lunes, 19 de febrero de 2018

LA TENTACIÓN DEL PODER

En todos lados "cuecen habas"

  
El ansia de poder, mejor si es poder absoluto, total, incuestionable, es la tentación que puede sufrir cualquiera, desde el Papa hasta el/la últim@ bautizad@, también los párrocos, abades, abadesas, capellanes, etc., por eso el papa Francisco, recibiendo a un grupo de seminaristas de Cerdeña este 17-II-2018, les pedía, como viene siendo habitual con el público clerical, que se preparen “para convertirse en sacerdotes de la gente y para la gente, no dominadores de la grey a ustedes encomendada, sino servidores”.

Cada año el 22 de febrero la Iglesia celebra La cátedra de san PedroAntes este día era la cátedra de Antioquia, en donde estuvo Pedro antes de ir a Roma y la cátedra de Roma era el 18 enero pero la última reforma litúrgica las ha unido, borrando del mapa Antioquía, lo cual es un detalle antiecuménico por el desprecio que puedan sentir los cristianos de allí y su Patriarca que tiene más antigüedad que el de Roma.

La cátedra material de san Pedro, en la basílica del Vaticano, fue regalada por Carlos “el calvo” (nieto de Carlomagno) al papa Juan VIII y en donde fue coronado el día de Navidad de 875. El trono fue usado por los papas en las ceremonias litúrgicas hasta que en 1666 fue integrada en un nicho del altar de Bernini. ¿Le gustará a Jesucristo, si viniese ahora, sentarse en ese trono?

El afán de poder es propio de todo ser humano, de cualquier época de la historia, de cualquier religión o civilización.

Modales de los paganos

Unos dos milenios antes de Cristo, la India, con población de tez morena, fue invadida por hombres rubios, los auténticos y originarios arios que llegan penetrando por el Bósforo a Asia menor. Más tarde, también invadirían Europa central.

El rey persa Ciro “el grande” (ss VII-VI aC) invadió en Asia central el imperio babilónico, expandiéndose hacia el oeste hasta la costa mediterránea y hacia el este hasta las montañas de Hindu Kush. Su imperio duró 200 años hasta que el griego Alejandro “magno” en el 331 aC conquistaba Babilonia.

Aníbal cruzando los Alpes
En el s III aC, el cartaginés Aníbal, que ya controlaba el sur de la península hispánica, soñaba con un imperio mediterráneo, aunque fuera sólo occidental y conquistó Sagunto en 219. Siguió hacia Italia cruzando el Ebro y los Alpes con 60 mil hombres y 38 elefantes. Conquistó media Italia. Su sueño duró sólo hasta el 202 aC pues Escipión “el africano” le derrotó en su propia Cartago.

Los del Islam, en solo dos décadas (632-656), bajo los 4 primeros califas que sucedieron a Mahoma, se propagaron desde Arabia hacia el oeste, hasta la costa atlántica africana (la Tripolitania) y hacia el este hasta el Mar Índico. Por el norte, hasta el Mar Negro. Éxito rotundo. Omar, en una década (634-44), construyó el imperio teocrático tras conquistar Damasco (635), Persia (636) y Jerusalén (638).

Abd-al-Rahman (Abderramán) huyendo de Damasco se vino a la Hispania antes visigótica y fundó (756) el emirato de Córdoba. En el 711 los musulmanes habían atravesado el estrecho de Gibraltar y parece que sin gran esfuerzo pues las tropas del rey visigodo estaban en el norte de la península intentando hacerse con los vascos.

El dominio islámico alcanzó su punto álgido de poder y esplendor en los siglos XVI y XVII cuando estuvo en manos de los mongoles.

Gengis Khan (ss XII-XIII dC), desde Mongolia, sita en el lejano este asiático, invadió arrasando cuanto encontraba hasta llegar al Mediterráneo. Ese inmenso y brutal Imperio mongol quedó, a la muerte de Gengis Khan, divido entre sus 4 hijos: Rusia, Persia, Turquestán y China. Los khans tuvieron frecuentes madres o esposas cristianas hasta que cayeron en abierto islamismo con espíritu fanático.

Modales de los cristianos

Sin duda el oro y las especias fueron el móvil de los descubrimientos geográficos de portugueses y españoles que conlleva el afán de expansión del cristianismo (Cf Vázquez de Praga, Valentín. Historia Universal, tomo VIII, Eunsa 1979, p. 455).

Fray Bartolomé 
No hay datos de cuántos eran los pobladores indígenas que encontraron los cristianos españoles al “descubrir” el “Nuevo Mundo” pero un franciscano escribió relatos del 1526-40 diciendo que habían bautizado a 9 millones. B. de Las Casas, fraile dominico, dice que el exterminio de indios había hecho caer la población de Haití desde 3 millones a 14.000. Ya que tanto uno como otro pueden inflar las cifras a su favor, cabe pensar que en total eran pocos millones, ¿siete? Quizá 500.000 en USA y otro tanto en el sur, más 2 ó 3 millones tanto en México como en Perú.

En Mesoamérica vivían los mixtecas era un pueblo que cayó bajo el dominio de los mexicas o aztecas, pueblo que partiera del NO en 1168 y en 1215 invadiera el valle de México. Fue el último pueblo chichimeca que quedaba cuando la llegada de los españoles. Eran nómadas depredadores cuyo nombre quiere decir “linaje de perros” y desde su llegada, cobraron fama de pendencieros, crueles, ladrones y falsos en su palabra.

Moctezuma I Ilhuicamina (El Iracundo) fue el segundo soberano (1440-69), sucesor de Itzcoatl, después de que los fundadores de Tenochtitlan lograran independizarse de los tepanecas. Extendió el Imperio hasta límites jamás alcanzados por pueblo alguno mesoamericano. Moctezuma II Xocoyotzin (1502-20) fue el último azteca tlatoani (gran Señor) a quien tocó la amarga experiencia de entregar el Imperio a Hernán Cortés.

Para alguno, como los nativos eran pocos para tanto territorio, decía que ellos no tenían derecho a ser los propietarios y que los invasores tenían legítimo derecho a adueñarse de aquel inmenso continente.

Para otros, las autoridades civiles y la inmensa mayoría de eclesiásticos, el adoctrinamiento de los infieles legitimaba la conquista por las armas. El humanista Juan Ginés de Sepúlveda (+1573 con 83 años) declaró como imprescindible esta tesis en su “Democrates alter” (1511) justificando la conquista, imprescindible y preliminar para la evangelización. Aplicaba la doctrina aristotélica que en su “Política” dice que los hombres bárbaros e incultos habían nacido para ser siervos de los dotados de razón.

De todos modos esta tesis racista, que llevó a pintar exageradamente las costumbres aborígenes, no fue aceptada lógicamente por todos. La defensa de la dignidad de los indígenas llegó hasta Roma, donde el papa Paulo III (1537) proclamó en una Bula que los indios americanos eran seres racionales y por tanto podían disponer libremente de sí mismos y de sus personas. En esta línea estaba la Escuela de Salamanca, llevada por los dominicos. En 1541, fray Bartolomé de las Casas, en presencia de Carlos V, defendió que las conquistas españolas en el Nuevo Mundo eran “invasiones violentas de crueles tiranos, condenadas no sólo por la ley de Dios sino por todas las leyes humanas”.

Los incas
De 1522 al 28, Pizarro, asociado a Diego de Almagro, el religioso Hernando de Luque y un diminuto destacamento de españoles, tomaron fugaces contactos con el Imperio Inca que tendría quizá unos 3,5 millones de habitantes. Se hallaban en plena guerra civil, entablada entre los partidarios del legítimo soberano Huáscar y las huestes del usurpador Atahualpa.

Pizarro, después de tomar Perú sin resistencia alguna, decidió ir al encuentro del vencedor Atahualpa escoltado por 180 soldados, con sólo un tercio montando a caballo, pues no pretendía usar la violencia ya que suponía que se le rendiría como Moctezuma hiciera con Cortés. Atahualpa le esperaba convencido de su superioridad en efectivos pues cada español tenía enfrente a 2.500 indígenas indios aguerridos.

La entrevista personal entrambos se inició según los planes españoles pero la altiva actitud de Atahualpa frustró todo intento pacífico. Cuando el indígena arengó a sus masas, Pizarro se adelantó jugando con sus armas de fuego y, como simultáneamente irrumpiera la caballería, el pánico cundió entre los indios que se entregaron a la desbandada, dejando sólo a su caudillo. Como Atahualpa no sólo tramaba su liberación sino la insurrección general, de acuerdo con la legislación española, se le abrió un proceso que terminó con la sentencia de muerte; fue ajusticiado el 26 de julio de 1533.

¿Qué se puede decir de los conquistadores posteriores en nuestros últimos 3 siglos, del XVIII al XXI? Napoleón, Hitler, etc, etc, etc.

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