
Cuán degradada debe estar la realidad eclesial y la teología para
que se tenga que reclamar tal cosa; ellas no pintan nada, no existen. La
Teología sino tiene una sección dedicada al varón, ¿por qué lo va a tener para
ellas? No son un bicho raro o una excepción y que se quiera contentarlas si no
hay más remedio.


Juan Pablo II y Benedicto XVI hicieron referencia al
papel de la mujer en la Iglesia y en el mundo. El papa Wojtyla les escribió una
carta en junio de 1995 y otra Carta apostólica en agosto de 1988. Ambos
pontífices hacían referencia a la dignidad y a la vocación de la mujer pero sin
salirse -en la práctica- de los límites encorsetados de la maternidad como única acción digna a
la que están llamadas. Ellas parecen metidas en jaulas como los animales en un
zoo.
Benedicto XVI en febrero de 2008 habló de ellas en el
discurso al Congreso Internacional que conmemoraba la Carta apostólica de su
antecesor sobre “la dignidad de la mujer”. Luego en marzo de 2009 se refirió a
ellas en el discurso un domingo por la tarde en la parroquia de san Antonio de
Luanda.

Anteriormente al inaugurar en el santuario mariano
brasileiro de Aparecida la Quinta Conferencia General del Episcopado Latinoamericano
y del Caribe, en abril de 2007 quiso recordar que “todavía hoy persiste
una mentalidad machista, que ignora la novedad del cristianismo, que reconoce y
proclama la igual dignidad y responsabilidad de la mujer con respecto al
hombre. Hay lugares y culturas en los que la mujer es discriminada y
minusvalorada sólo por el hecho de ser mujer”. Recuerdo el refrán que dice: "obras son amores y no buenas razones".
Para esa teología
de la mujer pendiente de ser escrita hay ya unos cuantos párrafos escritos de la teoría pero sobre todo conviene que se vean hechos en
la vida real para que esos testimonios magisteriales sean creíbles.
La “teología de la mujer” tiene también que reconocer que su femenina misión
divina no se agota con las 700 mil monjas, religiosas o consagradas que hay
actualmente y que el ojo teológico ve como un porcentaje insignificante
comparado con el total de mujeres laicas o seglares, bautizadas, casadas,
solteras o viudas, y que rondan unas 650 millones, la mitad del total de
católicos que señala el Anuario Pontificio.
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