lunes, 23 de marzo de 2015

JESÚS ENTRA EN JERUSALÉN

Domingo de los ramos


Este domingo es llamado de los ramos porque conmemora la entrada de Jesús en Jerusalén, montado en un borriquillo. Algunos dicen que es la entrada triunfal y en eso me entretengo un momento.

En la 2ª lectura de la Liturgia de la Palabra de este día aparece los super conocidos versículos de la carta de san Pablo a los de Filipo, donde –ni más ni menos- afirma: "Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios… pasando por uno de tantos… actuando como un hombre cualquiera".

Esta entrada clamorosa no es alarde por parte de Jesús aunque es la única vez que se deja aclamar con rey y no lo rehúye como las otras anteriores veces. El borriquillo que monta no es su trono victorioso que lo será la cruz sobre el calvario.


Son seis días antes de la Pascua, que yendo de Betania a Jerusalén, como cada día de esta semana llamada santa, pasaban por Betfagé, pidió un borrico, un pollino y cuando ya bajaban del monte de los olivos, la multitud empezó a aclamarlo entusiasmada.

San Marcos nos dice que «entró en Jerusalén en el Templo; y después de observar todo atentamente, como ya era hora tardía, salió para Betania con los doce» (Mc 11,11).

No me extraña el desconcierto de los discípulos que esperan otra cosa con esa entrada aunque ya debieron “rebotarse” al entrar montado solo sobre un borriquillo y no sobre un caballo bien jadeado y ostentando "poder", todo el que debía manifestar como Mesías que ya iba a dar el golpe de Estado y, por fin, conquistar la libertad perdida hacía siglos liberándose del yugo de los romanos.


Recordamos que Jesús habría podido pedir al Padre doce legiones de ángeles. Pero ellos tenían su errónea idea sobre el Mesías prometido; el plan divino va por otros derroteros.

No sólo no entienden a Jesús los de aquel momento, sino que la historia enseña que nunca han faltado no faltan ahora quienes siguen confundiendo la religión con la política. Es una constante el abuso de unos para “poder” sobre los otros.

Esto del “poder” tiene su intríngulis y cada cristiano, como por el bautismo es otro Cristo, también es rey, además de sacerdote y de profeta, tiene que andarse con pies de plomo pues la realeza de Cristo y de cada cristiano hay que entenderla bien.

Ya el papa Wojtyla, hoy san Juan Pablo II, recordaba al inicio de su pontificado que “nuestra participación en la misión “real” de Cristo, nuestra “realeza”, es re-descubrir la particular dignidad de nuestra vocación que puede expresarse como disponibilidad a servir según el ejemplo de Cristo que “no ha venido a ser servido, sino a servir”. Se puede verdaderamente “reinar” sólo “sirviendo” y el “servir” exige una madurez espiritual; hay que saber dominarse” (Enc. Redemptor hominis, 21)

En Jesús de Nazaret de Ratzinger se lee: Jesús reivindica el derecho de rey… es el rey que rompe los arcos de guerra, un rey de la paz, y un rey de la sencillez, un rey de los pobres. Quiere que se entienda su camino y su actuación… no se apoya en la violencia, no emprende una insurrección militar contra Roma (J. Ratzinger. Benedicto XVI. Jesús de Nazaret (desde la entrada en Jerusalén hasta la resurrección), pp 14-15.
San Arnaldo de Brescia del siglo XI fue un abad  que en tiempos de Enrique II de England, predicaba el pecado del poder temporal de la Iglesia y afirmaba que, por derecho divino, ni los obispos ni los monjes pueden tener posesiones. ¿se pasó?
            Los papas en tiempos de Arnaldo incitaban al rey inglés a conquistar Irlanda y Escocia en plan cruzada (una vez perdido Oriente). En el siglo XVI le atacó el cardenal Baronio, empeñado en defender lo contrario.
        La Iglesia tiene siempre la tentación del poder temporal, tanto dentro de ella misma como en el mundo, sobre las naciones. Es una tentación constante pero tiene los medios para no caer en la tentación, como se reza en el Padrenuestro.

Benedicto XVI, en el ángelus del 26 de noviembre de 2006 dijo: Él es Amor y Verdad, y tanto el amor como la verdad no se imponen nunca: tocan a la puerta del corazón y de la mente (…) Esta es la manera de reinar de Dios.

Fray Raniero Cantalamessa, el capuchino predicador de la casa pontificia desde tiempos de Juan Pablo II, decía en una predicación: «Entonces Jesús, llamándoles, les dijo: “Sabéis que los que son tenidos como jefes de las naciones, las dominan como señores absolutos y sus grandes las oprimen con su poder. Pero no ha de ser así entre vosotros”». Juicio de Cristo sobre el ídolo del poder. Tampoco el poder es intrínsecamente malo, como no lo es el dinero. Dios se define a sí mismo «el omnipotente».
Sin embargo, el hombre había abusado del poder que se le concedió, transformándolo en dominio del más fuerte y en opresión del débil. ¿Qué opone el Evangelio al poder? ¡El servicio! –sigue Cantalamessa- Un poder para los demás, no sobre los demás. San Pedro “crisólogo” fue obispo de Ravena fallecido en el 450, es doctor de la Iglesia y estuvo muy ligado con los poderes temporales; era amigo del emperador Valentiniano III y de su madre Gala Placidia que lo recomendó para el obispado. Todo esto había empezado con Constantino y el papa san Silvestre. Luego, dos siglos después, el papa Gregorio Magno, en el siglo VII, fundaba el poder temporal del Papa con los inicios de los Estados Pontificios que creó con sus bienes patrimoniales.

San Pedro Damiani, camaldulense, cardenal, obispo y doctor de la Iglesia que moría en 1072, era partidario de la estrecha alianza de la Iglesia (identificada solo con el Papa) y el poder temporal y vivió la crisis del papado de Alejandro II y el decreto de independizar su elección del poder de la nobleza romana y de la realeza germana dado por Nicolás II en 1059.

Más tarde, a mitad del segundo milenio san Roberto Belarmino, jesuita, cardenal, obispo de Capua y doctor de la Iglesia, que murió en 1621, siendo consultor del Santo Oficio, estuvo metido en el Índice por criticar los límites del poder temporal del Papa, consciente de no faltar a su 4º voto sino todo lo contrario, viviendo la evangélica corrección fraterna.

Todavía acabándose el segundo milenio el papa san Pío X, que murió en 1914, reformó el reglamento del Cónclave para que nunca más en la historia influyera el poder temporal en la elección del Papa pues, aunque algunos decían que Joseph Sarto no era papable por no saber francés, fue elegido en la 7ª votación por el veto del emperador austríaco al papable evidente, el cardenal Rampolla. También reformó la Curia vaticana para actualizarla a su época.

 Fray Cantalamesa seguía diciendo en esa prédica vaticana: ¿qué hizo Dios? Para darnos ejemplo se despojó de su omnipotencia (cfr Flp 2, 7). Transformó el poder en servicio. Isaías describe proféticamente a este salvador «impotente»: «Despreciado y deshecho de hombres, varón de dolores».
  ¿Quién es puesto bajo acusación por esta denuncia del poder? ¿Sólo los tiranos y dictadores? … nos afecta a todos... Hasta en la Iglesia. En la familia misma es posible una voluntad innata de dominio y atropello, causando continuos sufrimientos a quien es víctima de ello, frecuentemente (no siempre) la mujer.
María dice que Dios «dispersó a los soberbios de corazón; derribó del trono a los poderosos» (Lc 1, 51 s.) y no puede de ninguna manera ser identificada como teóloga de la Liberación marxista. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario