Hablando sin miedo
y
escuchando sin rin-tin-tin

Francisco también se va encontrando
con los jóvenes de los países que visita en sus viajes pastorales, incluso con no
católicos ni cristianos. En septiembre estuvo en Lituania y después del testimonio de Mónica y Jonás, les dijo,
entre otras muchas cosas: “Solos no se llega a ninguna parte (…) No cedáis a la
tentación de ensimismaros, mirándoos el ombligo, a la tentación de volveros
egoístas o superficiales ante el dolor, la dificultad o el éxito pasajero (…)
vayamos contra la corriente de ese individualismo que aísla, que nos vuelve
egocéntricos, que nos hacer ser vanidosos, preocupados solamente por la imagen
y el propio bienestar. Preocupado por la imagen, de cómo me verán”.
Y en Estonia, en la iglesia luterana de san Carlos, tuvo un encuentro
ecuménico con los jóvenes donde les dijo: “Sabemos —así
nos lo habéis dicho— que muchos jóvenes no nos piden nada porque no nos
consideran interlocutores significativos para su existencia (…) Algunos
incluso, piden que los dejemos en paz, sienten la presencia de la Iglesia como
algo molesto y hasta irritante. Y esto es verdad. Les indignan los escándalos
económicos y sexuales ante los que no ven una firme condena.

Juan Pablo II fue el punto de referencia para los
jóvenes que percibieron en él palabras auténticas, se sintieron respetados,
valorizados y tomados en serio. El Papa polaco tuvo confianza en ellos y
organizó movidas juveniles allí a donde viajaba como Pastor de la Iglesia y decretó
la celebración de las jornadas mundiales de la juventud. El Papa polaco empezó
a romper esquemas de los hombres de Iglesia (obispos) al encontrarse con ell@s
en cada viaje pastoral. Cuando en XI-1983 estuvo en Madrid, ningún jerarca
tenía fe en el éxito del encuentro y proponían una pista polideportiva para
unos muy pocos miles. Alguno de la organización se jugó una cena con el
cardenal Tarancón y algún que otro obispo a que en el estadio del Bernabeu
quedarían más jóvenes fuera que dentro. Así fue y ganó la cena.
La primera
Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) fue en 1986 y cada año escribía un
Mensaje. En ese escribió que “El 8 de
junio pasado, tuve la inmensa alegría de anunciar la celebración de la próxima Jornada Mundial de la Juventud, en Buenos
Aires, el domingo de Ramos de 1987. Estaré entonces, con la ayuda de Dios,
culminando mi visita apostólica a las Naciones del cono sur americano: Uruguay,
Chile y Argentina (…) deseo recordaros un pensamiento que expuse en mi
primera Encíclica: “El hombre no puede vivir sin amor (…) ¡Y cuánto más podría
destacarse dicha realidad para la vida de los jóvenes (…) Es entonces cuando
más se experimenta la necesidad de sentirse reconocido, sostenido, escuchado y
amado.
(…) Vosotros
sabéis bien, desde lo profundo de vuestros corazones, que son efímeras y sólo
dejan vacío en el alma las satisfacciones que ofrece un hedonismo superficial;
que es ilusorio encerrarse en la caparazón del propio egoísmo; que toda
indiferencia y escepticismo contradicen las nobles ansias de amor sin
fronteras; que las tentaciones de la violencia y de las ideologías que niegan a
Dios llevan sólo a callejones sin salida.
(…) La construcción de una civilización del amor requiere
(…) una responsabilidad de los jóvenes de hoy que serán los hombres y mujeres
del mañana, en los albores ya del tercer milenio cristiano”.
En el último
Mensaje de 2005 para la Jornada en
Colonia, antes de irse a la casa del Padre, glosaba el lema "Hemos
venido a adorarle" (Mt 2,
2): “Es un tema que permite a los jóvenes
de cada continente recorrer idealmente el itinerario de los Reyes Magos, cuyas
reliquias se veneran según una pía tradición precisamente en aquella ciudad, y
encontrar, como ellos, al Mesías de todas las naciones. Abrieron sus cofres y le ofrecieron dones de oro,
incienso y mirra" (Mt 2, 11) (…)
Queridos jóvenes, ofreced también vosotros al Señor el oro de vuestra
existencia, o sea la libertad de seguirlo por amor respondiendo fielmente
a su llamada; elevad hacia Él el incienso de vuestra oración ardiente, para alabanza de su gloria;
ofrecedle la mirra, es decir el afecto lleno de gratitud hacia Él,
verdadero hombre, que nos ha amado hasta morir como un malhechor en el Gólgota”.

En un reciente encuentro en la basílica de San Pedro
(12-X-2018) compartiendo una Hora Santa eucarística con 1.200 jóvenes españoles
que forman parte del movimiento
Hakuna, nacido tras la JMJ de
Brasil, Bergoglio pidió perdón "no
sólo por los escándalos de abusos, escándalos de mundanidad, de apego a valores
que no son evangélicos, de incoherencia de vida. Ustedes ven eso y dicen yo me hago ateo (...) Perdón por
escandalizarlos. Siento dolor",
subrayó el Papa en un discurso improvisado. "Ese
clericalismo que hace tanto daño, les pido perdón también por eso".
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