jueves, 6 de mayo de 2010

DIÁLOGO CIENCIA - FE

Algo se resquebraja




El domingo 3 de mayo de 2010 Benedicto XVI ha visitado la "sábana santa" de Turín con ocasión de su ostensión al público durante unas semanas. Es algo excepcional y se cuentan con los dedos de una mano las veces que ha estado así expuesta a la admiración y veneración del público.

En abril de 1998, el papa Wojtyla, la visitaba por tercera vez (segunda en su pontificado) como otro gesto suyo en el diálogo ciencia-fe, remarcando bien los límites propios de cada nivel de conocimiento y procurando de nuevo denunciar los extremismos de cualquier signo. 


Sus referencias a la Síndone nunca fueron hacia la “reliquia” sino a un “icono” de Cristo , el cual también representa el sufrimiento de la humanidad; es “la huella del cuerpo martirizado del Crucificado” que “no es materia de fe” aunque “es una provocación a la inteligencia (...) La Iglesia confía a los científicos el cometido de seguir indagando para encontrar respuestas adecuadas a los interrogantes ligados a este lienzo que, según la tradición, habría envuelto el cuerpo de nuestro Redentor cuando fue depuesto de la cruz”.

Algo se resquebraja

Los descubrimientos de finales del siglo XV hicieron que Occidente saliera de su aislacionismo ideológico al descubrirse el mundo pagano no cristiano del que sólo se tenía referencias de oídas. Hasta ese momento sólo se conocía el mundo islámico que a través del averroísmo transformó la Escolástica y arrolló la tradicional teología agustiniana. Mientras tanto, en esos anteriores quince siglos, el judaísmo no había modificado nada ni había llamado la atención a nadie pues se le consideraba precursor superado del cristianismo.

Los últimos averroístas estaban ligados a los librepensadores que surgieron en el siglo XII y desde el XIV arraigó la actitud racionalista que se unió a los humanistas. Se dice que Occam (+1343) 
con su nominalismo fue el inventor de la “nueva vía” de la Escolástica y que, contra el tomismo, disoció fe y ciencia. 


Pero no existe la generación espontánea y ya antes Pedro Damián (+1072 con 65 años) había lanzado la propuesta doctrinal teocrática que niega especificidad a los fines temporales y no acepta la autonomía de la razón o de la naturaleza ante la gracia o de la filosofía ante la teología, o sea de la Ciencia ante la Fe. No es fácil datar el momento en que empieza esta historia del desencuentro en el que ambos (ciencia y fe) se dan la espalda y se enfrentan "a muerte".

También durante el llamado “Cisma de Occidente” (1348-1415), Maxilio de Padua reprochó el carácter temporal de la Iglesia y el poder político del Papa queriendo separar lo civil de lo eclesiástico, lo natural de lo sobrenatural, lo político de lo religioso, o sea, la ciencia de la fe. Es correcto separar y distinguir, poner cada cosa en su sitio, pero no es de recibo aniquilar al otro. 


Fue en el umbral de la alta Edad Media (siglo XI) cuando los teólogos y los predicadores ya empezaban a prestar atención al paganismo que latía en los cristianos europeos; así, por ejemplo, san Pedro Damiano (+1072) se lamentaba de las fábulas que se veían en la Biblia. Para unos todo es natural o pagano, para otros todo es sobrenatural y divino; ambos desnaturalizan las cosas.

El papel de los laicos bautizados se eclipsó en el siglo IV-V con la caída del Imperio Romano de Occidente, cuando los clérigos tomaron las riendas también del mundo, sin embargo hubo un despertar seglar o laical (no laicista) al principio del segundo milenio. En el siglo XIII había ya catorce universidades surgidas por varias razones, una de ellas el afán cristiano de imitar al mundo árabe y sus instituciones culturales que expedían títulos académicos. Aunque salían de las escuelas catedralicias o monacales para formar clérigos, sin embargo apareció un fuerte interés del laicado que hizo que pronto se constituyera el Studium generale. Era una hora en que el Espíritu promovía a los laicos para incorporarse de nuevo a sus tareas propias en las actividades temporales y eclesiales: la buena secularización. Pero "si quieres arroz Catalina".

Ya Nerón se atrevió a echar a los cristianos la culpa del incendio que se dice que él mismo propagó en Roma aunque hoy se afirma que no fue cosa suya. Los de la Ilustración les echan la culpa de la caída del Imperio Romano y de la supuesta oscuridad de los siglos posteriores. Dirán de sí mismos que, gracias a ellos, se está en el "siglo de las luces" y por fin se logrará la liberación de la razón frente a las trabas que ponía la fe. Muchos investigadores han demostrado con datos científicos y documentos cuán falsa es la rígida contraposición entre Medievo y Renacimiento ya que aquel tenía actitudes humanistas y ahora pervivirán valores medievales.

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