Dios llama a todos a la
existencia y a la vida eterna
Cada IV domingo de Pascua se
celebra la Jornada mundial de oración
por las vocaciones que en 2019 (el 56º aniv) es el domingo 12 de mayo. Fue instituida
por Pablo VI en 1964 desde la experiencia de san Aníbal Mª de Francia y para
que sirva de recordatorio de que todo bautizado debe asumir este compromiso de
oración. No es solamente cosa de los curas y las monjas ni se trata de rezar solamente
por las vocaciones (error frecuente reduccionista) sacerdotales y religiosas.
La verdad completa es reconocer que la vocación es universal, llamada de Dios a
todos los hombres, pidiéndole a cada uno lo suyo, llámándolos a la existencia
en esta vida terrenal y llamándolos a la vida eterna. Los sacerdotes y los
religiosos, sociológicamente hablando, no son ni el 5% de los bautizados. A lo
mejor deberían ser el 10%. ¿Ese otro 90% restante de bautizad@s, también tiene
su vocación divina, incluyendo la vocación matrimonial.
Aníbal Mª de Francia (†1927 con 76 años). Italiano, sacerdote
fundador de las Hijas del Divino Celo y de los Rogacionistas del Sdo
Corazón, comprometidos a vivir el Rogate con un 4º voto para pedir por
las vocaciones. Instituyó también la Pía Unión de la Rogación Evangélica para
todos los fieles laicos. En su beatificación (1990), Juan Pablo II lo definió
como «auténtico precursor y celoso
maestro de la moderna pastoral vocacional». Fue canonizado en 2004 y Benedicto
XVI (10-07-2007) bendijo su estatua colocada en el primer nicho exterior de la
basílica vaticana de san Pedro, cerca del Arco de las Campanas.
Al hablar de vocación se está pensando en la sacerdotal o en la
religiosa. Nadie duda de la importancia y necesidad de ell@s, pero el Concilio
Vaticano II recupera la llamada universal a la santidad, olvidada durante
muchos siglos, tal como enseña Jesús y recogen los evangelios. Juan Pablo II lo
recordaba en su primera encíclica de 1979: “El Concilio
Vaticano II, presentando un cuadro completo del Pueblo de Dios, recordando qué
puesto ocupan en él no sólo los sacerdotes, sino también los seglares (…) Se
trata de una verdadera renovación de la Iglesia que supone un adecuado
conocimiento de la vocación y
de la responsabilidad por esta gracia singular, única e irrepetible de la llamada. En base a esto tienen que
construir sus vidas los esposos, los padres, las mujeres y los hombres de
condición y profesión diversas, comenzando por los que ocupan en la sociedad
los puestos más altos” (Redemptor hominis, 21).
Más tarde, en 1994, insistía
en que para actualizar los
martirologios de la Iglesia universal “se deberá trabajar por el reconocimiento de la heroicidad de las
virtudes de los hombres y las mujeres que han realizado su vocación cristiana en el matrimonio: convencidos como
estamos de que no faltan frutos de santidad en tal estado” (Carta ap. Tertio millenio adveniente, 37).
Benedicto XVI (Ángelus 24-01-2010)
citó a Francisco de Sales (†1622
con 56 años), obispo
de Ginebra, cofundador de las
salesas, recordando que enseñaba la llamada universal a la santidad que es
cosa de todo bautizado y en una catequesis (Aud Gral 2-III-2011) dijo que había
anticipado algunas intuiciones del Vaticano II sobre los laicos y en su tiempo
invitaba a vivir en plenitud la presencia de Dios en el mundo y los deberes del
propio estado, lo que sonaba a revolucionario.
El papa Francisco (20-IX-2018) con motivo del 150 aniversario
del fallecimiento del venerable José
Frassinetti (+1868 con 64 años), párroco de la diócesis de Génova, fundador
de los Hijos de santa María Inmaculada (HSMI),
recibió en audiencia a miembros de esa Congregación religiosa y les
pidió estrechar la colaboración entre clérigos y laicos en un momento
histórico-eclesial que presenta diferentes desafíos. “El Concilio Vaticano II –les
dijo- ha reafirmado clara y profundamente
la vocación universal de los fieles a la santidad, enraizada en la llamada
bautismal. Mis predecesores han desarrollado este tema con una gran riqueza de
motivaciones y creatividad de expresiones”.
Ignacio de Loyola es el
fundador de la Congregación religiosa que popularmente se llama de los
“jesuitas” que es una expresión del mismo san Ignacio que afirmaba el que tod@s
l@s bautizad@s han de ser “jesuitas”, o sea otros Jesús, así como se dice cristian@s
a l@s otr@s Cristo.
Josemaría Escrivá (†1975 con 73 años) fue un sacerdote que “vio” que
Dios le pedía dedicarse a predicar a todos los hombres y mujeres la llamada
universal a la santidad y que se logra en el cumplimiento de los deberes
ordinarios de la vida profesional, familiar y social. Se puede ser santo en el
mundo porque es lo que Dios quiere y es donde nos puso para trabajar la tierra
o sea sacar este mundo adelante y con ello ganarse el cielo. Irse del mundo al
desierto o al yermo es una excepción para un@s poc@s.
Antonio Rosmini
(†1855 con 58 años), fue un sacerdote beatificado por Benedicto XVI y del que puede decirse que “la llamada universal de todos los cristianos, también los laicos, a la
santidad», hecha por el Concilio Vaticano II, repite literalmente una frase
de las máximas de perfección suyas. Antonio fue citado por Francisco junto con
Juana de Arco (12-03-2015) en una homilía matutina en Sta Marta.
Francisco, también en otra homilía de la misa diaria en santa
Marta, en la fiesta de san Antonio abad, el del desierto, pedía no ser
cristianos “perezosos”, estacionados en la Iglesia y de paso aclaró: “cuando
digo cristianos, me refiero a los laicos, a los sacerdotes, a los obispos, a
todos”.
En su Mensaje para la 55ª Jornada
de oración por las vocaciones de 2018, animaba a “escuchar, discernir, vivir la llamada del
Señor (…) es el proyecto de Dios para los hombres y mujeres de todo tiempo”.
En la Ex. Ap. “Alegraos y regocijaos” (Gaudete et exultate,
GEx,
19-03-2018) tiene escrito: “Me gusta ver la santidad en el pueblo de
Dios paciente: a los padres que crían con tanto amor a sus hijos, en esos
hombres y mujeres que trabajan para llevar el pan a su casa, en los enfermos,
en las religiosas ancianas que siguen sonriendo (…) es muchas veces la santidad
«de la puerta de al lado», de aquellos que viven cerca de nosotros” (GEx,
7).
“Todos estamos
llamados a ser santos (…) ¿Estás casado? Sé santo amando y ocupándote de tu
marido o de tu esposa, como Cristo lo hizo con la Iglesia. ¿Eres un trabajador?
Sé santo cumpliendo con honradez y competencia tu trabajo al servicio de los
hermanos. ¿Eres padre, abuela o abuelo? Sé santo enseñando con paciencia a los
niños a seguir a Jesús. ¿Tienes autoridad? Sé santo luchando por el bien común
y renunciando a tus intereses personales” (GEx, 14).
“Deja que la gracia de tu Bautismo fructifique en un camino de santidad
(…) tienes la fuerza del Espíritu Santo para que sea posible, y la santidad, en
el fondo, es el fruto del Espíritu Santo en tu vida” (GEx, 15).
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