Un
barrio romano


Supongo que el papa Francisco conoce lo del obispo de Reims, san Rigoberto (+740 con 80 años), cuya memoria es cada 4 de enero. Le tengo una particular devoción por aquella célebre y hermosa oración que rezaba: "Señor, dame valor para cambiar lo que puede cambiarse, serenidad para aceptar lo que no puede ser cambiado y sabiduría para distinguir lo uno de lo otro". La cita casi textual la dijo en la homilía en santa Marta el pasado lunes 18 glosando la actitud nada ejemplar de Samuel que dice: Siempre se ha hecho así". Hay que liberarse –enseñaba el Papa- de los “hábitos” para dejar espacio a las “sorpresas de Dios”. Y meditando en voz alta (que así parecen sus homilías) el pasaje del Evangelio del día (Mc 2, 18-22), consideraba que, cuando se quejaban los fariseos de que los discípulos de Jesús no ayunaban como ellos y los de Juan Bautista, es como si dijeran: "Pero siempre se hizo así, ¿por qué no hacen ayuno?"
Entre
las reformas que supongo que el Espíritu sugerirá, está la supresión de la
condición actual del Vaticano como Estado y sus consecuencias, pues la Iglesia
es pueblo de Dios y Cristo total y no un montaje terrenal. Mi reino no es de este mundo
dijo Jesús claramente.
Ya en enero de 2010
colgué un post al respecto. Es escalofriante recordar el momento histórico en
que la curia vaticana la inventaron los cardenales al desengancharse del
Consistorio o especie de senado que el obispo de Roma tenía con sus párrocos y
diáconos.
Ese Consistorio romano venía existiendo algunos siglos antes y el papa Juan VIII en el siglo
IX lo reorganizó por primera vez. Luego no se han dejado de hacer cambios y
ajustes por parte de un montón de papas; yo he podido ver las de Pablo VI, Juan Pablo II y
Benedicto XVI.
Había sido el papa Fabián (+250), elegido Papa siendo laico, quien distribuyó la diócesis de Roma en siete zonas, encomendadas a diáconos y de ahí viene el que los cardenales, aún hoy día, sean de tres categorías según manda el protocolo: episcopos, sacerdotes y diáconos.


Como
la Iglesia es Pueblo de Dios, propongo un logotipo para siempre y que no lo
vaya cambiando cada Papa: una corona de espinas y tres clavos que representaran
los tres “munera Christi”, o sea las tres dimensiones de la misión de Cristo,
de las que participa tod@ bautizad@: son miembros de un pueblo de reyes, son un
sacerdocio santo y también participan de la función profética de Cristo.

Por
fidelidad a Cristo, el Papa no debe ser Jefe de Estado ni Presidente de
Gobierno; es obispo de Roma y ninguno de los otros hermanos en el episcopado
(más de 4 mil) necesitan tal status. No
cuadra con Jesús el ser Capitán General de un ejército, aunque sea la Guardia
Suiza; yo la reconvertiría en una empresa privada de seguridad. Pablo VI no
pudo llegar hasta el final en la reforma y solamente suprimió tres ejércitos
vaticanos y dejó la Gendarmería vaticana y la Guardia Suiza para su custodia personal
como Romano Pontífice.
Una
solución "de cajón" (pensando en Belén, Nazaret, Cafarnaún), sería re-convertir
el Vaticano en un barrio romano como lo fue durante varias décadas del siglo
XIX y XX, desde la pérdida (gracias a Dios) de los Estados Pontificios con Pío
IX hasta que Benedicto XV preparó los pactos lateranenses para devolverle al
Romano Pontífice un trozo de terreno romano y Pío XI lo llevó a cabo con
Musolini el 11 de febrero de 1929.
Si
se dejara como Estado independiente, entonces tendría que ser (por fin) en
manos de laic@s evitando que esos eclesiásticos cayeran en la tentación clericalista
de exigirles la “missio canónica” para ejercer esos asuntos temporales. Ya que
no nos dejan mandar –dirían- por lo menos manejémoslos como marionetas.
La
polémica está siendo suscitada desde organismos de la misma ONU para que a la
Iglesia Católica, que se presenta como Estado aunque –como indicó Pablo VI-
sólo en calidad de “observador”, se le niegue su participación en tal Asamblea
política mundial.
Evidentemente
la santa Sede o el Vaticano sólo es un organismo eclesial y no “es” la Iglesia
Católica. Sí lo es una diócesis pero no una curia (vaticana o diocesana). El
Vaticano (o santa Sede) no es una Iglesia particular como no lo es una
parroquia, un Vicariato Castrense, una Prelatura u Ordinariato personal, una
Orden o Congregación religiosa o cualquier otra institución eclesiástica
administrativa, benéfica o pastoral.

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