sábado, 27 de febrero de 2016

PERSECUCIONES A LOS PAGANOS

¿Y tú más?

Esta semana aparece en la prensa la noticia de los 42 últimos cristianos liberados en Siria por el Estado islámico (ISIS). En 2015 capturaron a 230 en 35 poblaciones cristianas junto al río Kabhut, en el noreste sirio. Puede que la liberación haya sido porque se pagó el rescate exigido de 100 mil dólares por cabeza.

Ante estos hechos, lo frecuente es convivir con cristianos europeos occidentales a los que solo se les oye satanizar a esos monstruos, asesinos musulmanes. Si les recuerdas lo mismo por parte de los criticones a lo largo de la historia, se enfadan y solo saben exclamar: ¡y ellos más!

El inicial puñado de discípulos judíos que seguían a Jesús resucitado, según se narran los Hechos de los apóstoles, en boca de Pedro el día de Pentecostés, dentro del cenáculo eran unos 120. Ese día de Pentecostés se bautizaron unos 3 mil. Al final del siglo III podían ser un millón; una multitud que no se lanzaba a evitar las persecuciones, que no faltaron desde el primer momento, siquiera con una navaja.

Pero cuando en el siglo IV se instaura la llamada “paz constantiniana” el viento sopla a favor y ya no hay persecución, se lanzaron a la revancha, desobedeciendo lo enseñado por Cristo. Esa paz constantiniana fue para los cristianos una tentación más fuerte que las persecuciones.

Recopilo a uña de caballo unos pocos hechos de ese siglo IV; para muestra, un botón. En el año 324, en Dydima, en la costa Anatolia de Asia Menor, se saquea el oráculo del dios Apolo y se tortura hasta la muerte a los sacerdotes paganos del linaje de los bránquidas y se desahucia a todos los paganos y se destruyen todos los templos paganos del monte Athos.

En el 326 el emperador Constantino, siguiendo las instrucciones de su madre Elena, destruye en Cilicia el templo del dios Asclepio (Esculapio para los romanos) y muchos templos de la diosa Afrodita en Jerusalén, Mambre, Fenicia, etc.

En el 330 roba los tesoros y las estatuas de los templos paganos de Grecia para decorar Nova Roma (Constantinopla), la nueva capital de su Imperio.

En el 335 saquea muchos templos paganos de Asia Menor y Palestina y ordena la ejecución por crucifixión de "todos los magos y adivinos" y es el martirio del filósofo neoplatónico Sopatro.

En el 353 el decreto del siguiente emperador, Constancio, ordenaba la pena de muerte para quien tributara culto con sacrificios e "ídolos".
Un año después un nuevo decreto ordenaba el cierre de todos los templos paganos. Algunos de ellos fueron profanados y se convirtieron en burdeles o salas de juego. Se ejecutó a los sacerdotes paganos y Constancio ordenó la quema de bibliotecas de varias ciudades del Imperio.

En el 359 en Skythopolis, Siria, los cristianos organizaron el primer campo de concentración conocido en la historia, dedicado a la tortura y ejecución de los paganos arrestados en cualquier parte del Imperio.

En el 361, el 11 de diciembre, el emperador Juliano, conocido como “el apóstata”, declaraba la tolerancia religiosa ya que quería restaurar los anteriores cultos paganos. El 17 de junio del 362 prohibía a los cristianos la enseñanza de Retórica y Gramática.

Juliano fue asesinado el 26 de junio del 363 y le sigue como emperador Flavio Joviano, un cristiano moderado que al principio no atacó los templos paganos mientras que restablecía las subvenciones y los privilegios cristianos revocados por Juliano. Pero al año siguiente ordenaba la quema de la biblioteca-museo de Antioquia que ya había sido quemada en el siglo anterior (272) y que Juliano había reconstruido.
        San Juan Crisóstomo, describe el paisaje que “se disfrutaba” por el incendio del Serapeum y de parte de Alejandría: "La desolación y la destrucción son tales que ya no se podría decir dónde se encontraba el Soma". Se refería a la tumba de Alejandro magno, fundador de la ciudad en 331 aC.

Teodosio recibe la absolución de san Ambrosio
tras quitarle la excomunión.
En la segunda mitad de ese siglo IV, con el arma de la excomunión, san Ambrosio, obispo en Milán, convirtió al emperador Teodosio en un instrumento no sólo dócil, sino ávido por complacerle. Siendo Ambrosio más guerrero que intelectual, fue el primero en lograr que se reconociera que el poder de la Iglesia estaba por encima del poder del Estado, desterró a los paganos de la vida política romana y favoreció la caída del paganismo como religión de Estado.

En este frenesí de legislar contra los heréticos y los paganos, contra el adulterio, el divorcio y otras muchas cuestiones morales, surgió el conflicto de Tesalónica del 390. Teodosio había condenado a la hoguera a los hombres que cometieran vicios contra natura, los homosexuales, y se organizó una buena movida con una matanza que duró varias horas y el número de muertos, para unos fue de tres mil; para otros siete mil.

ruinas de Palmyra
Entre el 385 y el 388 Maternus Cynegius, prefecto de Teodosio, cristiano devoto, animado por su fanática esposa y el obispo san Marcelo, con sus bandas, barría, saqueaba y destruía cientos de templos helénicos, relicarios y altares. Entre otros, destruyeron el templo de Zeus en Apamea, el templo de Apolo en Dydima y todos los templos de Palmyra. Miles de inocentes paganos de todas las zonas del Imperio fueron martirizados en los terroríficos campos de concentración de Skythopolis.
Las voces reivindicativas paganas tachaban a los monjes de “ser más voraces que los elefantes”.

Del 389 al 390, hordas de ermitaños fanáticos del desierto asaltaban ciudades de Oriente Medio y Egipto destruyendo estatuas, altares, bibliotecas y templos paganos y linchando a los paganos.

El 24 de febrero de 391, un nuevo decreto de Teodosio prohíbe mirar las estatuas destrozadas. En Alejandría, los paganos organizaron una revuelta y se encerraron con llave dentro del templo fortificado del dios Serapis (el Serapeion). Después de un violento cerco, los cristianos –dirigidos por su obispo Teófilo- tomaron el edificio, lo derribaron, quemaron su famosa biblioteca y profanaron las imágenes de culto.

Acabando el siglo, que venimos recorriendo a uña de caballo, en el 395, dos nuevos decretos imperiales (22 de julio y 7 de agosto) ocasionaron nuevas persecuciones contra los paganos y los chicos del emperador Arcadio condujeron las hordas de los godos bautizados a Grecia donde, animados por los monjes cristianos, saqueaban y quemaban ciudades (Delfi, Corinto, Esparta, Olympia, etc.), masacraban o esclavizaban y derrocaban todos los templos. Entre otros, hicieron arder el santuario de Eleusis y quemaron vivos a todos sus sacerdotes, incluyendo a Hilario, sacerdote de Mithra.

Si todo esto saliera hoy en la tele, ¿qué dirían algunos enfundados en su soberbia farisaica?

El 7 de diciembre del año siguiente 396, un nuevo decreto de Arcadio ordenaba que el paganismo fuera tratado como alta traición y se encarcelara a los pocos sacerdotes paganos que quedaban. Al año siguiente la orden fue demoler todos los templos paganos que todavía quedasen en pie.

La historia enseña mucho y se podría seguir poniendo la mirada en los siguientes siglos hasta llegar a final del segundo milenio o al inicio del tercero. Pasando por las cruzadas, la Inquisición, las guerras de religión en la cristiana Europa. Un genocidio tras otro pues no solo existe el holocausto nazi. ¿se oye pedir perdón?

1 comentario:

  1. Voste sap que jo seguixc en agrado les seues lliçons i m'ajuden a tindre criteri...per a juzgar ja que saber de les dos parts...encara que les dos estiguen equivocades...¡gracies D.Javier!




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