jueves, 14 de marzo de 2019

FRANCISCO Y LOS JUDÍOS

El pueblo de Dios elegido entre todas las naciones.



Se lee en la Biblia que “la reina Ester (…) oró así al Señor de Israel: "Señor mío (…) Desde niña he oído en mi familia que tú, Señor, elegiste a Israel entre todas las naciones, y a nuestros padres entre todos sus antepasados, como heredad perpetua” (Ester 14, 1-14). La Iglesia y cada bautizado tiene que esforzarse por imitar a Dios ya que los hombres estamos hechos su imagen y semejanza. Los papas postconciliares han abierto puertas y ventanas en este sentido.

El Papa Francisco tuvo una audiencia (28-II-2019) con motivo del 50º aniversario del fallecimiento del Cardenal Augustin Bea que fue un sacerdote jesuita alemán que participó en el Concilio Vaticano II e influyó decisivamente sobre algunos documentos importantes sobre las relaciones con el judaísmo, la unidad de los cristianos, la libertad de conciencia y de religión. Citó las palabras del Cardenal Bea sobre el Concilio Vaticano II que “no podrá ser un punto de llegada, sino un punto de partida.

El Papa animó a extender la amistad y el diálogo entre judíos y cristianos “más allá de las fronteras de la comunidad científica” y afirmó que “sería bueno, por ejemplo, que en la misma ciudad los rabinos y los párrocos trabajaran juntos, con sus respectivas comunidades, al servicio de la humanidad que sufre y promovieran formas de paz y diálogo con todos”.

Ya tuvo una audiencia (5-XI-2016) con rabinos del Congreso Mundial “Mountain Jews” provenientes de la región del Cáucaso. Ese encuentro era un “motivo de alegría” porque era la primera vez que “hermanos judíos pertenecientes a esta antigua tradición han visitado juntos al Papa”.

Francisco en la Sinagoga de Roma
Y recordó que la última vez que se había reunido con una comunidad judía (23-IX-2018) fue durante su viaje a los países bálticos participando en una jornada dedicada al 65º aniversario de la destrucción del “gueto” en Vilna, la capital de Lituania, donde fueron asesinados miles de judíos. “Conmemorar el holocausto –dijo Bergoglio- es necesario, para que del pasado permanezca una memoria viva. Sin una memoria viva no habrá futuro (…) la dignidad humana seguirá siendo una letra muerta”.

En esa ocasión recordó el 65º aniversario de la deportación del “gueto” de Roma (16-X-1943) perpetrada por los nazis en el “gueto” que había instaurado el papa Pablo IV en 1555 para separarlos de los cristianos de Roma y del 80º aniversario de la “noche de los cristales” (9-XI-1938), llamada así porque se destruyeron muchos lugares de culto judíos.

Anteriormente el papa Francisco había recibido en audiencia (8-V-2017) al rabino de origen alemán Edgar Gluck, perteneciente a la rama hasídica del judaísmo, una de las variantes más místicas de la religión. El rabino acudió acompañado con algunos miembros de la asociación Amudim, creada y dirigida por su hijo, Zvi Gluck, una entidad que ayuda a judíos que son víctimas de abusos o de diferentes adicciones. Al final de la audiencia, en un gesto inédito, Francisco se sumó al baile de una canción propia de la tradición hasídica.

En los últimos 7 años como Arzobispo de Buenos Aires, y antes de ser elegido sucesor del dimisionario Benedicto XVI, Bergoglio compartía la Nochebuena con Claudio Epelman, director del Congreso Judío Latinoamericano, y Alberto Zimerman, protesorero de la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA). Le llamaban “el rabino Bergoglio” pues frecuentaba la sinagoga en las grandes fiestas de Rosh HaShanah, Yom Kipur y Hanukkah

Tras el anuncio de la renuncia de Benedicto XVI, el 11 de febrero de 2013, el Gran Rabino asquenazí de Israel, Yona Metzger, aseguró que las relaciones entre el cristianismo y el judaísmo habían mejorado, contribuyendo a "una disminución de actos antisemitas en el mundo". El Papa Francisco sigue la estela de sus antecesores, el Papa polaco Wojtyla y el alemán Ratzinger.

Juan Pablo II en la Sinagoga de Roma
Juan Pablo II llamaba a los judíos “hermanos mayores”, una expresión casi idéntica a la que utilizaba Juan XXIII. La reconciliación del catolicismo con el judaísmo la realizó Juan Pablo II desde el comienzo de su papado y culminó con su visita a Tierra Santa en marzo del 2000. La Santa Sede intentó subrayar el carácter esencialmente espiritual de la visita, pero difícilmente puede imaginarse evento más político pues son las relaciones entre dos Estados, el del Vaticano y el de Israel.

La Shoah, el Holocausto, era para el Papa polaco Wojtyla un crimen que permanecerá como un estigma indeleble en la historia del siglo XX. Recordemos su histórica visita a la gran sinagoga de Roma en abril de 1986, la primera de un Papa a un templo judío. Luego, allí mismo, Benedicto XVI, 24 años después, se refirió a esa visita.

Benedicto XVi con rabinos
El histórico documento «Recordamos: una reflexión sobre la Shoa» fue un paso más en el proceso pues admite y deplora la responsabilidad que cupo al mundo cristiano, tanto en la tragedia del Holocausto, como en la generación de sentimientos de hostilidad hacia el pueblo judío. El cardenal Joseph Ratzinger, presidente de la Congregación para la Doctrina de la Fe, reconoció que no hubo suficiente sensibilidad cristiana hacia los judíos y que el régimen nazi pudo cometer sus crímenes por la indiferencia de los cristianos.

A los dos días de fallecer Juan Pablo II (2-IV-2005), el rabino Jacques Bemporad, director del «Center for Interreligious Understanding» (Centro para el Entendimiento Interreligioso), afirmaba que «Juan Pablo II es ciertamente el Papa de los judíos». En enero de ese año, Bemporad y otros 130 líderes, rabinos y cantores judíos se encontraron con Juan Pablo II, con motivo de la mayor audiencia de la historia a líderes judíos. El rabino Bemporad y otros dos rabinos ofrecieron una bendición especial al Papa durante el encuentro, reconociendo los pasos históricos de la Santa Sede para mejorar las relaciones entre católicos y judíos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario