sábado, 16 de diciembre de 2017

SOBRE LOS DIAS FESTIVOS

¿Reformar el calendario?



En diciembre –hay otros meses que también pasa algo parecido- con eso de ser festivo laboral el día de la Constitución, la Inmaculada y Navidad, se pueden hacer, como este año, no un puente sino un acueducto.

El día 6 cayó en miércoles y el 8 en viernes, así que “algún@s” pudieron tomarse vacaciones del viernes 1 al domingo 10.

En febrero del año pasado, la prensa anunciaba que la formación francesa de nuevo cuño, Terra Nova, cercana al Partido Socialista, ha elaborado un informe donde propone sustituir dos fiestas cristianas y cedérselas a una fiesta musulmana y otra judía. Sugiere suprimir el lunes de Pascua y el de Pentecostés, dos días de poca importancia para los cristianos, y sustituirlos por la fiesta judía Yom Kipur, que se celebra diez días después del Año Nuevo judío (mes de marzo-abril) y la fiesta musulmana Eid al-Adha, la fiesta del sacrificio del cordero, que se celebra entre septiembre y noviembre.

La reforma del calendario no es porque se considera a la Iglesia católica de capa caída o perseguida. No me parece de recibo que lo decida ella. Cristo, a pesar de su condición divina –dice san Pablo- no hizo alarde de su categoría de Dios y pasó como un hombre cualquiera, uno de tantos (cf Phil 2, 6-7). La Iglesia en su continua reforma tiene que eliminar esos defectos (algunos consolidados hace siglos) de estar en el candelero, creerse superior a los demás y monopolizar la vida civil. Todavía está la mentalidad (errónea) de la Edad Media en que un papa osó decretar que como lo espiritual es superior a lo material (lo cual es discutible), el poder espiritual de la Iglesia está por encima del poder civil de cada pueblo y de todos (!).

En el siglo XIX aparecieron esquemas de nuevos calendarios y en la primera mitad del siglo XX fue cuando más en serio se tomó la idea de modificar el calendario gregoriano. La Sociedad de Naciones tuvo durante catorce años el asunto de la reforma en su agenda, como también estuvo en la recién creada ONU.


Del final del segundo milenio, en la década de los noventa, publicaba la prensa una propuesta de alguien que proponía que todos los meses fueran de 28 días y con los que sobran se creara un decimotercer mes, entre agosto y septiembre, llamado mes vacacional.

La Constitución “Sacrosanctum concilium” sobre la reforma litúrgica en 1963 del Concilio Ecuménico Vaticano II, declara que no se opone a los diversos proyectos que se están elaborando para establecer el calendario perpetuo e introducirlo en la sociedad civil, con tal que conserven y garanticen la semana de siete días con el domingo, a no ser que se presenten razones gravísimas.

En 2012, la francesa Eva Joly, de origen noruego y del partido verde, propuso en su campaña electoral otorgarles un día festivo a los judíos y musulmanes para la celebración de sus fiestas más importantes.

En 2015, Ericka Bareigts, diputada del partido socialista de la isla de Reunión propuso que todos los departamentos franceses de ultramar respetaran las fiestas judías y musulmanas “para tener en cuenta la diversidad cultural, religiosa e histórica”. 

Opino que es una buena idea para facilitar el vivir en paz y armonía se piense como se piense, se crea en lo que se crea; se respete al que cree en algo.

En cambio el republicano Eric Ciotti, miembro de la Asamblea Nacional, aseguraba que “la identidad y la historia de Francia proviene de una tradición judeocristiana”. Lo de Ciotti suena bien pero mirándolo despacio puede ser una actitud cerril y fundamentalista como otras en boga y que hacen tanto daño.

El calendario juliano —que surgió en una sociedad pagana— pasó a ser el calendario del cristianismo cuando esta religión se convirtió en la predominante del imperio romano en el siglo IV. En el siglo III la Iglesia cristiana utilizaba un calendario lunisolar similar al judío, que pudo haberse convertido en el único del cristianismo.

En 1582 el papa Gregorio XIII reformaba el calendario juliano -ideado por Julio César en el año 46 aC- para conseguir que la fiesta de la Pascua se celebrara en la fecha en que estaba señalada desde, al menos, el siglo IV.

Al inicio de la segunda parte del siglo XX se hicieron ajustes en el calendario tanto civil como eclesial para “ponerse al día”, al menos en algunas cosas. Así se pasó la solemnidad religiosa del Corpus al domingo. De estos ajustes, soy partidario de unos cuantos más, tanto para evitar puentes y acueductos con fiestas tanto laborales como las religiosamente “de precepto”. Así propongo eliminar como festivo laboral el 1 de noviembre y pasar esa solemnidad religiosa de "Todos los santos" al primer domingo de noviembre. La solemnidad de la Inmaculada pasarla al primer sábado de diciembre y Navidad el último viernes de diciembre. Los reyes el domingo inmediatamente después de Navidad y así los niños podrán jugar varios días con los juguetes. En Valencia se viene discutiendo si se cambia la fiesta fallera de san José y en vez de ser cada año el día fijo 19 que sea en fin de semana.

Además de revisar fechas de fiestas laborales y religiosas a la vez, de puertas para dentro en la Iglesia, propongo estudiar también el reajuste del santoral pues salvo “cuatro” excepciones (Teresa de Calcuta, el Padre Pío, etc.), siguen celebrándose las memorias de much@s sant@s de la antigüedad y están olvidad@s los actuales, modernos, de nuestro tiempo. Por ejemplo, propongo formar un pack con los mártires romanos (Inés, Cecilia, etc.) que llenan buena parte del año y así igualarlos al pack reciente de los más de 100 mártires chinos o esa cantidad de vietnamitas o los japoneses que se celebran juntos, en un solo día. Juan Pablo II canonizó a más de 400 sant@s y casi nadie los conoce y no hay demasiado interés en ello. Ahora el papa argentino ha sobrepasado en este sentido al papa polaco, y en solo 4 años, mientras aquel estuvo más de 25 años.

La ingente cantidad de sant@s no europe@s que, gracias a Dios, empiezan a canonizarse, conllevará también a tener que aglutinar por ejemplo los apóstoles por un lado, los obispos por otro, los fundadores por otro, los del mundo sanitario, del mundo educacional, del mundo del deporte, etc.

A lo largo de la historia ha habido reformas o retoques del calendario, así que la pregunta es obvia: ¿por qué no se puede seguir haciéndose retoques o reformas para mejorar?

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