¿Reformar
el calendario?
En
diciembre –hay otros meses que también pasa algo parecido- con eso de ser
festivo laboral el día de la Constitución, la Inmaculada y Navidad, se pueden
hacer, como este año, no un puente sino un acueducto.
El día 6
cayó en miércoles y el 8 en viernes, así que “algún@s” pudieron tomarse
vacaciones del viernes 1 al domingo 10.
En febrero del año pasado, la prensa anunciaba que la
formación francesa de nuevo cuño, Terra
Nova, cercana al Partido Socialista, ha elaborado un informe donde propone
sustituir dos fiestas cristianas y cedérselas a una fiesta musulmana y otra
judía. Sugiere suprimir el lunes de Pascua y el de Pentecostés, dos días de poca importancia para los
cristianos, y sustituirlos por la fiesta judía Yom Kipur, que se celebra diez
días después del Año Nuevo judío (mes de marzo-abril) y la fiesta musulmana Eid
al-Adha, la fiesta del sacrificio del cordero, que se celebra entre septiembre
y noviembre.
La reforma del calendario no es porque se considera a la
Iglesia católica de capa caída o perseguida. No me parece de recibo que lo decida
ella. Cristo, a pesar de su condición divina –dice san Pablo- no hizo alarde
de su categoría de Dios y pasó como un hombre cualquiera, uno de tantos (cf
Phil 2, 6-7). La Iglesia en su continua reforma tiene que eliminar esos defectos (algunos consolidados hace siglos) de estar en el candelero, creerse
superior a los demás y monopolizar la vida civil. Todavía está la mentalidad (errónea) de la Edad Media en que un papa osó decretar que como lo espiritual es superior a lo material (lo cual es discutible), el poder espiritual de la Iglesia está por encima del poder civil de cada pueblo y de todos (!).
En el siglo
XIX aparecieron esquemas de nuevos calendarios y en la primera mitad del siglo
XX fue cuando más en serio se tomó la idea de modificar el calendario
gregoriano. La Sociedad de Naciones tuvo durante catorce años el asunto de la
reforma en su agenda, como también estuvo en la recién creada ONU.
Del final del segundo milenio, en la década de los noventa, publicaba la prensa una propuesta de alguien que proponía que todos los meses fueran de 28 días y con los que sobran se creara un decimotercer mes, entre agosto y septiembre, llamado mes vacacional.
La
Constitución “Sacrosanctum concilium” sobre la reforma litúrgica en 1963 del Concilio
Ecuménico Vaticano II, declara que no se opone a los diversos proyectos que se
están elaborando para establecer el calendario perpetuo e introducirlo en la
sociedad civil, con tal que conserven y garanticen la semana de siete días con
el domingo, a no ser que se presenten razones gravísimas.
En 2012, la francesa Eva
Joly, de origen noruego y del partido verde, propuso en su campaña electoral
otorgarles un día festivo a los judíos y musulmanes para la celebración de sus
fiestas más importantes.
En 2015, Ericka
Bareigts, diputada del partido socialista de la isla de Reunión propuso que
todos los departamentos franceses de ultramar respetaran las fiestas judías y
musulmanas “para tener en cuenta la diversidad cultural, religiosa e
histórica”.
Opino que es una buena idea para facilitar el vivir en paz y armonía se piense como se piense, se crea en lo que se crea; se respete al que cree en algo.
Opino que es una buena idea para facilitar el vivir en paz y armonía se piense como se piense, se crea en lo que se crea; se respete al que cree en algo.
En cambio el republicano
Eric Ciotti, miembro de la Asamblea Nacional, aseguraba que “la identidad y la
historia de Francia proviene de una tradición judeocristiana”. Lo de Ciotti
suena bien pero mirándolo despacio puede ser una actitud cerril y
fundamentalista como otras en boga y que hacen tanto daño.
El
calendario juliano —que surgió en una sociedad pagana— pasó a ser el calendario
del cristianismo cuando esta religión se convirtió en la predominante del
imperio romano en el siglo IV. En el siglo III la Iglesia cristiana utilizaba
un calendario lunisolar similar al judío, que pudo haberse convertido en el
único del cristianismo.
En 1582 el
papa Gregorio XIII reformaba el calendario juliano -ideado por Julio César en el
año 46 aC- para conseguir que la fiesta de la Pascua se celebrara en la fecha en
que estaba señalada desde, al menos, el siglo IV.
Al inicio
de la segunda parte del siglo XX se hicieron ajustes en el calendario tanto
civil como eclesial para “ponerse al día”, al menos en algunas cosas. Así se
pasó la solemnidad religiosa del Corpus al domingo. De estos ajustes, soy
partidario de unos cuantos más, tanto para evitar puentes y acueductos con fiestas
tanto laborales como las religiosamente “de precepto”. Así propongo eliminar
como festivo laboral el 1 de noviembre y pasar esa solemnidad religiosa de "Todos los santos" al primer domingo de noviembre. La solemnidad de la Inmaculada
pasarla al primer sábado de diciembre y Navidad el último viernes de diciembre.
Los reyes el domingo inmediatamente después de Navidad y así los niños podrán
jugar varios días con los juguetes. En Valencia se viene discutiendo si se cambia
la fiesta fallera de san José y en vez de ser cada año el día fijo 19 que sea
en fin de semana.
Además de revisar fechas de fiestas laborales y religiosas a
la vez, de puertas para
dentro en la Iglesia, propongo estudiar también el reajuste del santoral pues
salvo “cuatro” excepciones (Teresa de Calcuta, el Padre Pío, etc.), siguen celebrándose
las memorias de much@s sant@s de la antigüedad y están olvidad@s los actuales,
modernos, de nuestro tiempo. Por ejemplo, propongo formar un pack con los
mártires romanos (Inés, Cecilia, etc.) que llenan buena parte del año y así
igualarlos al pack reciente de los más de 100 mártires chinos o esa cantidad de
vietnamitas o los japoneses que se celebran juntos, en un solo día. Juan Pablo
II canonizó a más de 400 sant@s y casi nadie los conoce y no hay demasiado
interés en ello. Ahora el papa argentino ha sobrepasado en este sentido al papa
polaco, y en solo 4 años, mientras aquel estuvo más de 25 años.
La ingente
cantidad de sant@s no europe@s que, gracias a Dios, empiezan a canonizarse,
conllevará también a tener que aglutinar por ejemplo los apóstoles por un lado,
los obispos por otro, los fundadores por otro, los del mundo sanitario, del
mundo educacional, del mundo del deporte, etc.
A lo largo
de la historia ha habido reformas o retoques del calendario, así que la
pregunta es obvia: ¿por qué no se puede seguir haciéndose retoques o reformas
para mejorar?
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