lunes, 26 de octubre de 2009

EL AGUA EN LA BIBLIA (1)

En el Antiguo Testamento


El agua es el elemento básico para la vida y es lo que se busca en otros planetas para encontrar justificar que los humanos no estamos solos en este cosmos. El agua es básica y desconcertante pues es necesaria para la vida pero, a la vez, es causa de muchas muertes. 

El agua es tan básica en la vida natural como en la sobrenatural, de la que también participa el hombre. En el último día, el más solemne de la fiesta, estaba allí Jesús y clamó: "Si alguno tiene sed, venga a mí, y beba quien cree en mí. Como dice la Escritura, brotarán de su seno ríos de agua viva". Dijo esto del Espíritu que iban a recibir los que creyeran en él, pues todavía no había sido dado el Espíritu, ya que Jesús aún no había sido glorificado (Jn 7,37-39).

En el Antiguo Testamento

Gn 1, 1-2:   En el principio creó Dios los cielos y la tierra. La tierra era caos y confusión y oscuridad por encima del abismo, y un viento de Dios aleteaba por encima de las aguas.


Gn 1, 6-10: Dijo Dios: «Haya un firmamento por en medio de las aguas, que las aparte unas de otras». E hizo Dios el firmamento; y apartó las aguas de por debajo del firmamento, de las aguas de por encima del firmamento.


Gn 1, 20-21: Dijo Dios: «Bullan las aguas de animales vivientes, y aves revoloteen sobre la tierra contra el firmamento celeste».

Gn 6, 17: Por mi parte, voy a traer el diluvio, las aguas sobre la tierra, para exterminar toda carne que tiene hálito de vida bajo el cielo: todo cuanto existe en la tierra perecerá.

Gn 7, 6-7.10: Noé contaba seiscientos años cuando acaeció el diluvio, las aguas, sobre la tierra. Noé entró en el arca, y con él sus hijos, su mujer y las mujeres de sus hijos, para salvarse de las aguas del diluvio. A la semana, las aguas del diluvio vinieron sobre la tierra.

Gn 7, 17-20.24: Subió el nivel de las aguas mucho, muchísimo sobre la tierra, y quedaron cubiertos los montes más altos que hay debajo del cielo. Quince codos por encima subió el nivel de las aguas quedando cubiertos los montes. Las aguas inundaron la tierra por espacio de 150 días.

Gn 8, 1.3.13: Dios hizo pasar un viento sobre la tierra y las aguas decrecieron. Poco a poco retrocedieron las aguas de sobre la tierra. Al cabo de 150 días, las aguas habían menguado. El año 601 de la vida de Noé, el día primero del primer mes, se secaron las aguas de encima de la tierra. Noé retiró la cubierta del arca, miró y he aquí que estaba seca la superficie del suelo.

Gn 9, 15: y me acordaré de la alianza que media entre yo y vosotros (...) y no habrá más aguas diluviales para exterminar toda carne.

Gn 18, 4: Ea (dice Abram a tres individuos), que traigan un poco de agua y lavaos los pies y recostaos bajo este árbol.

Gn 21, 14-15: Se levantó, pues, Abraham de mañana, tomó pan y un odre de agua, y se lo dio a Agar, le puso al hombro el niño y la despidió. Ella se fue y anduvo por el desierto de Berseba. Como llegase a faltar el agua del odre, echó al niño bajo una mata.

Gn 21, 19: Entonces abrió Dios los ojos de ella, y vio un pozo de agua. Fue, llenó el odre de agua y dio de beber al chico.

Gn 24, 12-13.17: (Dijo el siervo de Abraham, en marcha hacia la ciudad de Najor): Voy a quedarme parado junto a la fuente, mientras las hijas de los ciudadanos salen a sacar agua. El siervo corrió a su encuentro (a Rebeca) y dijo: «Dame un poco de agua de tu cántaro»

Gn 24, 20-21: Y apresuradamente vació su cántaro en el abrevadero y corriendo otra vez al pozo sacó agua para todos los camellos. El hombre la contemplaba callando para saber si Iahveh había dado éxito o no a su misión.

Gn 24, 32: El hombre entró en la casa, y Labán desaparejó los camellos, les dio paja y forraje, y al hombre y a sus acompañantes agua para lavarse los pies.

Gn 24, 43.45: aquí me quedo parado junto a la fuente. La doncella que salga a sacar agua, y yo le diga: Dame de beber un poco de agua de tu cántaro. Apenas había acabado de hablar conmigo mismo, cuando he aquí que Rebeca salía con su cántaro al hombro, bajó a la fuente y sacó agua. Yo le dije: "Ea, dame de beber".

Gn 26, 18-19: Isaac volvió a cavar los pozos de agua que habían cavado los siervos de su padre Abraham, y que los filisteos habían cegado después de la muerte de Abraham, y les puso los mismos nombres que les había puesto su padre. Cavaron los siervos de Isaac en la vaguada y encontraron allí un pozo de aguas vivas.

Gn 26, 32-33: Aquel mismo día llegaron unos siervos de Isaac y le dieron la noticia del pozo que habían cavado, diciéndole: «Hemos hallado agua». El lo llamó Seba, de donde el nombre de la ciudad de Berseba, hasta la fecha.

Gn 36, 24: Los hijos de Sibeón: Ayyá y Aná. Éste es el mismo Aná que encontró las aguas termales en el desierto, cuando apacentaba los asnos de su padre Sibeón.

Gn 37, 24-25: y echándole mano le arrojaron al pozo. Aquel pozo estaba vacío, sin agua. Luego se sentaron a comer. Y levantando los ojos divisaron una caravana de ismaelitas que venían de Galaad, con camellos cargados de almáciga, sandáraca y ládano, que iban bajando hacia Egipto.

Gn 43, 24: Luego los introdujo en casa de José, les dio agua y se lavaron los pies, y les dio pienso para sus asnos.

Gn 49, 3-4: Rubén, mi primogénito eres tú, mi vigor y las primicias de mi virilidad, plétora de pasión y de ímpetu, espumas como el agua: ¡Cuidado, no te desbordes! porque subiste al lecho de tu padre; entonces violaste mi tálamo al subir.

Ex 2, 10: El niño creció, y ella lo llevó entonces a la hija de Faraón, que lo tuvo por hijo, y le llamó Moisés, diciendo: «De las aguas lo he sacado».

Ex 2, 16.18-19: Tenía un sacerdote de Madián siete hijas, que fueron a sacar agua y llenar los pilones para abrevar las ovejas de su padre. Al volver ellas a donde su padre Requel, éste les dijo: «¿Cómo es que venís hoy tan pronto?». Respondieron: «Un egipcio nos libró de las manos de los pastores, y además sacó agua para nosotras y abrevó el rebaño».

Ex 4, 9: Y si no creen tampoco por estas dos señales y no escuchan tu voz, tomarás agua del Nilo y la derramarás en el suelo; y el agua que saques del río se convertirá en sangre sobre el suelo».

Ex 7, 17-19: Así dice Yahveh: En esto conocerás que yo soy Yahveh: Mira que voy a golpear con el cayado que tengo en la mano las aguas del río, y se convertirán en sangre. Los peces del río morirán, y el río quedará apestado de modo que los egipcios no podrán ya beber agua del Nilo». Yahveh dijo a Moisés: «Di a Aarón: Toma tu cayado, y extiende tu mano sobre las aguas de Egipto, sobre sus canales, sobre sus ríos, sobre sus lagunas y sobre todos sus depósitos de agua. Se convertirán en sangre; y habrá sangre en toda la tierra de Egipto, hasta en los árboles y la piedras».

Ex 8, 2: Aarón extendió su mano sobre las aguas de Egipto; subieron las ranas y cubrieron la tierra de Egipto.

Ex 14, 21-22: Moisés extendió su mano sobre el mar, y Yahveh hizo soplar durante toda la noche un fuerte viento del Este que secó el mar, y se dividieron las aguas. Los israelitas entraron en medio del mar a pie enjuto, mientras que las aguas formaban muralla a derecha e izquierda.

Ex 14, 26-28: Yahveh dijo a Moisés: «Extiende tu mano sobre el mar, y las aguas volverán sobre los egipcios, sobre sus carros y sobre los guerreros de los carros». Extendió Moisés su mano sobre el mar, y al rayar el alba volvió el mar a su lecho; de modo que los egipcios, al querer huir, se vieron frente a las aguas. Así precipitó Yahveh a los egipcios en medio del mar, pues al retroceder las aguas cubrieron los carros y a su gente, a todo el ejército de Faraón, que había entrado en el mar para perseguirlos; no escapó ni uno siquiera.

Ex 15, 8: Al soplo de tu ira se apiñaron las aguas, se irguieron las olas como un dique, los abismos cuajaron en el corazón del mar.


Ex 15, 22-23.25.27: Moisés hizo partir a los israelitas del mar Rojo y se dirigieron hacia el desierto de Sur: caminaron tres días por el desierto sin encontrar agua. Luego llegaron a Mará, porque era amarga. Por eso se llama aquel lugar Mará. Entonces Moisés invocó a Yahveh, y Yahveh le mostró un madero que Moisés echó al agua, y el agua se volvió dulce. Allí dio a Israel decretos y normas, y allí le puso a prueba. Después llegaron a Elim, donde hay doce fuentes de agua y setenta palmeras, y acamparon allí junto a las aguas.

Ex 17, 1-3.5-6: Toda la comunidad de los israelitas partió del desierto de Sin, a la orden de Yahveh, para continuar sus jornadas; y acamparon en Refidim, donde el pueblo no encontró agua para beber. El pueblo entonces se querelló contra Moisés, diciendo «Danos agua para beber.» Les respondió Moisés: «¿Por qué os querelláis conmigo? ¿Por qué tentáis a Yahveh?». Pero el pueblo, torturado por la sed, siguió murmurando contra Moisés: «¿Nos has hecho salir de Egipto para hacerme morir de sed, a mí, a mis hijos y a mis ganados?». Respondió Yahveh a Moisés: «Pasa delante del pueblo, llevando contigo algunos de los ancianos de Israel; lleva también en tu mano el cayado con que golpeaste el Río y vete, que allí estaré yo ante ti, sobre la piña, en Horeb; golpearás la peña, y saldrá de ella agua para que beba el pueblo». Moisés lo hizo así a la vista de los ancianos de Israel.

Ex 20, 3-4: No habrá para ti otros dioses delante de mí. No te harás escultura ni imagen alguna ni de lo que hay arriba en los cielos, ni de lo que hay abajo en la tierra, ni de lo que hay en las aguas debajo de la tierra.

Ex 23, 25: Vosotros daréis culto a Yahveh, vuestro Dios, yo bendeciré tu pan y tu agua. Y apartaré de ti las enfermedades.

Ex 29, 4: Mandarás que Aarón y sus hijos se acerquen a la entrada de la Tienda del Encuentro, donde los bañarás con agua.

Ex 30, 18-21: «Haz una pila de bronce, con su base de bronce, para las abluciones. Colócala entre la Tienda del Encuentro y el altar, y echa agua en ella, para que Aarón y sus hijos se laven las manos y los pies con su agua. Antes de entrar en la Tienda del Encuentro se han de lavar con agua para que no mueran; también antes de acercarse al altar para el ministerio de quemar los manjares que se abrasan en honor de Yahveh. Se lavarán las manos y los pies, y no morirán. Este será decreto perpetuo para ellos, para Aarón y su posteridad, de generación en generación».

Ex 40, 7.12: Pondrás la pila entre la Tienda del Encuentro y el altar, y echarás agua en ella. Después mandarás que Aarón y sus hijos se acerquen a la entrada de la Tienda del Encuentro y los lavarás con agua.

Ex 32, 20: Luego tomó el becerro que habían hecho, lo quemó y lo molió hasta reducirlo a polvo, que esparció en el agua, y se lo dio a beber a los israelitas.

Ex 34, 28: Moisés estuvo allí con Yahveh cuarenta días y cuarenta noches, sin comer pan ni beber agua. Y escribió en las tablas las palabras de la alianza, las diez palabras.

Ps 1, 3: Es como un árbol plantado junto a corrientes de agua, que da a su tiempo el fruto, y jamás se amustia su follaje; todo lo que hace sale bien.

Ps 8, 5-9: ¿qué es el hombre para que de él te acuerdes, el hijo de Adán para que de él te cuides? Apenas inferior a un dios le hiciste, coronándole de gloria y de esplendor; le hiciste señor de las obras de tus manos, todo fue puesto por ti bajo sus pies: ovejas y bueyes, todos juntos, y aun las bestias del campo, y las aves del cielo, y los peces del mar, que surcan las sendas de las aguas.

Ps 18, 11-12-17: cabalgó sobre un querube, emprendió el vuelo, sobre las alas de los vientos planeó. Se puso como tienda un cerco de tinieblas, tinieblas de las aguas, espesos nubarrones; El extiende su mano de lo alto para asirme, para sacarme de las profundas aguas.

Ps 23, 2: Por prados de fresca hierba me apacienta. Hacia las aguas de reposo me conduce,

Ps 29, 3-4: Voz de Yahveh sobre las aguas; el Dios de gloria truena, ¡es Yahveh, sobre las muchas aguas! Voz de Yahveh con fuerza, voz de Yahveh con majestad.

Ps 32, 6: Por eso te suplica todo el que te ama en la hora de la angustia. Y aunque las muchas aguas se desborden, no le alcanzarán.

Ps 33, 7: El recoge, como un dique, las aguas del mar, en depósitos pone los abismos.

Ps 42, 2: Como jadea la cierva, tras las corrientes de agua, así jadea mi alma, en pos de ti, mi Dios.

Ps 46, 3-4: Por eso no tememos si se altera la tierra, si los montes se conmueven en el fondo de los mares, aunque sus aguas bramen y borboten, y los montes retiemblen a su ímpetu. (¡Con nosotros Yahveh Sebaot, baluarte para nosotros, el Dios de Jacob!)

Ps 58, 7-8: ¡Oh Dios, rompe sus dientes en su boca, quiebra, Yahveh, las muelas de los leoncillos. ¡Dilúyanse como aguas que se pasan, púdranse como hierba que se pisa.

Ps 63, 2: Dios, tú mi Dios, yo te busco, sed de ti tiene mi alma, en pos de ti languidece mi carne, cual tierra seca, agotada, sin agua.

Ps 65, 10: Tú visitas la tierra y la haces rebosar, de riquezas la colmas. El río de Dios va lleno de agua, tú preparas los trigales. Así es como la preparas.

Ps 66, 10-12: Tú nos probaste, oh Dios, nos purgaste, cual se purga la plata; nos prendiste en la red, pusiste una correa a nuestros lomos, dejaste que un cualquiera a nuestra cabeza cabalgara, por el fuego y el agua atravesamos; mas luego nos sacaste para cobrar aliento.

Ps 69, 2-3.15-16: ¡Sálvame, oh Dios, porque las aguas me llegan hasta el cuello! Me hundo en el cieno del abismo, sin poder hacer pie; he llegado hasta el fondo de las aguas, y las olas me anegan. ¡Sácame del cieno, no me hunda, escape yo a los que me odian, a las honduras de las aguas! ¡El flujo de las aguas no me anegue no me trague el abismo, ni el pozo cierre sobre mí su boca!

Ps 73, 10: Por eso mi pueblo va hacia ellos: aguas de abundancia les llegan.

Ps 74, 13: tú hendiste el mar con tu poder, quebraste las cabezas de los monstruos en las aguas.

Ps 77, 17-20: Te vieron, oh Dios, las aguas, las aguas te vieron y temblaron, también se estremecieron los abismos. Las nubes derramaron sus aguas, su voz tronaron los nublados, también cruzaban tus saetas. ¡Voz de tu trueno en torbellino! Tus relámpagos alumbraban el orbe, la tierra se estremecía y retemblaba. Por el mar iba tu camino, por las muchas aguas tu sendero, y no se descubrieron tus pisadas.

Ps 78, 11-13.16.20:  tenían olvidados sus portentos, las maravillas que él les hizo ver: prodigios hizo a la vista de sus padres en el país de Egipto, en los campos de Tanis. Hendió la mar y los pasó a través, contuvo las aguas como un dique; hizo brotar arroyos de la peña y descender las aguas como ríos. «Ved que él hirió la roca, y corrieron las aguas, fluyeron los torrentes: ¿podrá de igual modo darnos pan, y procurar carne a su pueblo?»

Ps 81, 8: en la aflicción gritaste y te salvé. «Te respondí en el secreto del trueno, te probé junto a las aguas de Meribá.

Ps 88, 18: Me envuelven como el agua todo el día, se aprietan contra mí todos a una.

Ps 93, 4: más que la voz de muchas aguas más imponente que las ondas del mar, es imponente Yahveh en las alturas.

Ps 104, 3: levantas sobre las aguas tus altas moradas; haciendo de las nubes carro tuyo, sobre las alas del viento te deslizas.

Ps 105, 29.41: Trocó en sangre sus aguas y a sus peces dio muerte... abrió la roca, y brotaron las aguas, como río corrieron por los sequedales.

Ps 106, 11.32: El agua cubrió a sus adversarios, ni uno solo quedó. En las aguas de Meribá le enojaron, y mal le fue a Moisés por culpa de ellos.

Ps 124, 4: Entonces las aguas nos habrían anegado, habría pasado sobre nosotros un torrente.

Ps 136, 6: sobre las aguas asentó la tierra, porque es eterno su amor.

Ps 144, 7: Extiende tu mano desde lo alto, sálvame, líbrame de las muchas aguas, de la mano de los hijos de extranjeros.

Ps 147, 18: Envía su palabra y hace derretirse, sopla su viento y corren las aguas.

Ps 148, 4: alabadle, cielos de los cielos, y aguas que estáis encima de los cielos!

Amós 4, 7-8: También os he cerrado la lluvia, a tres meses todavía de la siega; he hecho llover sobre una ciudad, y sobre otra ciudad no he hecho llover; una parcela recibía lluvia, y otra parcela, falta de lluvia, se secaba; dos, tres ciudades acudían a otra ciudad a beber agua, pero no calmaban su sed; ¡y no habéis vuelto a mí!, oráculo de Yahveh.

Amós 5, 8: El hace las Pléyades y Orión, trueca en mañana las sombras, y hace oscurecer el día en noche. Él llama a las aguas del mar, y sobre la haz de la tierra las derrama, Yahveh es su nombre.

Amós 9, 6: El que edifica en los cielos sus altas moradas, y asienta su bóveda en la tierra; el que llama a las aguas de la mar, y sobre la haz de la tierra las derrama, ¡Yahveh es su nombre!

Amós 5, 24: ¡Que fluya, sí, el juicio como agua y la justicia como arroyo perenne!

Amós 8, 11: He aquí que vienen días -oráculo del Señor Yahveh- en que yo mandaré hambre a la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír la palabra de Yahveh.

Habacuc 2, 14: ¡Pues la tierra se llenará del conocimiento de la gloria de Yahveh, como las aguas cubren el mar!

Habacuc 3, 9-10: Tú desnudas tu arco, sacias su cuerda de saetas. De ríos surcas tú la tierra; te ven y se espantan los montes, un diluvio de agua pasa, el abismo deja oír su voz. En alto levanta sus manos

Habacuc 3, 15: Tú surcas el mar con tus caballos, el borbotar de las inmensas aguas.

Joel 1, 20: Hasta las bestias del campo jadean tras de ti, porque están secas las corrientes de agua, y el fuego ha devorado los pastizales del desierto.

Joel 4, 18: Sucederá aquel día que los montes destilarán vino y las colinas fluirán leche; por todas las torrenteras de Judá fluirán las aguas; y una fuente manará de la Casa de Yahveh que regará el valle de las Acacias.

Miqueas 1, 4: Debajo de él los montes se derriten, y los valles se hienden, como la cera al fuego, como aguas que se precipitan por una pendiente.

Nahúm 2, 9: Nínive es como una alberca cuyas aguas se van. «¡Deteneos, deteneos!» Pero nadie se vuelve.

Nahúm 3, 8: ¿Eres acaso tú mejor que No Amón, la asentada entre los Nilos, (rodeada de aguas), cuya barrera era el mar, cuya muralla las aguas?

Nahúm 3, 14: Sácate agua para el asedio, refuerza tus fortalezas, métete en la arcilla, pisa el mortero, toma el molde de ladrillos.

Nehemías 3, 25-26: A continuación Palal, hijo de Uzay, reparó enfrente del Angulo y de la torre en saliente de la casa del rey, la de arriba que da al patio de la cárcel. Después de él Pedaías, hijo de Parós, reparó hasta la puerta de las Aguas hacia Oriente y hasta delante de la torre en saliente.

Neh 8, 1: todo el pueblo se congregó como un solo hombre en la plaza que está delante de la puerta del Agua. Dijeron al escriba Esdras que trajera el libro de la Ley de Moisés que Iahveh había prescrito a Israel.

Neh 9, 11: Tú hendiste el mar ante ellos: por medio del mar pasaron a pie enjuto. Hundiste en los abismos a sus perseguidores, como una piedra en aguas poderosas.


Neh 9, 15: Del cielo les mandaste el pan para su hambre, para su sed hiciste brotar el agua de la roca. Y les mandaste ir a apoderarse de la tierra que tú juraste darles mano en alto.

Neh 9, 20: Tu Espíritu bueno les diste para instruirles, el maná no retiraste de su boca, y para su sed les diste agua.

Neh 13, 2: porque no recibieron a los israelitas con pan y agua. Tomaron a sueldo contra ellos a Balaam, para maldecirles, pero nuestro Dios cambió la maldición en bendición.»

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