El
pueblo de Dios elegido entre todas las naciones.
Se
lee en la Biblia que “la reina Ester (…)
oró así al Señor de Israel: "Señor mío (…) Desde niña he oído en mi
familia que tú, Señor, elegiste a Israel entre todas las naciones, y a nuestros
padres entre todos sus antepasados, como heredad perpetua” (Ester 14,
1-14). La Iglesia y cada bautizado tiene que esforzarse por imitar a Dios ya que
los hombres estamos hechos su imagen y semejanza. Los papas postconciliares han abierto puertas y ventanas en este sentido.
El Papa
Francisco tuvo una audiencia (28-II-2019) con motivo del 50º aniversario del
fallecimiento del Cardenal Augustin Bea que fue un sacerdote jesuita alemán que
participó en el Concilio Vaticano II e influyó decisivamente sobre algunos
documentos importantes sobre las relaciones con el judaísmo, la unidad de los
cristianos, la libertad de conciencia y de religión. Citó las palabras del Cardenal Bea sobre el Concilio Vaticano II que “no podrá ser un punto de llegada, sino un
punto de partida”.
El Papa animó a extender la amistad
y el diálogo entre judíos y cristianos “más
allá de las fronteras de la comunidad científica” y afirmó que “sería bueno, por ejemplo, que en la misma
ciudad los rabinos y los párrocos trabajaran juntos, con sus respectivas
comunidades, al servicio de la humanidad que sufre y promovieran formas de paz
y diálogo con todos”.
Ya tuvo una
audiencia (5-XI-2016) con rabinos del Congreso
Mundial “Mountain Jews” provenientes de la región del Cáucaso. Ese encuentro
era un “motivo de alegría” porque era la primera vez que “hermanos judíos pertenecientes a esta antigua tradición han visitado
juntos al Papa”.
Francisco en la Sinagoga de Roma |
Y recordó que la última vez que se había
reunido con una comunidad judía (23-IX-2018) fue durante su viaje a los países
bálticos participando en una jornada dedicada al 65º aniversario de la
destrucción del “gueto” en Vilna, la capital de Lituania, donde fueron
asesinados miles de judíos. “Conmemorar
el holocausto –dijo Bergoglio- es
necesario, para que del pasado permanezca una memoria viva. Sin una memoria
viva no habrá futuro (…) la dignidad humana seguirá siendo
una letra muerta”.
En esa ocasión recordó el 65º aniversario
de la deportación del “gueto” de Roma (16-X-1943) perpetrada por los nazis en
el “gueto” que había instaurado el papa Pablo IV en 1555 para separarlos de los
cristianos de Roma y del 80º aniversario de la “noche de los cristales”
(9-XI-1938), llamada así porque se destruyeron muchos lugares de culto judíos.
Anteriormente
el papa Francisco había recibido en audiencia (8-V-2017) al rabino
de origen alemán Edgar Gluck, perteneciente a la rama hasídica del judaísmo, una de las variantes más
místicas de la religión. El rabino acudió acompañado con algunos miembros de la
asociación Amudim, creada y dirigida
por su hijo, Zvi Gluck, una entidad que ayuda a judíos que son víctimas de
abusos o de diferentes adicciones. Al final de la audiencia, en un gesto
inédito, Francisco se sumó al baile de una
canción propia de la tradición hasídica.
En
los últimos 7 años como Arzobispo de Buenos Aires, y antes de ser elegido
sucesor del dimisionario Benedicto XVI, Bergoglio compartía la Nochebuena con
Claudio Epelman, director del Congreso Judío Latinoamericano, y Alberto
Zimerman, protesorero de la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas
(DAIA). Le llamaban “el rabino Bergoglio” pues frecuentaba la sinagoga en las
grandes fiestas de Rosh HaShanah, Yom Kipur y Hanukkah
Tras el anuncio de la renuncia de Benedicto XVI, el 11 de febrero de
2013, el Gran Rabino asquenazí de
Israel, Yona Metzger, aseguró que las relaciones entre el cristianismo y el
judaísmo habían mejorado, contribuyendo a "una disminución
de actos antisemitas en el mundo". El Papa Francisco sigue la estela de sus antecesores, el Papa polaco Wojtyla y el alemán Ratzinger.
Juan Pablo II en la Sinagoga de Roma |
Juan
Pablo II llamaba a los judíos “hermanos mayores”, una expresión casi idéntica a
la que utilizaba Juan XXIII. La
reconciliación del catolicismo con el judaísmo la realizó Juan Pablo II desde
el comienzo de su papado y culminó con su visita a Tierra Santa en marzo del
2000. La Santa Sede intentó subrayar el carácter esencialmente espiritual de la
visita, pero difícilmente puede imaginarse evento más político pues son las
relaciones entre dos Estados, el del Vaticano y el de Israel.
La Shoah, el Holocausto, era para el Papa polaco
Wojtyla un crimen que permanecerá como un estigma indeleble en la historia del
siglo XX. Recordemos su histórica visita a la gran sinagoga de Roma en abril de
1986, la primera de un Papa a un templo judío. Luego, allí mismo, Benedicto
XVI, 24 años después, se refirió a esa visita.
Benedicto XVi con rabinos |
El histórico documento «Recordamos: una
reflexión sobre la Shoa» fue un paso más en el proceso pues admite y deplora la
responsabilidad que cupo al mundo cristiano, tanto en la tragedia del
Holocausto, como en la generación de sentimientos de hostilidad hacia el pueblo
judío. El cardenal Joseph Ratzinger, presidente de la Congregación para la
Doctrina de la Fe, reconoció que no hubo suficiente sensibilidad cristiana
hacia los judíos y que el régimen nazi pudo cometer sus crímenes por la indiferencia de los cristianos.
A los dos días de fallecer Juan Pablo II (2-IV-2005), el rabino
Jacques Bemporad, director del «Center for Interreligious Understanding»
(Centro para el Entendimiento Interreligioso), afirmaba que «Juan Pablo II es ciertamente el Papa de los
judíos». En enero de ese año, Bemporad y otros 130 líderes, rabinos y
cantores judíos se encontraron con Juan Pablo II, con motivo de la mayor
audiencia de la historia a líderes judíos. El rabino Bemporad y otros dos
rabinos ofrecieron una bendición especial al Papa durante el encuentro,
reconociendo los pasos históricos de la Santa Sede para mejorar las relaciones
entre católicos y judíos.
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