1
de mayo, san José obrero

San
José es el hombre del trabajo y también trabajador manual fue Jesús de Nazaret,
el Dios hecho hombre. Se pasó su vida, salvo los dos y medio últimos años,
trabajando en el taller de Nazaret.
El
5 de enero de 1964, desde Nazareth, exhortaba Paulo VI a aprender la lección
del trabajo, la conciencia de su dignidad. Y señalaba "al gran modelo, al hermano divino, al
defensor de todas las causas justas, es decir: a Cristo, Nuestro Señor",
el hijo del carpintero, como era conocido Jesús.
Un
autor moderno dice: "Si un hombre es
barrendero, tendría que barrer las calles como pintaba Miguel Ángel, como
componía Beethoven, como escribía Shakespeare".
León XIII en 1891 en Rerum novarum condenó el «capitalismo
salvaje» y decía que no puede estar la solución en la visión marxista del
enfrentamiento y aniquilación mutua del capital contra el trabajo. Pío XI en
la Quadragessimo anno dirá lo mismo. Fue Pío XII quien en 1951 dio un paso adelante al afirmar que el «capitalismo
equilibrado» es la causa del
progreso material o prosperidad y ello es un bien para toda la humanidad, una
exigencia divina. Juan Pablo II en la Encíclica Centesimus
annus (CA) de 1991, a los cien
años de Rerum novarum,
recordaba la vigencia de León XIII y de Pío XII y perfilaba los márgenes en que
puede moverse el capitalismo, siempre y cuando respete la concepción adecuada
del hombre y la dignidad de su naturaleza.

Benedicto XVI (IX-2007), glosando la parábola evangélica del
administrador injusto (Lc 16, 9), recordaba que el dinero no es en sí injusto
pero su uso correcto conlleva no usar los bienes sólo para el propio interés
sino también para atender a las necesidades de los pobres.


Esta problemática también le preocupa al papa Francisco por eso,
entre otras ocasiones, en febrero 2017, ante más de mil
empresarios de la llamada “Economía de la comunión”, iniciativa de los focolares, habló de nuevo con contundencia del «dios
dinero (…) el dinero es
importante, sobre todo cuando no está y de ello depende la comida, la escuela y
el futuro de los hijos. Pero se
convierte en un ídolo cuando es el fin último». El capitalismo
actual discurre por este camino.

"¿Qué le pasa al mundo de hoy –preguntaba en voz alta sin esperar,
claro, respuesta en ese momento- que,
cuando se produce la bancarrota de un banco de inmediato aparecen sumas
escandalosas para salvarlo, pero cuando se produce esta bancarrota de la
humanidad no hay casi ni una milésima parte para salvar a esos hermanos que
sufren tanto?"
Las
llamadas "revoluciones burguesas" terminaron con los absolutismos
emergiendo los estados nacionales con bases constitucionales. Al adoptarse el
Estado de Derecho, el liberalismo permitió el desarrollo del capitalismo, su
hijo amado. La riqueza estática del feudalismo, fundada en la tierra, la
esclavitud y las conquistas, fue sustituida por la riqueza dinámica con la creación
industrial de bienes en escala impensada. Pero el capitalismo suscita críticas por la
desigualdad entre los más ricos y los más pobres. Ante la vara igualitaria, parecería
que es mejor la igualdad en la miseria, como en Venezuela, Haití, Nicaragua o
Malí, que la desigualdad con mayor bienestar para los más pobres y movilidad
social para todos.

Escribe Francisco en “Evangelii
gaudium” (EG) que “el mandamiento «no
matarás» debe aplicarse a un
sistema económico basado en la desigualdad y en la exclusión; tal economía mata
(…) No puede ser que no sea
noticia que muere de frío un anciano en situación de calle y que sí lo sea una
caída de dos puntos en la bolsa (…) Hemos dado inicio a la cultura del
«descarte» (…) Los excluidos no son «explotados» sino desechos, «sobrantes» (EG, 53).

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