domingo, 11 de agosto de 2013

MUJERES EN LA IGESIA

Para una teología de la mujer


Después de la JMJ en Río han causado impacto las declaraciones del papa Francisco, sobre todo las habidas con los periodistas en el avión durante el viaje de regreso. Y entre ellas lo de que hay que hacer una teología de la mujer. Yo creo que algo ya está hecho y algo se está haciendo.

Cristiana Dobner

En esa teología seguro que está incluido el dato narrado en un reciente artículo escrito por la carmelita descalza Cristiana Dobner, donde afirma que “con el Vaticano II el soplo de novedad, en la historia de la humanidad y de la Iglesia, ha sido realmente inédito: 23 mujeres estuvieron presentes, convocadas el 8 de septiembre de 1964 por Pablo VI como auditoras”.

Adriana Valerio
La religiosa se refiere así a la reciente publicación del libro de Adriana Valerio titulada “Madres del Concilio: 23 mujeres en el Vaticano II”, en el que la autora presenta la personalidad de las 23 convocadas y narra “las vivencias que hicieron el corolario de su presencia silenciosa en el aula pero también sus intervenciones concretas y reales”. El libro se publicó en Italia en julio al cumplirse los 50 años de la apertura del Concilio.

Para Dobner, es necesario “agradecer profundamente al Papa” por haber nominado a las auditoras que “marcan la línea divisoria entre dos concepciones de la mujer: la que la considera relegada a las tareas domésticas y de ayuda de bajo perfil, y la que la considera en toda su potencialidad de inteligencia y ayuda, asumida como la asumió la Patrona de Europa, Edith Stein, con la capacidad de escuchar al otro y saberlo acoger”. A Edith se la festeja litúrgicamente el 9 de agosto.

En total las auditoras fueron 10 religiosas y 13 laicas, dos de las cuales eran viudas de la guerra. “Grandes nombres los de las religiosas, todas empeñadas en sus respectivos ámbitos con estimada profesionalidad, entre las que estaban: Juliana Thomas, la egipcia Khouzam, Pilar Bellosillo García-Verde, presidenta de la Unión Mundial de las Organizaciones femeninas católicas”, Gladys Parentelli, Sabine de Valon, y Margarita Moyano.

Este grupo, afirma la carmelita “se reveló vivaz y capaz de gestionarse a sí mismas demostrando que eran capaces de intervenir en la discusión de los documentos y en su redacción al interior de los grupos de estudio”.

Para concluir, la religiosa señala que este grupo de las “madres” contribuyó efectivamente en el Concilio y colaboró también a entender una verdad, que considera debe pasar a la realidad concreta: “el ser humano, hombre y mujer, ha salido de las manos del Creador y, como tal, debe ser tomado en consideración. No sólo hombre, no sólo mujer”.

A los 50 años del concilio viene bien recordarlo para que no se tronchen las expectativas. Lo que haga el papa Francisco no será nada revolucionario sino simplemente poner patas a la verdad e impedir que los buenos propósitos queden en agua de borrajas. 

La teología de la mujer reconoce que su misión no se agota con las 700 mil monjas, religiosas o consagradas (ojalá incluso se dupliquen en esta década) que son necesariamente un porcentaje insignificante comparado con el total de mujeres cristianas, laicas o seglares, bautizadas, casadas, solteras o viudas, y que rondan unas 600 millones, la mitad del total de católicos según el Anuario Pontificio de este 2013.

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