sábado, 29 de junio de 2019

PEDRO Y PABLO

Dos apóstoles mártires en Roma



Cada 29 de junio se celebran juntos la solemnidad de Pedro y Pablo, ambos apóstoles y mártires en Roma aunque en lugar y fecha distintas. Como suele caer en día laborable, litúrgicamente en algunas diócesis se traslada al domingo más próximo para hacer eficaz la colecta de este día, dedicada al Papa.

Pedro era pescador de Betsaida, hijo de Jonás (Juan) y sabemos que su suegra vivía en Cafarnaún donde Cristo se solía hospedar cuando estaba en aquella ciudad junto al lago de Genesaret o Tiberíades. Fue su hermano Andrés quien le presentó a Jesús.

De Jerusalén Pedro se fue a Antioquia y luego a Roma donde en el 64 Nerón lo crucificó boca abajo en la colina del Vaticano, entonces fuera de la ciudad, al otro lado del Tíber. Una tradición no dice el nombre de su esposa pero sí el de la hija de ambos, Petronila, aunque un autor anónimo del siglo V/VI dice que era solamente hija espiritual de Pedro. Una inscripción prueba que fue un mártir del s I.

Eusebio de Cesarea (+340 con 80 años), autor de la Historia Eclesiástica, cita a san Clemente de Alejandría(+215 con 65 años), que contradice la tesis de la viudedad de Pedro cuando Jesús curó a su suegra.

Pablo, con su apertura de mente, fue un fiel instrumento de Dios para abrir la Iglesia a los gentiles En el segundo cautiverio (h 67) murió decapitado, también en Roma, donde hoy está ubicada la basílica de san Pablo extramuros y donde Juan XXIII sorprendió al mundo anunciando el Concilio Vaticano II.

Del 29-VI-2008 al 29-VI-2009 el papa Benedicto declaró «Año paulino» para celebrar el bimilenario del nacimiento de Saulo de Tarso y en la homilía en san Pablo extramuros, el día de la inauguración, dijo que “he querido convocar este «Año paulino» especial: para escucharlo y aprender ahora de él, como nuestro maestro, «la fe y la verdad» en las que se arraigan las razones de la unidad entre los discípulos de Cristo”. En esa ceremonia asistía Bartolomé I, el Patriarca de Constantinopla junto con “los delegados fraternos de las Iglesias que tienen un vínculo particular con el apóstol san Pablo -Jerusalén, Antioquía, Chipre y Grecia- y forman el ambiente geográfico de la vida del Apóstol antes de su llegada a Roma”.

Siendo inicialmente una conmemoración de ambos apóstoles, con el tiempo Pedro a hecho sombra a Pablo, dándose una importancia trascendental a la colecta llamada “óbolo de san Pedro” que se originó en Inglaterra en el siglo VIII como un impuesto (Denarius sancti Petri) de un centavo sobre los propietarios de tierra de cierto valor. El óbolo fue decayendo hasta ser abolido por Enrique VIII en el 1534.

Con el tiempo se recuperó la colecta y en 2011 fue de 69 millones $. Con Francisco en 2013, fue de 78 millones y fue el último año que se dio a conocer el montante de la colecta. Parte de la colecta se dedica a las obras de caridad del Papa (tareas misioneras, iniciativas humanitarias y de promoción social), pero un buen % se dedica al mantenimiento de la estructura vaticana.

Los gastos e ingresos en el Vaticano solían silenciarse durante siglos pero cuando fue elegido Papa el cardenal Roncalli, que tenía fama de ser distinto y abierto, unos periodistas se animaron a preguntarle que cuántos trabajaban en el Vaticano. Juan XXIII, con gracia y buen talante diplomático les contestó: “Más o menos la mitad”.

En 2013 en la Curia Romana trabajaban 2.832 personas: 778 sacerdotes, 333 religiosos y 1.637 laicos (425 mujeres). El Gobierno de la Ciudad del Vaticano tenía 1.887 empleados que implicaban un costo total de unos 300 millones $. Pero lógicamente no debe cobrar lo mismo un laico que un clérigo y como salen mucho más caros, algunos se asustan con el montante que supone darles participación plena y activa. De todos modos un cardenal con sede en Roma cobra 5.600 $ al mes y tienen acceso a tiendas electrónicas libres de impuestos, a tiendas de ropa, a supermercados, a tabaco a muy bajo precio, a farmacia, a unos mil litros de gasolina anual gratis, beneficios aplicables a todos los empleados vaticanos.

En noviembre de 2016, la Santa Sede lanzó el sitio web oficial del Óbolo de San Pedro en italiano, inglés y castellano. En el 2017 se crearon las cuentas de Twitter e Instagram de esta iniciativa.

Francisco ha hablado sobre la misión de Pedro en la Iglesia recordando que no tiene un poder absoluto ni solo un primado de honor pero la colegialidad es tan divina como su primacía. Y el Catecismo de la Iglesia anota que “Dios no ha querido retener para él solo el ejercicio de todos los poderes. Entrega a cada criatura las funciones que es capaz de ejercer…” (CEC, 1884).

El cambio ha realizarse es en el modo de ejercer Pedro su primado que ya impulsaba Juan Pablo II por lo menos desde 1995 con su encíclica ecuménica “Ut omnes unum sint” donde decía que “la conversión de Pedro y de sus sucesores se apoya en la oración misma del Redentor en la cual la Iglesia participa constantemente. Pido encarecidamente que participen de esta oración los fieles de la Iglesia católica y todos los cristianos. Junto conmigo, rueguen todos por esta conversión” (UUS, 4). En la peregrinación del 2000 en el Sinaí clamó ¡no hay tiempo que perder!

Además de ese reajuste eclesial fundamental, hay otros asuntos eclesiales también básicos o elementales que necesitan corrección y reformulación para ajustarse al Evangelio y a la enseñanza de Cristo. Por ejemplo conviene corregir lo del Vicario de Cristo que se lo apropió y monopolizó el papa Inocencia III cuando desde siempre la fe cristiana enseña que vicario de Cristo (otro Cristo decía Pablo) lo es tod@ bautizad@ y no solo el Papa. El CEC 783 dice que “todo el Pueblo de Dios participa de estas tres funciones de Cristo y tiene las responsabilidades de misión y de servicio que se derivan de ellas” como también se hacía eco Juan Pablo II para animar a la participación plena y activa (cf Redemptor hominis 18-21 y Redemptoris custos).

Francisco, el 17-X-2015, ante el Sínodo ordinario sobre la familia, recordó que hay el compromiso de edificar una Iglesia sinodal - todos llamados, cada uno en el rol que el Señor le confía-. Y (…) también el ejercicio del primado petrino podrá recibir mayor luz. El Papa no está solo, por encima de la Iglesia, sino dentro de ella como bautizado entre bautizados y dentro del Colegio episcopal como obispo entre los obispos”.

San Agustín (+430), al comentar las palabras de Cristo “y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” (Mt 16,18), afirma que "las llaves no las recibe Pedro sino la Iglesia en la persona de Pedro" (…) “las recibió no un hombre único, sino la Iglesia única (...) Pues para que sepáis que la Iglesia ha recibido las llaves del reino de los cielos, escuchad lo que el Señor dice en otro lugar a todos sus apóstoles: «Recibid el Espíritu Santo... a quienes se los retengáis les quedarán retenidos» (...) lo de apacentar las ovejas, no es que él fuera el único... quiso significar la unidad de la Iglesia. Se dirige a Pedro con preferencia porque es el primero entre los apóstoles”.

Santa María que siente la Iglesia como a su hijo, el Cristo Total, no deja de ser la omnipotencia suplicante a la vez que a cada un@ de sus hij@s les dice como en Caná: “Haced lo que él os diga” (Jn 2, 5).

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