jueves, 1 de febrero de 2018

SOBRE LA LUZ

Las candelas de cada 2 de febrero


El 2 de febrero es la presentación de Jesús en el templo y la purificación de María que según la ley de Moisés era a los 40 días de haber nacido el Niño en Belén. La Virgen, con el tiempo, será llamada Candelaria y el Niño la candela, pues Jesús –dirá el mismo- es “luz de luz”, es la “luz del mundo” que nos ayuda a caminar como hijos de la luz

Aprovecho la ocasión para felicitar a todas las Candela o Candelaria que conozco y que celebran su santo.
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En el libro titulado Mente abierta, corazón creyente, que recoge las meditaciones de los ejercicios espirituales dirigidos por el papa Francisco cuando era arzobispo de Buenos Aires, se entretiene en el valor simbólico de la candela, de la luz tenue, que se convertirá en un gran cirio adornado la noche de Pascua.

La luz es algo que tiene muchos significados pues se quiere referir a la luz natural que recibimos del sol y también a la luz interior de la mente o del corazón para entender y querer las cosas buenas y bellas. En todas las culturas la luz pasa de fenómeno físico a símbolo metafórico de calidad religiosa.

Con ocasión de la Ceremonia de Inauguración del Año Internacional de la Luz, UNESCO 2015, escribía aquel 19 de enero el Card. GIANFRANCO RAVASI, Presidente del Consejo pontificio de la Cultura:
Es emblemático el mismo inicio de la Biblia (…) «Dios dijo: “¡Haya luz!” y hubo luz» (Génesis 1,3). Un evento sonoro divino, una especie de Big bang trascendente, genera una epifanía luminosa: se resquebraja, así, el silencio y la tiniebla del nada para hacer desembocar la creación.
También en la antigua cultura egipcia –seguía diciendo Ravasi- , el irradiarse de la luz acompaña la primera alba cósmica, marcada por un gran nenúfar que sale de las aguas primordiales generando el sol. Será sobre todo este astro el que se convertirá en el corazón mismo de la teología del Egipto faraónico, en particular con las divinidades solares Amón y Atón.
diosa Prayápati
Igualmente la arcaica teología indiana del Rig-Veda consideraba la divinidad creadora Prayápati como un sonido primordial que explotaba en una miríada de luces, de creaturas, de armonías. No en vano, en otro movimiento religioso que se originó en esa misma tierra, su gran fundador asumirá el título sagrado de Buddha, que significa precisamente “el Iluminado”.
También el Islam elegirá la luz como símbolo teológico (…) una “sura” completa del Corán, la XXIV, será titulada An-nûr, “la Luz”.

Navidad nos habla de la Luz pues Jesús ha aparecido como luz de Dios en la noche, cuando empezó a celebrarse los 25 de diciembre, sustituyendo la fiesta romana del "Sol invictus", el sol invencible para poner en evidencia que el nacimiento de Cristo es la victoria de la verdadera luz sobre las tinieblas del mal y del pecado.

San Licinio o Lucinio (+616 con 76 años) era conde de Anjou y acabó siendo el obispo de esa población. Después de casado se hizo monje dedicándose a atender mujeres que estaban para dar a luz facilitándoles el parto. San Gregorio de Tours lo consagró obispo para suceder a san Albino.

Santa Perpetua fue madre de familia, martirizada en Cartago en 203 cuando tenía 22 años, casada y acababa de dar a luz a su primer hijo, cuando fue arrestada en su casa donde tenía un medio de formación catequético, con otros catecúmenos, como Felícitas (esclava) y su marido Revocato y otros esclavos como Secúndulo y Sáturo, catequistas. En la cárcel Felícitas dio a luz a una niña. Ambas fueron condenadas a las fieras, junto con los demás cristianos. El diácono Sáturo convirtió al carcelero Pudente.

La fiesta de los “reyes magos” es llamada Epifanía que quiere decir "manifestación", iluminación. Jesús nace en Belén pues es luz de todas las naciones.

San Rabano Mauro (+856 con 76 años) obispo de Colonia, benedictino, abad de Fulda 20 años que dimitió para llevar vida eremítica. Benedicto XVI lo glosó (Audiencia General 03-VI-09), recordando que se le tiene como “praeceptor Germaniae” (maestro de Alemania),  y que dijo: "Quien descuida la contemplación, se priva de la visión de la luz de Dios".

San Afraates (+350). Es el escritor más antiguo de la iglesia siria, conocido como el "sabio persa", como se le llama, fue obispo sirio. Benedicto XVI (Audiencia General 21-XI-07) habló de él como exponente de ese otro cristianismo, desconocido para Occidente: “Allí florecieron las Iglesias de lengua semítica, sobre las que todavía no había influido el pensamiento griego… Originario de la región de Nínive-Mosul, hoy en Irak… en la frontera entre el judaísmo y el cristianismo. La visión que tiene Afraates del hombre y de su realidad corporal es muy positiva: el cuerpo humano, siguiendo el ejemplo de Cristo humilde, está llamado a la belleza, a la alegría y a la luz“.

San Gregorio Palamás (+1359) fue un monje, obispo de Tesalónica que dominó la teología del siglo XIV e hizo renacer la participación en la energía no creada de la luz divina, la que vieron los apóstoles en la Transfiguración.

San Lucífero (+370), obispo de Cagliari de quien san Atanasio dijo de él que era digno de su nombre, luz de la verdad.

San Beda “el venerable” (+735 con 62 años). Inglés, benedictino, patrono de los historiadores y teólogo investigador, habló de él Benedicto XVI (Audiencia General 18-02-08) recordando que tras su muerte, el gran misionero de Alemania, el obispo san Bonifacio (+754), pidió en muchas ocasiones al arzobispo de York y al abad de Wearmouth que hicieran transcribir algunas de sus obras y que se las mandaran de modo que también él y sus compañeros pudieran gozar de la luz espiritual que emanaban.

San Zacarías, casado con Isabel, se refirió a su propio hijo Juan (el bautista) que iba a iba a ser un profeta del Altísimo pues irás delante del Señor preparando su venida, que es la Luz de lo alto.

San Giorgio Preca (+1962 con 82 años), canonizado en 2007, fue un presbítero maltés fundador de la Sociedad de la Doctrina Cristiana que en 1957 inventó los cinco misterios de luz del Rosario que extendería a la Iglesia universal Juan Pablo II.

Santa Alfonsa de la Inmaculada Concepción (+1946 con 36 años), clarisa de la Tercera Orden Franciscana, fue la primera mujer india de rito siro-malankar canonizada. Enseguida de ser monja tuvo graves enfermedades y sufrimientos físicos y morales que llevó cristianamente apoyada en la luz del misterio pascual de Cristo.

A santa Teresa de Calcuta (+1997 con 87 años), canonizada por Francisco en 2016, se la describe como un alma llena de la luz de Cristo, inflamada de amor por Él.

Federico Ozanam (+1853 con 40 años), beato, casado, cofundador de la Sociedad de san Vicente de Paúl y de quien Pablo VI dijo que supo "escrutar los signos de los tiempos e interpretarlos a la luz del Evangelio".

Pablo VI (+1978 con 81 años), beato con Francisco en 2014, dijo de él Juan Pablo II, en la homilía de 2001, en el aniversario de su fallecimiento, 6 de agost: “Este venerado Pontífice solía subrayar también el aspecto «eclesial» del misterio de la Transfiguración. "Yo quisiera -exhortaba a los fieles- que fueseis capaces de entrever en la Iglesia la luz que lleva dentro, de descubrir a la Iglesia transfigurada, de comprender todo lo que el Concilio ha expuesto tan claramente en sus documentos".

Cuando Juan Pablo II visitó el Pilar en Zaragoza en 1984 dijo: "Como pastor de la Iglesia universal, deseo agradecer profundamente la generosidad ininterrumpida con la que, desde hace casi cinco siglos, tantas familias españolas han entregado hijos e hijas, para que llevaran la luz de Cristo a los pueblos del Nuevo Mundo.

Juan Duns Escoto (+1308 con 43 años) es un beato, franciscano escocés, llamado el "doctor sutil". En el 7º centenario de su muerte, Benedicto XVI envió una carta al cardenal Meisner, obispo de Colonia, donde falleció Escoto, en la que lo propone como modelo para creyentes y no creyentes que, "asociando la piedad con la investigación científica (…) se convirtió en luz y ejemplo para todo el pueblo cristiano.

San Francisco Antonio Fasani (+1742 con 61 años) es un franciscano conventual canonizado en 1986, a quien sus contemporáneos le llamaban “padre maestro” en aquel “siglo de las luces”, cuando no pocos, deslumbrados por la fuerza de la razón, pusieron en duda la fe como fuente de luz.

Juan Pablo II se refirió a esa realidad de la luz (divina y humana) al escribir la carta apostólica Nuevo milenio estrenado (Novo millennio ineunte) tras la conclusión del Gran Jubileo del año 2000 el 6 de enero de 2001. En ella dejó escrito: Un nuevo siglo y un nuevo milenio se abren a la luz de Cristo. Pero no todos ven esta luz. Nosotros tenemos el maravilloso y exigente cometido de ser su "reflejo". Es una tarea que nos hace temblar si nos fijamos en la debilidad, pero es posible si, expuestos a la luz de Cristo, sabemos abrirnos a su gracia.

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