sábado, 28 de octubre de 2017

500 AÑOS DE LA REFORMA LUTERANA

Este 31 de octubre de 2017


Aquel 31 de octubre de 1517 fue el día en que Lutero comunicó en público su opinión (opinable, naturalmente) que acabaría siendo una propuesta suya que se la ha llamado Reforma.

Lutero clamaba contra la vida corrupta e injusta, no de la sociedad civil y de los políticos (aunque quizá también les hiciera falta) sino de los eclesiásticos y no sin razón. Se quejaba también de que la teología de entonces, escolástica, fuera “teología amarilla”, o sea que simplemente justificaba en muchos casos una vida antievangélica. Lutero pedía reformar la sacramentalidad pues muchos “detalles” rituales son inventos eclesiásticos aunque ellos digan que son del mismo Cristo, lo cual es imposible que puedan demostrarlo.

Que los luteranos coetáneos de fray Martín se pasaran en las reformas como él mismo les recriminó y que fray Martín se “torciese” en su vida de monje no quiere decir que no tuviera razón, mucha o poca.

Gracias a Dios el actual sano ecumenismo está teniendo en cuenta la conmemoración del 500 aniversario del inicio de la Reforma luterana. Lo importante, como enseña Jesús, es que los cristianos, sus discípulos, nos queramos, que estemos unidos para que el mundo crea. Para querernos, hemos de conocernos. Para conocernos hemos de mirarnos a la cara y hablar.

Francisco viajó el 31 de octubre de 2016 a Suecia, aceptando la invitación, para participar con la Federación Luterana Mundial en la ceremonia ecuménica de inicio del 500 aniversario de la Reforma iniciada por Lutero.

Días antes Francisco había recibido en el aula Pablo VI a unos mil peregrinos luteranos llegados a Roma que le regalaron un libro con las tesis de Lutero y Francisco respondiendo a las preguntas que le formulaban en el aula decía: Demos gracias a Dios porque estamos caminando por la vía que va del conflicto a la comunión. Dolor por la división que todavía existe entre nosotros y alegría por la comunión que estamos alcanzando. Al final de este mes, me acercaré a Lund (Suecia). Haremos memoria, tras cinco siglos, del inicio de la reforma de Lutero y daremos gracias a Dios por los 50 años del diálogo entre luteranos y católicos.

Juan Pablo II en la iglesia luetrana en Roma
En esto como en todo lo demás, Francisco se limita a seguir la hoja de ruta eclesial llevada por sus antecesores pues san Juan Pablo II, en junio de 1989, se encontró con los obispos de la Iglesia nacional danesa, en la residencia del obispo luterano de Roskilde y dijo: Existen todavía, en tiempos de diálogo ecuménico, grandes obstáculos (…) Hoy ante todo necesitamos una valoración nueva y común de muchos interrogantes que han surgido de Lutero y de su mensaje. Por este motivo he podido afirmar en el curso del 500 aniversario del nacimiento de Martín Lutero (…) (que) algunas peticiones de Lutero relativas a una reforma y a una renovación han hallado eco en los católicos desde diversos puntos de vista: así, cuando el Concilio Vaticano II habla de la necesidad de una reforma y de una renovación permanente.

En su visita pastoral a Alemania, en junio de 1996, también manifestó en la catedral de Paderborn: “La demanda de reforma de la Iglesia que hacía Lutero, en su intención original, era una llamada a la penitencia y a la renovación, que deben comenzar en la vida de toda persona. Muchos son los motivos por los que, desde aquel comienzo, se llegó a la separación. Entre éstos se halla la no correspondencia de la Iglesia católica a la voluntad de Cristo, de la que se había lamentado el papa Adriano VI con palabras conmovedoras, el influjo de intereses políticos y económicos y también la misma pasión de Lutero que lo arrastró mucho más allá de sus intenciones iniciales”.

Francisco recibía en el Vaticano otra vez a una delegación de los evangelistas alemanes el 6 de febrero de 2016 y dijo: La llamada urgente de Jesús a la unidad nos interpela (…) Les deseo ir hacia delante en este bendito camino de comunión fraterna, yendo con coraje y decisión hacia una unidad que sea cada vez más plena. Tenemos el mismo Bautismo: debemos caminar juntos, ¡sin cansarnos!

Sobre la división causada por la Reforma, Francisco señaló que aquella llamada a la renovación lamentablemente cristalizó en divisiones alimentando la hostilidad y siendo ávidos en luchas, fomentadas por intereses políticos y de poder –como ya dijera en su día Juan Pablo II-, incluso no han tenido escrúpulos en usar la violencia hermanos contra hermanos.

Benedicto XVI en la iglesia luterana en Roma
Benedicto XVI había participado en el culto de Christuskirche en el templo de la iglesia evangélica luterana de Roma, en la Via Sicilia. La invitación fue hecha en 2008 para celebrar juntos los 25 años de la visita de Juan Pablo II en 1983 en la que participó a su vez en la conmemoración del 500 aniversario del nacimiento de Martín Lutero.

A su vez el 24 de enero de 2011, a la delegación de la Iglesia Evangélica Luterana Unida de Alemania, con su pastor y obispo luterano Friedrich, el papa emérito pidió dirigir juntos la mirada a 2017 que recordará los 500 años de la publicación de las tesis de Martín Lutero (…) Será una oportunidad para celebrar una conmemoración ecuménica común.

También Benedicto XVI recibió una delegación de la Iglesia Evangélica Luterana en América, Iglesia fundada en 1988 y que tiene más de 4 millones de fieles. Confesó a sus huéspedes que “Desde el inicio de mi pontificado, me ha alentado que las relaciones entre católicos y luteranos hayan seguido creciendo, especialmente a nivel de colaboración práctica en el servicio del Evangelio”.

Y en esa ocasión recordó a su vez lo que había dicho Juan Pablo II, a los obispos luteranos en 1985: "Ustedes son bienvenidos aquí. Alegrémonos de que un encuentro como éste puede tener lugar. Hagamos el propósito de estar abiertos al Señor para que pueda utilizar esta reunión para sus propósitos, para lograr la unidad que él desea. Gracias por los esfuerzos que estáis haciendo para la plena unidad en la fe y la caridad".

En febrero 2010, con Benedicto XVI, tuvo lugar un encuentro sin precedentes en Roma para conmemorar los 40 años de diálogo con una declaración común de católicos, luteranos, reformados, anglicanos y metodistas.

Duele en los corazones nobles y fieles  esos casos que re-brotan (mala yerba nunca muere) por el temor erróneo de que, a raíz del Concilio Vaticano II, lo que se hace es protestantizar la Iglesia católica.

A Jesús le hicieron la vida imposible los fariseos, los ancianos y los sacerdotes del templo de Jerusalén porque no observaba sus preceptos: no guardaba el sábado, no ayunaba, no se lavaba ritualmente las manos antes de comer, andaba con pecadores, publicanos y gentes de mal vivir, etc, etc, etc. Jesús no era esclavo de aquellas tradiciones de los mayores que eran pura hipocresía y legalidad. Prejuicios farisaicos. Mentes cerriles. Corazones de piedra. Y no solo están hoy en esa sospecha los lefebrerianos o los franciscanos de la Inmaculada, fundados en 1970 y algunas otras instituciones de la Iglesia que parecen brotadas para frenar y llevar la contraria al Espíritu Santo.

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