Ante
el próximo consistorio
Ante
el próximo Consistorio del 19 de mayo de este 2018, sábado anterior a
Pentecostés, en el que el papa Francisco podrá nombrar nuevos cardenales, me
entretengo, entre otros aspectos, en cavilar un rato con la inquietud de no
pocos eclesiales, incluidos eclesiásticos, por esos pocos cardenales disidentes
que quieren sentar a Francisco en los “tribunales”.
El Cardenalato se instituyó
para ayudar al Papa en su tarea de buen pastor pero, como es humano errar, pueden
ser una conjura para frenar cualquier evolución en la Iglesia si roza sus “derechos”
y privilegios.
Esos disidentes del papa Francisco lo son porque tienen su propia forma de entender la
vida cristiana al margen del Evangelio y por eso montan las estructuras eclesiales,
eclesiásticas, clericales, sacramentales y pastorales que afiancen su poder
universal. La tentación del poder, dicen los expertos, es más fuerte que la del
sexo o la del dinero.
En procesión hacia la capilla sixtina para un cónclave |
En
el post del 7 de septiembre de 2016 escribí un poco de la historia del Colegio
cardenalicio que fue una semilla que plantó el papa
san Fabián dividiendo lo que hoy es la diócesis de Roma entonces en 7 zonas para
encomendárselas a ellos. Hoy día toman posesión como párrocos de cualquier
iglesia o templo romano.
El
Código de Derecho Canónico (CIC) trata de los cardenales en el cap III, cc
349-359 y sin reparo alguno legalizan lo que llaman "ficción jurídica" que dice que las cosas son como ellos dicen aunque realmente no lo sean.
En
un momento concreto de la historia, como colectivo o grupo, los cardenales se
instituyeron a sí mismos para trabajar a sus anchas, organizándose en las
actuales Congregaciones Vaticanas (Santa Sede) como muro de separación del Papa
con el Colegio apostólico de los obispos, que es la estructura eclesial que
quiso Cristo Jesús, tenido por el fundador de la Iglesia. Esa conducta decapita
“el cuerpo de Cristo” y echa a la segunda división a los sucesores de los
apóstoles. Fue como una
revolución en la praxis de la Iglesia y todo fundado en razones políticas.
El papa
León IX (1049-1054) les otorgó a ellos la facultad exclusiva de elegir
Pontífice aunque de siempre el obispo de Roma era elegido por los sacerdotes de
esa diócesis, aunque no solo ellos. Fue un paso en ese desplazar a los obispos, sucesores de los apóstoles. Luego
Nicolás II (1059-1061) restringió el privilegio de elegir Papa a los cardenales
con rango de obispo, y Alejandro III (1159-1181) lo hizo extensivo incluso a
laicos.
En Cónclave votando nuevo Papa |
Creo
que “es de cajón” proponer la organización del cardenalato como un encargo no
vitalicio. Parece elemental reconocer legítimamente que cada Conferencia
Episcopal elija al suyo y que les sirva de puente entre las Iglesias locales de esa
Conferencia y el sucesor de Pedro. Así haría lo que ahora hace el Nuncio pero sin ser un “paracaidista” y que solo defiende
a la patronal y no directamente a los “trabajadores” de la viña del Señor.
Ese o esos cardenales de una Conferencia Episcopal y los obispos que la componen, deberían eliminar toda connotación política y diplomática que vienen ejerciendo. Ya Benedicto XVI dejó escrito, también como otros, que no es tarea de la Iglesia hacer política o sea que no cumplen con su deber los eclesiásticos que lo hacen a diario. Esa es tarea de los laicos bautizados y no de los obispos o los papas.
Ese o esos cardenales de una Conferencia Episcopal y los obispos que la componen, deberían eliminar toda connotación política y diplomática que vienen ejerciendo. Ya Benedicto XVI dejó escrito, también como otros, que no es tarea de la Iglesia hacer política o sea que no cumplen con su deber los eclesiásticos que lo hacen a diario. Esa es tarea de los laicos bautizados y no de los obispos o los papas.
Desde
mediados del XV todo el mundo clamaba por una reforma de la Iglesia. Cuando los
obispos italianos hablaban de tal reforma, se referían entonces a que la
maquinaria institucional vaticana era demasiado compleja, a que el poder de los
cardenales en la Curia vaticana había crecido demasiado y que debería
simplificarse una y limitarse el otro. Hace seis (6) siglos.
El Concilio
de Trento (1565), para su reforma de la Iglesia, propuso una medida concreta,
sencilla y práctica: que se nombraran cardenales en cada país; que cada obispo
tuviera sólo una diócesis y que en ella buscase la armonía y unidad del clero
con sínodos. Con el tiempo transcurrido desde entonces, unos cuantos siglos, algunos historiadores evalúan que sólo se llevó a la práctica un 45% de lo que decretó aquel Concilio.
A fecha de hoy (2018) hay 214
cardenales, de ellos 97 no electores. La cifra es lo de menos; lo interesante
es que Francisco ha ido nombrando en los anteriores consistorios a cardenales
de lugares periféricos, de donde nunca jamás antes habían tenido ese
“privilegio” por ejemplo Birmania, Nueva Zelanda,
Cabo Verde, Tailandia, etc.
Desde mitad del siglo XX se ha ido “internacionalizando” el Colegio cardenalicio, paso a paso, pues primero había que desitalianizarlo y queda aún deseuropeizarlo para reflejar correctamente la universalidad de la Iglesia de Cristo.
Desde mitad del siglo XX se ha ido “internacionalizando” el Colegio cardenalicio, paso a paso, pues primero había que desitalianizarlo y queda aún deseuropeizarlo para reflejar correctamente la universalidad de la Iglesia de Cristo.
O
sea, de Europa 100 cardenales (49 electores + 51 no electores), América Latina 41 (21+20), América del Norte 20 (13+7), Asia 24 (17+7), África 25 (14+11) y Oceanía 6 (4+2). Ya empiezan a
manifestar la catolicidad territorial de la Iglesia aunque la cifra europea
llama todavía la atención.
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