más terribles sectas, que preconizaba
la muerte del enemigo por la violencia y sembraron el terror por algunas zonas,
llamados “asesinos”. Hoy como ayer; nada
nuevo bajo el sol.
El Gran Iman, el jeque sunnita Ahmed Al Tayed ofreció una entrevista después de su encuentro con Francisco y, entre otros muchos temas, declaró que Al-Azhar convocó hace un año una Conferencia General de los ulemas musulmanes, sunníes y chiíes, a la que fueron invitados los jefes de las Iglesias Orientales, de diferentes religiones y confesiones, e incluso los yazidís enviaron un representante.
El Gran Iman, el jeque sunnita Ahmed Al Tayed ofreció una entrevista después de su encuentro con Francisco y, entre otros muchos temas, declaró que Al-Azhar convocó hace un año una Conferencia General de los ulemas musulmanes, sunníes y chiíes, a la que fueron invitados los jefes de las Iglesias Orientales, de diferentes religiones y confesiones, e incluso los yazidís enviaron un representante.
Y entre los puntos más salientes de la
declaración conjunta se afirmaba que el Islam y el Cristianismo no tienen nada
que ver con aquellos que asesinan, y pedimos a Occidente que no confundiera a
este grupo desviado y errado con los musulmanes y también afirmamos, musulmanes
y cristianos con una sola voz, que somos los dueños de esta tierra, que somos
compañeros y que cada uno de nosotros tiene derecho a esta tierra.
Rechazamos la emigración forzada, la esclavitud y
la compraventa de mujeres en nombre del Islam. Aquí me gustaría decir que la
cuestión no debe presentarse como una persecución contra los cristianos en
Oriente; al contrario, hay más víctimas musulmanas que cristianas, y todos
juntos sufrimos esta catástrofe.
En resumen, me gustaría concluir esta cuestión
diciendo que no podemos culpar a las religiones a causa de las desviaciones de
algunos de sus seguidores, ya que en todas las religiones hay una facción desviada
que ha levantado el estandarte de la religión para matar en su nombre.
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