jueves, 28 de febrero de 2019

AVALANCHA DE DENUNCIAS DE ABUSOS

El uso y el abuso del sexo


Ante la actual avalancha de denuncias por abusos sexuales, de poder y de conciencia, incluidos religiosos y clérigos de la Iglesia católica, del 21 al 24 de febrero Francisco ha convocado a todos los presidentes de todas las conferencias episcopales del mundo para tratar todos de estos asuntos. Crea cierta sospecha el que los medios de comunicación se dedican nada más que a los cuatro abusos sexuales de clérigos y nada a los de poder o de conciencia, denunciados por el Papa, y menos aún los muchísimos a diario que se cometen fuera de la Iglesia cuyos miembros en el planeta no llegan a ser un 20%.

Dentro de la Iglesia se dan, como en todas partes pues los clérigos y los religiosos también son de carne y hueso, pero son en un % mínimo aunque está claro que bastaría un único abuso para actuar con prudencia, justicia, fortaleza y templanza.

Reciente (20-VIII-2018) es la carta de Francisco a todo el Pueblo de Dios, a toda la Iglesia universal con motivo de la pederastia y mueve dar gracias a Dios que –ya era hora- se reconozcan los errores y pecados de los de la Iglesia. En ella se lee: “Con vergüenza y arrepentimiento, como comunidad eclesial, asumimos que no supimos estar donde teníamos que estar, que no actuamos a tiempo” (n. 1). “Nos hemos demorado” (n. 2).

Como pide Francisco y ya recomendaba también Juan Pablo II, cabe repasar datos de la historia dentro y fuera de la Iglesia pues los hay de todos los colores y en todos lados. Martín (†397 con 80 años), obispo de Tours, antes militar y monje, cooperó con san Ambrosio en la lucha por defender la libertad de la Iglesia frente a los abusos e intromisiones del poder civil. Modesto (†486), obispo de Tréveris, gobernó a los cristianos en un pueblo asolado por los francos, desalentado, en la indigencia, en la posguerra, con costumbres desorientadas, inmersos en los vicios y abusos. Teodardo (†670), obispo de Lieja, fue martirizado por querer cortar los abusos económicos de algunas personas distinguidas. Juan de Sahagún (†1479 con 49 años), fraile agustino, en el púlpito hablaba con gran valentía denunciando los abusos de su época, lo que le valió tener enemigos que atentaron contra su vida.

Junípero Serra (†1784 con 71 años), franciscano, misionero en la Baja California, canonizado en Washington en 2015 por Francisco que dijo que Junípero buscó defender la dignidad de la comunidad nativa, protegiéndola de cuantos la habían abusado. Abusos que hoy nos siguen provocando desagrado, especialmente por el dolor que causan en la vida de tantos. Carlos Lwanga, con otros 21 compañeros mártires en Uganda en 1885-87, son primicias de un centenar de mártires cristianos (católicos y anglicanos). Carlos, con 20 años y otros 9 se negaron a las propuestas pederastas del rey Mwanga, que se vengó quemándolos vivos en la colina de Namugongo.

Sabas (†532 con 93 años), anacoreta de Palestina, puso remedio a los abusos en que vivían los eremitas y anacoretas en Palestina que rebosaba de monjes y ermitaños y para ello creó en el valle de Cedrón, a las puertas de Jerusalén, la Grande Laura, un original monasterio: un panal de grutas inhóspitas en una pared rocosa. Andrés Avellino (†1608 con 80 años), fraile “teatino” que con sabiduría y paciencia y no sin muchas dificultades llevó a cabo la reforma en Italia de conventos y de muchos cristianos corrientes, pecadores sumidos en todo tipo de abusos. Gaspar de Búfalo (†1837 con 51 años) era un sacerdote fundador de los Misioneros y Hermanas de la Preciosa Sangre que denunciaba los abusos de prelados y cardenales de su tiempo. No hablemos de los que hubo en la época de los Borgia.

En los primeros siglos de cristianismo se tuvo que salir al paso de la permisividad sexual del mundo greco–romano y en la Edad Media tuvo lugar un esfuerzo sin precedentes capaz de dar respuesta al permisivismo sexual al que conducía el ideal del amor puro y romántico —que excluye la procreación— cantado por los trovadores.

Los abusos sexuales en el Medievo estaban institucionalizados por la nobleza y muchos campesinos se atrevieron a denunciar su situación e incluso a exigir reparaciones. Fue entonces cuando lo que venía considerándose una "mala costumbre" aceptada tácitamente, un derecho, incluso un privilegio feudal, pasó a convertirse, simplemente, en un crimen: en una malfetría señorial, calificación recuperada por el Papa emérito Benedicto XVI y que utiliza Francisco en la nueva actitud eclesial de “tolerancia cero”.

La versión occidental de esta “mala costumbre” y sus derivaciones habría sido introducida en Latinoamérica por los conquistadores europeos, pese a que se había renovado en España la prohibición del "derecho de pernada" por Fernando “el católico”, en 1486. Muchas jóvenes indígenas fueron sometidas a diversas formas de servidumbre y violencia sexual, practicadas regularmente por los encomenderos, los hacendados y otras autoridades de la vida colonial.

La historia enseña que entre los islamistas también abundan los abusos, la homosexualidad y se sabe que comerciaron con la esclavitud para venderla en el “nuevo mundo”. Recientemente una activista ha empezado a denunciar por las redes sociales el habitual acoso y agresiones sexuales en la mismísima Meca donde cada año acuden unos dos millones de peregrinos. En junio de 2018 se condenó en Vitoria (España) a un imán por sus delitos sexuales con niñas de 11 y 12 años.

Para las mujeres musulmanas que viven en países “árabes- musulmanes”, la violación es su mayor pesadilla y su gran amargura y un martirio porque no se atreven a denunciarlo, por miedo de su propia familia, que las lapiden, y si intentan denunciarlo, según la Ley islámica “Shari’a” hay que demostrarlo con pruebas contundentes o 4 testigos directos (¡jo!).

El 75% de las mujeres encarceladas en esos países, lo están por el crimen de haber sido víctimas de una violación transformada por las autoridades islámicas en cargos de fornicación, con el resultado de dictámenes de sentencias de muerte.

Las escuelas islámicas británicas (madrazas) se enfrentan a más de 400 acusaciones de abusos sexuales en los últimos tres años (2016-18), de acuerdo con una investigación llevada a cabo por la BBC; sin embargo, solo unas pocas de estas causas han llevado a una indagación judicial con final exitoso. En el 2009, las denuncias por abusos fueron 89; en el 2010, se duplicaron, y alcanzaron las 178.

El actual Dalai-Lama, desde hace unas décadas, está viviendo en Occidente y se publica en los medios que va por ahí dando conferencias sobre el budismo pero “soto-voce” se “sabe” que su principal motivo es dialogar con monjes occidentales para conocer medidas a imitar en su mundo budista para vencer la pederastia y los abusos sexuales. En septiembre de 2018 se reunió en Holanda con 4 víctimas de presuntas agresiones sexuales por parte de maestros budistas, laicos y monjes. Dalai-Lama dijo que para él eso no era algo desconocido.

En Tailandia el budismo está en crisis por los lujos, las riquezas indecorosas y los abusos sexuales. Una investigación del Departamento de Investigaciones Especiales de Tailandia, una unidad del Ministerio de Justicia de la nación asiática, descubrió un estilo de vida de lo que parecía ser una decadencia alucinante. Las autoridades rastrearon al menos US$6 millones en diez cuentas bancarias y la compra de 22 automóviles Mercedes Benz.

Uno de ellos, Wirapol, había construido una mansión en el sur de California, era dueño de una casa grande en su ciudad natal, Ubon Ratchathani, y también había hecho una réplica gigante de la famosa estatua del Buda de Esmeralda que se encuentra en el palacio real de Bangkok, y presumía de ser de 8 toneladas de oro aunque se comprobó que era falso. Ha de cumplir 20 años de prisión.

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