sábado, 26 de mayo de 2018

SOBRE LA TRINIDAD DIVINA

¿Se entera Dios de lo nuestro?



El domingo siguiente a Pentecostés, la Iglesia católica romana celebra el misterio de la Trinidad Beatísima que es el fundamento de su fe. Los ortodoxos sin embargo la celebraron el pasado domingo la fiesta de “las Divinas Personas” que es como celebran Pentecostés. Y mientras Roma celebra la Trinidad, los ortodoxos celebran “todos los santos” que los católicos celebran cada 1 de noviembre.

El misterio de que solo hay un Dios pero son tres Personas, una Trinidad, puede conducir a alguien a creer que ese Dios tan misterioso, tan santísimo, tan… esté allá de las galaxias, muy lejos, lejísimo, encerrado en su gloria eterna.

Pero Jesús es Emmanuel, que quiere decir “Dios con nosotros”. Él mismo enseñó que su Padre y nuestro Padre celestial se entera de que se nos ha caído un pelo (si es el caso): «Hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis: vosotros valéis más que muchos pajarillos» (Lc 12, 7). En otra ocasión nos dijo: «Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28,20).

Estar en la verdad verdadera conlleva vivir cogidos de la mano de Dios, que nos acompaña por el camino de esta vida terrenal, lo que se llama su Providencia. Aunque la libertad del hombre “permite” que l@s incrédul@s, ate@s o agnóstic@s vivan la vida sin Dios o como si no existiera.

Decía Benedicto XVI  que “La presencia del laicismo de por sí es normal, mientras que en cambio son anómalas y negativas la contraposición y la exclusión de Dios del horizonte del hombre”. Son palabras del Papa emérito en mayo de 2010 en su viaje pastoral a Portugal a pesar de que algunos creyentes fruncían el ceño al ver demasiado optimismo en su consideración del laicismo. Son los clericalistas de siempre.

Cuesta vivir cogidos de la mano de Dios; cuesta reconocer sin duda alguna la autonomía total del mundo creado por el Creador. El filósofo y teólogo medieval, Tomás de Aquino, allá por el siglo XIII, “descubrió” la verdad verdadera de la realidad real y expuso la teoría de las «causas segundas» que dejan las cosas en su sitio.

Joseph Zycinski
La autonomía del mundo exige la autonomía también de la Ciencia que no puede ser “inventada” por ninguna religión. Entre otros muchos que podrían citarse, Joseph Zycinski (+2011 con 63 años), arzobispo polaco que desde 1998 fue jefe del Departamento de Relaciones entre Ciencia y Fe en la Facultad de Filosofía de la Universidad Católica de Lublin, no estaba de acuerdo con quienes dicen que Dios se opone a la idea de selección natural.

Juan José de la Cruz (†1734 con 80 años), fraile alcantarino reformador, vivió cuando corría el «siglo de las luces», del racionalismo. Un día un intelectual se lanzó a criticar delante de él a la Providencia divina y Juan José le contestó mostrándole la cabeza: «He medido el hueso que tenemos desde aquí hasta el cuello, sobre los hombros. Mide alrededor de cuatro pulgadas de alto por tres de largo. ¿Y usted, querido amigo, quiere hacer entrar el infinito en un hueso tan pequeño?».

Lo mismo hay que decir de la autonomía de la vida política: no está en manos de ninguna religión. Cuesta querer entender y vivir en serio eso de que hay que dar al César lo que es suyo y a Dios lo que le es propio.

Esa autonomía divina que disfruta el mundo es también la que Jesús da a la Iglesia que fundó por eso le entregó las llaves del reino a la Iglesia en la persona de Pedro. No iba a estar dando las llaves a tod@s y cada un@ de sus discípul@s.

De acuerdo con Teresa de Jesús, la de Ávila, Dios anda entre los pucheros, pero también en los pobres, en los enfermos, en los presos, etc. Lo dijo Jesús en persona; no son frases bonitas para ganar votos. A nosotros los humanos nos toca descubrirlo sabiendo que Dios se presenta –como recuerda san Pablo- sin ruido ni aparato pues no hizo –ni entonces ni ahora ni nunca- alarde de su categoría divina y, siendo uno de tantos, pasó viviendo como un hombre cualquiera (cf Fil 2, 6-7).

Golpea la mente y el corazón del hombre honrado creer en Dios, que se supone perfecto, omnipotente, todopoderoso, y a la vez estar contemplando el mal en el mundo y en la Iglesia. ¿Está Dios providente en las masacres de terroristas en Siria, Oriente Medio, África subsahariana, que dicen ser musulmanes de verdad y que así sirven a Alá? ¿Por qué Dios permite los desastres naturales de terremotos, explosiones volcánicas, tsunamis, riadas torrenciales, etc.? ¿Estaba Dios en los hornos crematorios de Auschwitz? ¿Estuvo en las medievales cruzadas de los cristianos que creían ser cristianos de verdad arremetiendo a fuego y espada, aunténticos genocidios? ¿Por qué Dios permite que haya tantos niños y ancianos que mueren a diario de hambre?

Dios tiene los ojos puestos en todas sus criaturas pero su intervención no atropella los derechos de las causas segundas. Eso es lo que se llama la Providencia de Dios. El Catecismo de la Iglesia Católica (CEC) explica lo básico sobre la providencia divina (nn 306-308) y recuerda que ese dar autonomía al mundo no es por debilidad de Dios sino muestra de su bondad infinita. Los hombres son causas inteligentes y libres. Los nn 309 a 314 del CEC están dedicados a la providencia y el escándalo del mal.

Cuando Dios trinitario actúa sobre su creación, sobre el mundo que Él ha creado, sobre los hombres, no actúa nunca una única Persona divina mientras las otras dos se lo estarían mirando. Lleva al error el tomar al pie de la letra la popular explicación de que es el Padre quien creó; él solo. Es el Hijo quien al encarnarse en Palestina hizo la redención; él solo. Y es el Espíritu quien ahora actúa en esta etapa de la santificación; él solo. Ese asignar una tarea a cada Persona divina es un error puesto que cada una de esas tres acciones que Dios realiza fuera de sí, son obra de la tres a la vez y cada una actúa según su personalidad propia sin atropellar los derechos de las otras dos.

Confiar de verdad en la Providencia divina, supone poner todos los medios humanos al alcance como si no dependieran las cosas de Dios, y a la vez, todos los medios divinos (oración de petición) como si las cosas no dependiesen del obrar de los hombres. Una paradoja más de la fe.

La Virgen de la Divina Providencia es una advocación italiana del siglo XIII, un óleo con la Virgen y el Niño dormido plácidamente en sus brazos. El nombre de la advocación se debe a san Felipe Benicio (+1285 con 52 años), 5º Superior de los “servitas”. Pablo VI la declaró patrona de Puerto Rico. Hoy día se está construyendo el santuario de la Divina Providencia en el barrio Cupey Alto de San Juan, a donde se trasladará en su momento.

El papa Francisco ha recordado que la Providencia de Dios no es poesía (12-XI-2015), que Dios está cercano al hombre por su preocupación por el bienestar de sus criaturas. En su peregrinar por el mundo, la humanidad no está sola (Catequesis 26-IV-2017). «Le pondrán por nombre Emanuel, que significa: Dios con nosotros» (Mt 1, 23; cfr. Is 7,14).

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