jueves, 10 de octubre de 2013

CAMBIOS A LA VISTA

El Consejo cardenalicio del G8


Sobre por dónde van los tiros del cambio o de los cambios colgué post en abril y enero de 2013 y en mayo 2012. Ahora tenemos que del 1 al 3 de este octubre ha tenido lugar la primera reunión del papa Francisco con los ocho cardenales que forman el ya llamado G8 y que como “Consejo cardenalicio” ha quedado constituido por decreto papal.
A esa reunión le rodean hechos que no deben olvidarse pues también enfocan por dónde van los tiros. Esos hechos son sobre todo el trípode de entrevistas: con los periodistas en el vuelo de regreso de la JMJ de Río, con el director de la revista de los jesuitas La Civiltà cattolica y con Scalfari, el fundador del principal periódico laico italiano “La Repubblica”.

El programa de gobierno del papa Francisco parece que (por fin) quiere una nueva política exterior (como se dice en términos seculares) que es la que marcó el Espíritu Santo en el Concilio Vaticano II hace ya 50 años. Ello conllevará también un nuevo planteamiento de la que podría llamarse política interior.

Por eso el Papa dice que "No podemos seguir insistiendo solo en cuestiones referentes al aborto, al matrimonio homosexual o al uso de anticonceptivos. Es imposible (…) ya conocemos la opinión de la Iglesia y yo soy hijo de la Iglesia, pero no es necesario estar hablando de estas cosas sin cesar.

(…) Una pastoral misionera no se obsesiona por transmitir de modo desestructurado un conjunto de doctrinas para imponerlas insistentemente. El anuncio misionero se concentra en lo esencial, en lo necesario, que, por otra parte es lo que más apasiona y atrae, es lo que hace arder el corazón, como a los discípulos de Emaús. Tenemos, por tanto, que encontrar un nuevo equilibrio, porque de otra manera el edificio moral de la Iglesia corre peligro de caer como un castillo de naipes, de perder la frescura y el perfume del Evangelio".


Se trata de no aferrarse la gravedad histórica del cambio de civilización analizado y contestado con fuerza por Benedicto XVI y, antes, por Juan Pablo II. El papa Francisco muestra su convencimiento de que vale más responder a los desafíos del presente con el simple anuncio del Dios misericordioso, ese Dios "que hace surgir su sol sobre los malos y los buenos, y que hace llover sobre los justos y los injustos". 

El papa Wojtyla quiso restaurar la medieval Cristiandad empeñado en que se reconociera al cristianismo (que quería decir la Iglesia católica) en las raíces cristianas de Europa cuando del modelo que es Cristo nos dice san Pablo que “a pesar de su condición divina no hizo alarde de su categoría de Dios”. No hay que buscar la gloria humana ni provocar el aplauso del mundo. Cristo no se encarnó para eso ni nos dio ese encargo. Al respecto colgué post en abril y mayo de 2011.

"No se había visto nunca hasta ahora, en la cátedra de Pedro, una apertura hacia la cultura moderna y laica de esta amplitud, una visión tan profunda entre la conciencia y su autonomía". Lo afirmaba Scalfari con lo que el papa Francisco le había escrito sobre el primado de la conciencia en ese reciente intercambio epistolar entre ambos. “La cuestión está en obedecer a la propia conciencia. El pecado, también para quien no tiene fe, existe cuando se actúa contra la conciencia. Escuchar y obedecer a la conciencia significa, de hecho, decidirse frente a lo que es percibido como bien o como mal. Y sobre esta decisión se juega la bondad o la maldad de nuestro actuar”.
"Cada uno de nosotros tiene su propia visión del bien y del mal, y debe elegir seguir el bien y combatir el mal como él mismo conciba. Bastaría esto para cambiar el mundo". No sorprende que el ilustrado ateo Scalfari haya escrito que "compartía perfectamente" estas palabras de Bergoglio sobre la conciencia. La verdad es que tal afirmación papal es tan vieja como andar a pie y se enseña en los primeros rudimentos de la Teología moral.

"El Vaticano II, inspirado por Juan XXIII y por Pablo VI, decidió mirar al futuro con espíritu moderno y abrirse a la cultura moderna. Los padres conciliares sabían que abrirse a la cultura moderna significaba ecumenismo religioso y dialogo con los no creyentes. Se hizo muy poco después en esta dirección. Yo tengo la humildad y la ambición de querer hacerlo".

En política interior, aparte de esperar a ver como se reforman las estructuras económicas y financieras vaticanas, el acceso real de los laicos a las funciones eclesiales para que dejen de ser monopolio eclesiástico y si el próximo Sínodo convocado para el próximo octubre de 2014 asume de verdad la colegialidad efectiva y no solamente afectiva, cabe subrayar la prohibición a la Congregación de los frailes franciscanos de la Inmaculada de celebrar la misa en rito antiguo que ha sido una efectiva restricción de esa libertad de celebrar en dicho rito que Benedicto XVI había asegurado a todos dejándola como una simple "elección prudencial ligada a la ayuda hacia algunas personas que tienen esta sensibilidad", cuando en cambio la intención explícita de Ratzinger – expresada a su tiempo en una carta a los obispos de todo el mundo – era que "las dos formas de uso del rito romano puedan enriquecerse mutuamente".

También se rumorea que el Secretario de Estado Vaticano, en el nuevo proyecto del G8, puede pasar a ser simplemente Secretario del Papa, lo cual sería muy de agradecer como primer paso para desmantelar la Iglesia como un Estado o dejar ese Estado (aunque sea el más pequeño del mundo) en unas manos de confianza. Ya colgué algún post al respecto en enero de 2010.

La faena es colosal pero no asusta pues parece que hay muchas manos para apoyar y echar adelante el proyecto. Pero las fieras heridas de muerte querrán morir matando. Hace falta mucha oración para todos: que unos no se desanimen y los otros tengan la humildad de reconocer la bondad que sopla del Espíritu.

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