EL
ESPIRITU SANTO Y FRANCISCO
Este domingo de Pentecostés se celebra del día en que,
a los 50 de resucitar, vino el Espíritu Santo sobre los discípulos encerrados
dentro del Cenáculo y sobre la multitud de los que estaban fuera de la casa y
se arremolinaron por la curiosidad despertada por el viento impetuoso. Como
la Ascensión de Jesús, a los 40 días de resucitado, se celebra en muchas
iglesias locales en domingo, la Conferencia Episcopal española decretó hacia
1970 que la preparación de la Pentecostés, una devoción no obligatoria, debía
empezar a celebrarse el lunes, o sea que deja de ser un decenario y pase a ser
un septenario, cifra que coincide con el número de dones que los teólogos le asignan
al Espíritu Santo que varias veces en la Historia de la humanidad se
ha presentado en forma de paloma.
Como
contar con Él es totalmente necesario, el papa Francisco viene haciendo
habitualmente referencias al “Señor y Dador de vida”, en cualquier época del
año. No recojo de sus homilías matutinas o catequesis de los miércoles pero sí párrafos
literales de sus escritos que me resultan interesantes y útiles para mejorar el
trato con "el gran desconocido” que así le llamaron bastantes sant@s a lo largo de
los siglos, desde mitad del primer milenio. Dice el Papa argentino que "con el
Espíritu Santo, en medio del pueblo siempre está María (…) y así hizo posible
la explosión misionera que se produjo en Pentecostés.
Ella es la Madre de la Iglesia evangelizadora y sin ella no terminamos de
comprender el espíritu de la nueva evangelización" (EvG, 284).
"En todos los bautizados, desde el
primero hasta el último, actúa la fuerza santificadora del Espíritu que impulsa
a evangelizar (…) Dios dota a la totalidad de los fieles de un instinto de la fe —el sensus
fidei— que los ayuda a
discernir lo que viene realmente de Dios" (EvG, 119).
"El Espíritu Santo derrama santidad
por todas partes, en el santo pueblo fiel de Dios" (GEx, 6). "Aun fuera de la
Iglesia Católica y en ámbitos muy diferentes, el Espíritu suscita «signos de su
presencia, que ayudan a los mismos discípulos de Cristo»" (GEx, 9). "Una
mirada de fe sobre la realidad no puede dejar de reconocer lo que siembra el
Espíritu Santo (…) Allí hay que reconocer mucho más que unas «semillas del
Verbo" (EvG, 68). "Es sano prestar atención a la realidad concreta, porque las
exigencias y llamadas del Espíritu Santo resuenan también en los
acontecimientos mismos de la Historia" (AL, 31).
"La catolicidad (…) fermento de
unidad en la diversidad y de comunión en la libertad, exige para sí misma y
propicia esa polaridad tensional entre lo particular y lo universal, entre lo
uno y lo múltiple, entre lo simple y lo complejo. Aniquilar esta tensión va
contra la vida del Espíritu" (VG, 4). "El Espíritu Santo también
enriquece a toda la Iglesia evangelizadora con distintos carismas. Son dones
para renovar y edificar la Iglesia. No son un patrimonio cerrado, entregado a
un grupo para que lo custodie" (EvG, 130). "Deja
que la gracia de tu Bautismo fructifique en un camino de santidad (…) tienes la
fuerza del Espíritu Santo para que sea posible, y la santidad, en el fondo, es
el fruto del Espíritu Santo en tu vida" (GEx, 15).
"Evangelizadores con Espíritu
quiere decir evangelizadores que se abren sin temor a la acción del Espíritu
Santo (…) para anunciar la novedad del Evangelio con audacia (parresía),
en voz alta y en todo tiempo y lugar, incluso a contracorriente" (EG, 259).
"No tengas miedo de dejarte guiar por
el Espíritu Santo. La santidad no te hace menos humano" (GE, 34).
"Las familias alcanzan poco a poco,
«con la gracia del Espíritu Santo, su santidad a través de la vida matrimonial,
participando también en el misterio de la cruz de Cristo, que transforma las
dificultades y sufrimientos en una ofrenda de amor». Por otra parte, los
momentos de gozo, el descanso o la fiesta, y aun la sexualidad, se experimentan
como una participación en la vida plena de su Resurrección" (AL, 317). "Acerca del modo de tratar las
diversas situaciones llamadas «irregulares» (…) compete a la Iglesia revelarles
la divina pedagogía de la gracia en sus vidas y ayudarles a alcanzar la
plenitud del designio que Dios tiene para ellos. Siempre posible con la fuerza
del Espíritu Santo" (AL, 297).
"Hay que discernir si es el vino
nuevo que viene de Dios o es una novedad engañosa del espíritu del mundo o del
espíritu del diablo (…) porque las fuerzas del mal nos inducen a no cambiar, a
dejar las cosas como están, a optar por el inmovilismo o la rigidez. Entonces
impedimos que actúe el soplo del Espíritu" (GEx,168). "Hace falta pedirle al Espíritu Santo
que nos libere y que expulse ese miedo que nos lleva a vedarle su entrada en
algunos aspectos de la propia vida" (GEx,175).
"María sabe reconocer las huellas del Espíritu de
Dios en los grandes acontecimientos y también en aquellos que parecen
imperceptibles. Es contemplativa del misterio de Dios en el mundo, en la
historia y en la vida cotidiana de cada uno y de todos" (GEx, 288).
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