jueves, 26 de febrero de 2015

CUARESMA, TIEMPO DE CONVERSIÓN

La crisis de la Iglesia





Estamos en Cuaresma y siempre se dice que es tiempo de conversión. Una vez más el actual papa Francisco también nos lo recuerda en su mensaje cuaresmal para este año: «La Cuaresma es un tiempo de renovación para la Iglesia, para las comunidades y para cada creyente»

Y para dar ejemplo de poner los medios adecuados, se aleja de Roma para retirase unos días de Ejercicios espirituales. No sé exactamente el contenido de las meditaciones que escuchará él con los demás asistentes de la Curia vaticana pero me viene a la cabeza el recuerdo de una homilía que leí hace algún tiempo, cuando ni soñábamos con lo que estamos viendo en vivo y en directo en esta hora en que el Espíritu conduce la Iglesia con un pastor “distinto” de lo que se llevaba hasta ahora.

Repaso la homilía de monseñor Diarmuid Martin, arzobispo de Dublín, en noviembre de 2010, en la misa del trigésimo aniversario del fallecimiento en 1980 del siervo de Dios Frank Duff, fundador de la Legión de María. No estuve presente pero el texto estuvo disponible en la red.

Ya hace 5 años que el tal obispo irlandés decía, entre otras cosas (…) La Iglesia en Irlanda está en un camino de renovación (…) dimensión esencial en la vida de la Iglesia en cualquier momento de su historia (…) Los escándalos (…) nos han abierto los ojos (…) a una crisis mucho más profunda dentro de la Iglesia en Irlanda.

(…) Lo que emerge no son simplemente ejemplos de fracaso evidente y falta de adecuación en la concepción y el compromiso, sino una cierta sensación de arrogancia y búsqueda de poder que ha alejado a muchos del verdadero mensaje que dicha presencia en la sociedad se suponía que representaba.

(…) Pero la crisis de la Iglesia es todavía más profunda. No se trata del papel de la Iglesia en la sociedad, ni del número de cristianos practicantes sino de la verdadera naturaleza de la fe en Jesucristo. Se trata de nuestra comprensión del mensaje de Jesús. Se trata de la fe en el Dios revelado por Jesucristo y sobre la pregunta fundamental: ¿Quién es Jesucristo?

(…) La renovación y la reforma de la Iglesia, sin embargo, sólo vendrá de dentro de la Iglesia, es decir, de una comunidad de hombres y mujeres que escuchan la palabra de Dios, que se juntan para orar, que celebran la Eucaristía y son llamados a compartir la verdadera vida del mismo Cristo (…) hombres y mujeres que permiten que la palabra de Dios les transforme.

(…) la Iglesia (…) no es una red de interacción social (…) Jesús en su misión no estuvo solamente rodeado de los doce apóstoles; hubo muchos que le acompañaron en sus viajes misionales, eran hombres y mujeres que le servían de diferentes maneras y que juntos se embebieron de sus enseñanzas y su testimonio.

(…) La Iglesia es la Iglesia de Jesucristo. No es una agencia ambigua que moraliza a la sociedad. No está ahí para proporcionar una especie de confort espiritual para los participantes... Si permitimos que la vida sacramental de la Iglesia se convierta en ambiguas celebraciones sociales permitiremos que la verdadera identidad de la Iglesia quede distorsionada.

No se puede decir que los miembros activos de la comunidad de la Iglesia hayan sido auténticos seguidores de Jesucristo. La Iglesia ciertamente ha sido traicionada por sus propios miembros activos. A la vista de tal fracaso, la Iglesia a veces ha dado la impresión de desear ser quien todo lo abarca y todo lo perdona de una manera simplista.

¿Dónde vamos por el camino de la renovación? ¿Podemos estar encantados de celebrar Primeras Comuniones que meten a la gente en deudas de miles de euros con vacíos gastos externos, mientras que ni los niños ni sus padres han sido guiados hacia una comprensión verdadera de la Eucaristía y la comunidad eucarística, que es la Iglesia? ¿Podemos estar satisfechos cuando la Confirmación es considerada como una graduación en la vida de la Iglesia? No sólo estamos engañándonos a nosotros mismos sino que estamos dañando la integridad del mensaje de Jesús.

Palabras de un obispo que, siendo de hace años, son de rabiosa actualidad, como el mismo Evangelio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario