viernes, 25 de marzo de 2016

RESURRECCIÓN DE JESUCRISTO

Resucitado por nosotros, resucitaremos con él


El día de la resurrección de Jesús, el domingo, primer día de la semana para los judíos de entonces, entre otras cosas interesantes –todas lo son y mucho- me quedo ahora con sus palabras tras aparecerse a sus discípulos juntos en el Cenáculo, donde se escondían por miedo a los que habían crucificado al Maestro.

Jesús, una vez saludados -La paz sea con vosotros- y tras mostrarles manos y pies para demostrarles que no era un fantasma, les dijo, soplando sobre ellos: Como el Padre me envió así os envío yo. Recibid el Espíritu Santo (…) os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo he dicho. “No sólo seguirá inspirando la predicación del Evangelio de salvación –decía san Juan Pablo II-, sino que también ayudará a comprender mejor el justo significado del contenido del mensaje de Cristo”. De todas maneras, los hay que quieren que me lo den todo hecho y así me quito la responsabilidad de encima. Tienen miedo de llegar hasta el fondo de la verdad verdadera y no quedarse en superficialidades.

Jesús ha elegido a sus discípulos –pocos para la función de apóstoles- para ir al mundo entero y no quedarse encerraditos en casa. El papa Francisco quiere una Iglesia en salida porque es el diseño del Fundador. Sería chocante que alguna institución eclesial se presentara como inventora de una espiritualidad para vivir en medio del mundo y, sin embargo, encerrase a sus miembros en un mundo segregado y con pretensión de ser autosuficiente, aunque se afirma constantemente que estamos en medio del mundo. 

Ejemplo en el Medievo fueron los Templarios; un estado dentro de los estados europeos de entonces; una economía paralela a la civil existente. La autosuficiencia puede hacer que, en el ámbito religioso, fuera una Iglesia paralela y llegara a límites increíbles como es tener campos propios de trigo para fabricarse su pan eucarístico y sus viñas propias para fabricarse su propio vino de Misa. Su propia fábrica de material litúrgico, sus propios colegios, propias universidades, propias clínicas, propios dispensarios, propias editoriales, etc.

La libertad humana consiste en la capacidad de dar lugar a una novedad. "Dios creó al hombre para que en el mundo hubiera "inicios" dice San Agustín. Por esto, el comportamiento de cada un@ no debe remitirse a un listado (reglamento) de condiciones previas. Las acciones de una persona humana, son propiamente suyas y es responsable de ellas (para bien o para mal) cuando no son causadas desde su exterior.

Escribía santo Tomás de Aquino que "La persona es libre cuando se pertenece a sí misma; el esclavo, por el contrario, pertenece a su dueño. Así quien actúa espontáneamente, actúa libremente, mientras que quien recibe su impulso de otro, no actúa libremente. Así pues, quien evita el mal, no porque es un mal, sino porque hay un mandamiento de Dios, no es libre. Por el contrario, quien evita el mal porque es mal, éste es libre" (Comentario a la II Epístola a los Corintios, capítulo 3, lección 3).

Quien, por la razón que sea, actúa remitiéndose a las indicaciones de otra persona, no es plenamente libre como ya comenté en otro post anterior con los juicios a los nazis quienes se justificaban diciendo que cumplían órdenes.

El papa Wojtyla recordaba que “si la conciencia es recta, ayuda entonces a resolver con acierto los numerosos problemas morales que se presentan al individuo y a la sociedad”. No pocos piensan que resuelva “Rita” y que responda ella de sus aciertos o fallos.

El hoy emérito Benedicto XVI escribía que “El amor de Dios por nosotros es una cuestión fundamental para la vida y plantea preguntas decisivas sobre quién es Dios y quiénes somos nosotros” (DCE 2). Los cobardes no se atreven a plantearse nada; que me lo den todo pensado –dicen- y resuelto.

Si no se confía de verdad en la libertad/responsabilidad de las personas, o lo que es peor, se cree que el uso de la libertad es pecado, es libertinaje, entonces se actúa del modo contrario al humano-divino que nos enseñó Jesús y se machaca al personal con un elenco de criterios y con modelos militares: su disciplina, su uniformidad, su jerarquía mandona, etc. Entonces el clima es que lo que no está mandado, está prohibido. Es la actitud de cualquier gobierno tiránico o dictatorial que es casi lo mismo.

La falta de verdadera confianza hace que se desvirtúe la acción de gobierno y se tenga una constante actitud de vigilancia, de control, que en una institución religiosa, llevaría incluso a hacer faltar al sigilo sacramental al que está obligado sin excusa alguna todo confesor. Se podría llegar a indicar a los confesores que negasen la absolución a quien no se comprometiera gravemente a manifestar todos sus pecados fuera de la confesión, en la llamada dirección espiritual.

El papa Juan Pablo II ya tuvo que recordar por escrito que la conciencia es el sagrario donde está Dios y por eso hay que respetarla sin excusas. Por algo lo diría y no era por lo que ocurría en la Congregación de los Legionarios pues el papa Wojtyla abortó todo conato de juicio sobre el actuar muy inmoral de su Fundador mexicano.

Atropellar la libertad individual de cada persona lleva de la mano a no entender en absoluto lo de la inculturación del Evangelio, que tiene que llevarse a todas las gentes respetando todo lo bueno de sus culturas, sus tradiciones, sus valores. No es cristiano el método colonialista que va por ahí imponiendo otras cosas ajenas a cada pueblo pues todo lo propio es tenido a priori como malo, perverso y deleznable. Con razón se oye de vez en cuando la opinión de aquell@s a quienes desagrada que los judíos en su día, ahora los musulmanes, vivan en guetos o barrios propios en los que ni siquiera dejan entrar a la policía del lugar.


El papa Francisco nos ha recordado algo que parece se nos olvida: El evangelio “se encarna en los pueblos de la tierra, cada uno de los cuales tiene su cultura propia (…) con legítima autonomía (…) y el don de Dios se encarna en la cultura de quien lo recibe” (EG 115); “el cristianismo no tiene un único modo cultural “(EG 116).

El Espíritu Santo también enriquece a toda la Iglesia evangelizadora con distintos carismas (…) No son un patrimonio cerrado, entregado a un grupo para que lo custodie” (EG 130). “Sólo Él puede suscitar la diversidad, la pluralidad, la multiplicidad y, al mismo tiempo, realizar la unidad. En cambio, cuando (…) nos encerramos en nuestros particularismos, en nuestros exclusivismos, provocamos la división y (…) terminamos por imponer la uniformidad, la homologación” (EG 131).

Una bocanada de aire fresco es lo que dice el papa Borgoglio en el mismo documento que vengo citando: “Si pensamos que las cosas no van a cambiar, recordemos que Jesucristo ha triunfado sobre el pecado y la muerte y está lleno de poder. Jesucristo verdaderamente vive” (EG 275).
La resurrección de Cristo provoca por todas partes gérmenes de ese mundo nuevo; y aunque se los corte, vuelven a surgir (…) porque Jesús no ha resucitado en vano” (EG 278).

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