domingo, 12 de mayo de 2019

JORNADA MUNDIAL DE ORACIÓN POR LAS VOCACIONES

Dios llama a todos a la existencia y a la vida eterna


Cada IV domingo de Pascua se celebra la Jornada mundial de oración por las vocaciones que en 2019 (el 56º aniv) es el domingo 12 de mayo. Fue instituida por Pablo VI en 1964 desde la experiencia de san Aníbal Mª de Francia y para que sirva de recordatorio de que todo bautizado debe asumir este compromiso de oración. No es solamente cosa de los curas y las monjas ni se trata de rezar solamente por las vocaciones (error frecuente reduccionista) sacerdotales y religiosas. La verdad completa es reconocer que la vocación es universal, llamada de Dios a todos los hombres, pidiéndole a cada uno lo suyo, llámándolos a la existencia en esta vida terrenal y llamándolos a la vida eterna. Los sacerdotes y los religiosos, sociológicamente hablando, no son ni el 5% de los bautizados. A lo mejor deberían ser el 10%. ¿Ese otro 90% restante de bautizad@s, también tiene su vocación divina, incluyendo la vocación matrimonial.

Aníbal Mª de Francia (†1927 con 76 años). Italiano, sacerdote fundador de las Hijas del Divino Celo y de los Rogacionistas del Sdo Corazón, comprometidos a vivir el Rogate con un 4º voto para pedir por las vocaciones. Instituyó también la Pía Unión de la Rogación Evangélica para todos los fieles laicos. En su beatificación (1990), Juan Pablo II lo definió como «auténtico precursor y celoso maestro de la moderna pastoral vocacional». Fue canonizado en 2004 y Benedicto XVI (10-07-2007) bendijo su estatua colocada en el primer nicho exterior de la basílica vaticana de san Pedro, cerca del Arco de las Campanas.

Al hablar de vocación se está pensando en la sacerdotal o en la religiosa. Nadie duda de la importancia y necesidad de ell@s, pero el Concilio Vaticano II recupera la llamada universal a la santidad, olvidada durante muchos siglos, tal como enseña Jesús y recogen los evangelios. Juan Pablo II lo recordaba en su primera encíclica de 1979: “El Concilio Vaticano II, presentando un cuadro completo del Pueblo de Dios, recordando qué puesto ocupan en él no sólo los sacerdotes, sino también los seglares (…) Se trata de una verdadera renovación de la Iglesia que supone un adecuado conocimiento de la vocación y de la responsabilidad por esta gracia singular, única e irrepetible de la llamada. En base a esto tienen que construir sus vidas los esposos, los padres, las mujeres y los hombres de condición y profesión diversas, comenzando por los que ocupan en la sociedad los puestos más altos” (Redemptor hominis, 21).

Más tarde, en 1994, insistía en que para actualizar los martirologios de la Iglesia universal “se deberá trabajar por el reconocimiento de la heroicidad de las virtudes de los hombres y las mujeres que han realizado su vocación cristiana en el matrimonio: convencidos como estamos de que no faltan frutos de santidad en tal estado” (Carta ap. Tertio millenio adveniente, 37).

Benedicto XVI (Ángelus 24-01-2010) citó a Francisco de Sales (†1622 con 56 años), obispo de Ginebra, cofundador de las salesas, recordando que enseñaba la llamada universal a la santidad que es cosa de todo bautizado y en una catequesis (Aud Gral 2-III-2011) dijo que había anticipado algunas intuiciones del Vaticano II sobre los laicos y en su tiempo invitaba a vivir en plenitud la presencia de Dios en el mundo y los deberes del propio estado, lo que sonaba a revolucionario.

El papa Francisco (20-IX-2018) con motivo del 150 aniversario del fallecimiento del venerable José Frassinetti (+1868 con 64 años), párroco de la diócesis de Génova, fundador de los Hijos de santa María Inmaculada (HSMI), recibió en audiencia a miembros de esa Congregación religiosa y les pidió estrechar la colaboración entre clérigos y laicos en un momento histórico-eclesial que presenta diferentes desafíos. El Concilio Vaticano II –les dijo- ha reafirmado clara y profundamente la vocación universal de los fieles a la santidad, enraizada en la llamada bautismal. Mis predecesores han desarrollado este tema con una gran riqueza de motivaciones y creatividad de expresiones”.

Ignacio de Loyola es el fundador de la Congregación religiosa que popularmente se llama de los “jesuitas” que es una expresión del mismo san Ignacio que afirmaba el que tod@s l@s bautizad@s han de ser “jesuitas”, o sea otros Jesús, así como se dice cristian@s a l@s otr@s Cristo.

Josemaría Escrivá (†1975 con 73 años) fue un sacerdote que “vio” que Dios le pedía dedicarse a predicar a todos los hombres y mujeres la llamada universal a la santidad y que se logra en el cumplimiento de los deberes ordinarios de la vida profesional, familiar y social. Se puede ser santo en el mundo porque es lo que Dios quiere y es donde nos puso para trabajar la tierra o sea sacar este mundo adelante y con ello ganarse el cielo. Irse del mundo al desierto o al yermo es una excepción para un@s poc@s.

Antonio Rosmini (†1855 con 58 años), fue un sacerdote beatificado por Benedicto XVI y del que puede decirse que “la llamada universal de todos los cristianos, también los laicos, a la santidad», hecha por el Concilio Vaticano II, repite literalmente una frase de las máximas de perfección suyas. Antonio fue citado por Francisco junto con Juana de Arco (12-03-2015) en una homilía matutina en Sta Marta.

Francisco, también en otra homilía de la misa diaria en santa Marta, en la fiesta de san Antonio abad, el del desierto, pedía no ser cristianos “perezosos”, estacionados en la Iglesia y de paso aclaró: “cuando digo cristianos, me refiero a los laicos, a los sacerdotes, a los obispos, a todos”.

En su Mensaje para la 55ª Jornada de oración por las vocaciones de 2018, animaba a “escuchar, discernir, vivir la llamada del Señor (…) es el proyecto de Dios para los hombres y mujeres de todo tiempo”.

En la Ex. Ap. “Alegraos y regocijaos” (Gaudete et exultate, GEx, 19-03-2018) tiene escrito: “Me gusta ver la santidad en el pueblo de Dios paciente: a los padres que crían con tanto amor a sus hijos, en esos hombres y mujeres que trabajan para llevar el pan a su casa, en los enfermos, en las religiosas ancianas que siguen sonriendo (…) es muchas veces la santidad «de la puerta de al lado», de aquellos que viven cerca de nosotros” (GEx, 7).

Todos estamos llamados a ser santos (…) ¿Estás casado? Sé santo amando y ocupándote de tu marido o de tu esposa, como Cristo lo hizo con la Iglesia. ¿Eres un trabajador? Sé santo cumpliendo con honradez y competencia tu trabajo al servicio de los hermanos. ¿Eres padre, abuela o abuelo? Sé santo enseñando con paciencia a los niños a seguir a Jesús. ¿Tienes autoridad? Sé santo luchando por el bien común y renunciando a tus intereses personales” (GEx, 14).


Deja que la gracia de tu Bautismo fructifique en un camino de santidad (…) tienes la fuerza del Espíritu Santo para que sea posible, y la santidad, en el fondo, es el fruto del Espíritu Santo en tu vida” (GEx, 15).

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