Más pasos ecuménicos
El Consejo Mundial de
Iglesias (CMI), en inglés World
Council of Churches (WCCH), ha invitado al papa Francisco el 21 de junio
2018 para celebrar con ellos su 70 aniv.
El CMI, fundado en 1948,
tiene actualmente 348 iglesias miembros: ortodoxas, anglicanas, bautistas,
luteranas, metodistas y reformadas, de alrededor de 100 países; unos 600
millones de cristianos. Tiene su sede en Ginebra y en
2003 trabajaban unas 200 personas con un presupuesto de casi 74 millones de
francos suizos.
La Iglesia Católica no
es una de ellas, pero desde 1965 un Grupo de Trabajo Conjunto (JWG) se ha
estado reuniendo regularmente para discutir asuntos de interés común y para
alentar la colaboración.
Olaf Fykse con Benedicto XVI |
El secretario general del Consejo
Mundial de las Iglesias (CMI), Olav Fykse Tveit, se ha revelado emocionado ante esta visita de Francisco y afirmaba que “el
Papa habla para todos los cristianos”.
Y añadía que las diferencias que
surgieron con la Reforma no son las
únicas que amenazan la unidad cristiana. Hoy hay una batalla por
las diferencias en torno a la sexualidad, a la vida familiar y
la politización de la fe en
los Estados Unidos.
Patriarca Bartolomé |
Por su parte, el Patriarca Ecuménico, Bartolomé,
el 'primus inter pares' de los ortodoxos del mundo, se sumaba a esta
celebración del CMI y en la catedral de san Pedro, en Ginebra, daba "gracias a Dios que ha guiado nuestros pasos
y le rogamos que nos proteja y apoye para continuar recorriendo juntos este
camino, con el mismo ímpetu e igual fervor".
Y elogiando la "rica experiencia" acumulada en estas siete décadas de vida
del CMI, el Patriarca insistió en que "hoy
tenemos la obligación de mirar hacia el porvenir, continuar nuestra
peregrinación común hacia la unidad, la justicia y la paz". Tarea que
no será fácil, reconoció el jerarca, ya que
"el diálogo es el inicio de un largo proceso de comprensión mutua que
exige mucha paciencia y apertura. ¡No nos hagamos ilusiones! Hasta
ahora, las iglesias no han sido capaces de superar su división para lograr la
unidad tan deseada". Pero estos frutos no pueden madurar completamente "sin la gracia
divina".
Ginebra
es una ciudad de gente ilustre como Francisco
de Sales (+1622 con 56 años),
cofundador de las salesas, que fue obispo de Ginebra desde el exilio, en
Annecy, pequeña localidad montañosa, pues era entonces bastión del calvinismo.
Otro
oriundo de Ginebra era Pedro Fabro (+1546
con 40 años), jesuita, compañero de san
Ignacio. Era hijo de un pastor de ovejas, fue canonizado por Francisco en
2013.
Max Thurian con Pablo VI |
Max
Thurian de Taizé (+1996 con 75 años), sacerdote católico también nacido en
Ginebra y se unió al hermano Roger como el 1º de la Comunidad de Taizé. Fue
miembro de la Comisión Teológica Internacional (CTI) y Juan Pablo II lo definió como
“incansable buscador de la verdad, hombre
de profunda fe, de esperanza inquebrantable y de ardiente caridad… un gran
discípulo de Cristo”.
Mauricio y compañeros de la Legión tebana (quizá 6.600 hombres), reclutada en Tebaida, en el alto
Egipto, fue destinada a lo que hoy es Saint-Maurice, no lejos de Ginebra, donde
fueron ejecutados al negarse a sacrificar a los dioses. Mauricio es patrono de la Guardia Suiza del Papa.
Entre
los pasos ecuménicos que se van dando está el del 24 de julio de 2006 en que fue
realidad la adhesión de la Conferencia Metodista Mundial a la “Declaración conjunta sobre la doctrina de la
justificación” firmada en 1999 por la Iglesia Católica y la Federación
Luterana Mundial.
Otro
paso fue dado el 9 de diciembre de 2005, cuando Benedicto XVI recibió a una
delegación del Consejo Metodista Mundial, encabezada por su presidente, el
obispo Sunday Mbang de Nigeria, animándoles a unirse.
Juan Pablo II dejaba
escrito que “la Iglesia debe dirigirse con una súplica más sentida al
Espíritu Santo implorando de él la gracia de la unidad de los cristianos. Es
éste un problema crucial para el testimonio evangélico en el mundo (...) A
nosotros se nos pide secundar este don sin caer en ligerezas y reticencias al
testimoniar la verdad” (Tertio
milennio adveniente, 34).
Juan XXIII con con el hermano Roger y Max Thurian |
El vuelco en la postura oficial del Vaticano se dio con el
entonces llamado "Secretariado para la Unión de los Cristianos",
creado por Juan XXIII y que ya no dejó de enviar observadores a todas las
reuniones. Juan XXIII soñaba también con la preocupación de Cristo, manifestada
en la última cena, ut omnes unum
sint, que todos sean uno (Jn 17,
21): se podría traducir por ¡que estéis unidos!
Con ese “Ut unum sint” tituló Juan Pablo II su encíclica ecuménica
en mayo de 1985 impulsando la actitud del papa Juan y
del papa Pablo pues también entendía que la Iglesia tiene asumido este “imperativo
de la conciencia cristiana iluminada por la fe y guiada por la caridad” (UUS, 8) y tiene conciencia de estar
cumpliendo así la voluntad de Cristo y de estar obedeciendo al Señor (cfr. UUS,
4 y 6). El ecumenismo “no es sólo
un mero apéndice de su actividad” (UUS, 20).
En diciembre de 2014,
el papa Francisco recibió a la Delegación luterana alemana y a la Comisión
ecuménica de la Conferencia Episcopal alemana. En aquella ocasión dijo: «En el 2017 los cristianos luteranos y los católicos
conmemoraremos conjuntamente el quinto centenario de la Reforma. En esta
ocasión, luteranos y católicos tendrán la posibilidad por primera vez de
compartir la misma celebración ecuménica en todo el mundo, no en la forma de
una celebración triunfalista, sino como profesión de nuestra fe común en Dios
Uno y Trino».
A esa misma delegación
luterana alemana recibió (otra vez) el 4-VI-2018 y pidió impulsar el diálogo ecuménico entre católicos y
luteranos reflexionando con precisión en temas teológicos sobre la Iglesia, la
Eucaristía y el ministerio eclesial. Y destacó
“el empeño ecuménico” de la Delegación, recordando “con alegría” su visita a
Lund, Suecia, el 31 de octubre de 2016 con motivo de la Conmemoración común de
la Reforma protestante. Aquel encuentro entre el Papa y las iglesias luteranas
se caracterizó, según Francisco, por un “espíritu de comunión fraterna”.
Francisco,
como sigue (lógicamente) la pauta de sus predecesores, va dando esos pasos
ecuménicos queridos por Dios y por eso acepta las invitaciones que los
cristianos no católicos le hicieron en el 500 aniv de Lutero y ahora en el 70
del inicio del CMI. Como decía san Pablo a Timoteo, hay que actuar “con ocasión y sin ella” (2Tim 4, 2) y
entonces, si es necesario, conveniente o correcto, se crea la ocasión.
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