miércoles, 6 de octubre de 2010

EL ESLABÓN PERDIDO


Evolución y creación son compatibles
Tesis de un cristiano
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La teoría de la evolución de las especies ideada por Charles R. Darwin (+1882 con 73 años) se aplica sin problema alguno a la especie humana en Biología, Embriología, Etnología, Paleontología o Sociología. 

Algunos quieren fundamentar su origen desde los simios para poder desmentir cierta teoría "científica" de algunos cristianos que afirman un particular origen divino según su interpretación de la Biblia. Esos creacionistas se pasan por defender a toda costa, sin más argumentos que su fe distorsionada, el que todas las especies, y la humana por supuesto, fueron creadas directamente por Dios tal y como hoy día las vemos.

No parece que Aristóteles (+322 aC con 62 años) pero sí luego Leonardo da Vinci (+1519 con 67 años), Jean Baptiste Monet de Lamarck (+1829 con 85 años) o tantos otros, ofrecen rasgos de evolucionismo más o menos intuido. 

Evolución y creación son compatibles

Si sólo nos fijamos en los creyentes fundamentalistas, sin atender a la teoría que los condenaría,  ocurre como cuando un tribunal eclesiástico condenó la teoría científica de Galileo o cuando los de Hernán Cortés -¿conquista? ¿evangelización?- destruían y arrasaban templos e ídolos de dioses que los indios adoraban y los españoles estaban ciertos de que eran unos supersticiosos.

En USA, en las dos últimas décadas del siglo XX, muchos grupos cristianos, afilando su fundamentalismo, su tozudez, cerrilismo y demás contra-cualidades del animal racional, lograron en muchos Estados la prohibición de enseñar en las escuelas y ni siquiera citar la palabra evolución. Son creacionistas cerriles y por eso no quieren ver que no hay la más mínima oposición entre la verdad de fe de la creación y la científica de la evolución.


Es evidente que las transformaciones más notables de los mamíferos como las especificaciones del aparato masticador y miembros de los équidos, de la organización de los placentados a partir de los anfibios, el paso a la tetrapodia en éstos desde los vertebrados pisciformes, la aparición de la mandíbula a partir de los primitivos agnatos, se explican suficientemente por mutaciones como las que estudia y maneja la Genética y no necesitan de otra causa o factor no biológico. Dios no estuvo ni está haciendo bricolaje.

H. Spencer (+1903 con 83 años), pensador plenamente positivista, habló de la evolución incluso antes que Darwin, y afirmaba que existe un Absoluto incognoscible y su manifestación, lo relativo, lo dado, lo positivo y lo único cognoscible. Todo cerril le tachará inmediatamente de relativista y agnóstico y lo echará a la trituradora. Decía que en los fenómenos hay materia y movimiento. La evolución sería la integración de la materia y consiguiente cesación de movimiento, durante la cual pasa de un estado de conformidad indeterminada e incoherente a otro de disconformidad determinada y coherente, y por el cual –según sus propias palabras- el movimiento latente o potencial se transforma a la vez de manera determinada.

H. Bergson (+1940 con 81 años) fue el más importante pensador evolucionista y afirmaba que la vida es impulso, es fluidez y a la vez un “durar”. No hablaba de transformismo pues insistía en que la vida es siempre creación, imprevisibilidad y conservación íntegra de todo lo pasado. Para él la evolución es distinta en el individuo y en la Naturaleza. El individuo tiene muchas posibilidades pero debe elegir una pues sólo tiene una vida. La Naturaleza, por el contrario, conserva las diversas tendencias y produce seres divergentes.


Para P. Teilhard de Chardin (+1955 con 74 años) la evolución no era una hipótesis sino la dimensión temporal de lo real. Aunque quería ser “fenomenista”, alejado de toda metafísica, , no lo consiguió y en las explicaciones últimas acude a conceptos cristianos como cuando se esfuerza por rechazar la noción de evolución creadora y afirmar que la evolución es la expresión sensible de la Creación.

Científicamente tiene todo el derecho del mundo la tesis intermedia que compatibiliza Evolución y Creación desde la perspectiva de que, muy bien podía el Creador haber creado en un momento inicial un millón de especies y ya desde ellas fueron ramificándose. ¿Lo admitirán los radicales de un extremo y del otro?

Hay un dato singular en la evolución de la especie humana y en el supuesto origen de su cuerpo desde el de unos simios. El dato es que el hombre y la mujer copulan por delante, cara a cara, mientras que los simios, como los demás mamíferos, lo hacen por la espalda, sin mirarse a la cara. Es un dato antropológico que sulibeya  la neurona.

Tesis de un cristiano

El eterno problema –como diría el Aquinate- está en saber y querer mantener el equilibrio entre el papel de la Causa Primera, Dios único, eterno, inmutable y todopoderoso, y las causas segundas. Se niega habitualmente la participación mutua. Ni las causas segundas existen por sí mismas ni la Causa Primera –como harían totalitarios, tiranos o dictadores- anula la acción propia de las segundas.

La Teología, desde la escolástica, estaba atenazada en el inmovilismo más absoluto. La reflexión coherente habla de la existencia de un proceso continuo en todo el ámbito de la Creación y el proceso evolutivo se encuentra jalonado por intervenciones singulares de Dios, conocidas y afirmadas por la fe, parcialmente aclaradas por la Filosofía y defendidas por el Magisterio, que obligan a postular la existencia de distinciones cualitativas en los diferentes estadios de la evolución que puede ser concebida como la historia de la materia y del espíritu. Es decir, en el paso de la nada al ser, de la materia inanimada a la vida, de la vida corporal y sensible al espíritu, del ser racional al hombre elevado a la condición paradisíaca, constituido en estado de gracia.

El libro del Génesis dice que Dios lo ha creado todo pero no cómo ni cuándo lo hizo. El primer texto (Gen 1,1) sugiere una creación por etapas de acuerdo con lo que hoy llamamos fixismo. Es una narración consecuente con el contexto cultural y precientífico del autor del libro pero lo revelado no son lecciones de Ciencia; simplemente es el sobre cultural para meter el mensaje, el dato de fe necesario para la salvación que en ningún caso se circunscribe a los sabios sesudos ilustrados y leídos universitarios.

La Iglesia también evoluciona en la comprensión de su fe aunque se espera que no tarde miles de años para dar cada paso. A mitad del siglo XX, el aperturista Pío XII –sin él no hubiera sido posible el Concilio Vaticano II a pesar de que se negó a convocarlo- dejaba escrito en su encíclica Humani generis de 1950: “Algunos admiten de hecho, sin discreción y sin prudencia, el sistema evolucionista, aunque ni en el mismo campo de las ciencias naturales ha sido probado como indiscutible, y pretenden que hay que extenderlo al origen de todas las cosas, y con temeridad sostienen la hipótesis monista y panteísta de un mundo sujeto a perpetua evolución.
            (…) el Magisterio de la Iglesia no prohíbe el que —según el estado actual de las ciencias y la teología— en las investigaciones y disputas, entre los hombres más competentes de entrambos campos, sea objeto de estudio la doctrina del evolucionismo, en cuanto busca el origen del cuerpo humano en una materia viva preexistente —pero la fe católica manda defender que las almas son creadas inmediatamente por Dios— (…) Pero algunos traspasan esta libertad de discusión, obrando como si el origen del cuerpo humano de una materia viva preexistente fuese ya absolutamente cierto y demostrado por los datos e indicios hasta el presente hallados y por los raciocinios en ellos fundados; y ello, como si nada hubiese en las fuentes de la revelación que exija la máxima moderación y cautela en esta materia”.

Juan Pablo II seguía repitiendo ese magisterio y Benedicto XVI ha tratado el tema en la Audiencia general del 3 de diciembre de 2008, en referencia al pecado original, el poligenismo y la Redención universal de Cristo.

La creación es para el cristiano un acto divino que no ocurrió en un pasado más o menos lejano, sino que fue, es y seguirá siendo eterno, como su mismo Autor, pero que no incluye la constante intervención del Gran Arquitecto para poner o quitar ladrillos. Las cosas creadas no son fruto del azar y la aparición del hombre tiene una intervención directa del Creador. 

Opino que no existe el eslabón perdido pues cuando Dios creó al hombre, para infundir el alma humana a un simio, ese cuerpo animal y peludo fue transformado -diría Tomás de Aquino- para que la materia estuviera adecuada a recibir la forma. Adán y Eva no tenían un cuerpo de simio y ya lo comprobaremos si, por la misericordia divina, llegamos un día a la patria celestial.


Hay cuestiones científicas relacionadas con la evolución humana que un día podremos resolver y conocer su verdad con un altísimo grado de fiabilidad. Hay otros interrogantes que, aún siendo de naturaleza científica, quizás nunca podamos conocer con absoluta claridad. ¿Cuándo, dónde, y, sobre todo a partir de que especie de homínido prehumano surgió el género humano? ¿Quiénes fueron los primeros seres humanos?

Y, finalmente, hay otras cuestiones relacionadas con el hombre, y sumamente importantes para nuestras vidas, que por su propia naturaleza están más allá de lo que la Ciencia de la evolución humana puede dar de sí. ¿Tenemos una dimensión espiritual? ¿Cuál es el destino de cada persona en particular y de la humanidad en general? De ahí que nos resulte necesario escuchar a la Metafísica y a la Teología para ver qué es lo que de cierto pueden decirnos a cerca de los interrogantes fundamentales que inquietan a la conciencia humana.

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